“Te das cuenta enseguida de si son barras o hinchas: por la indumentaria. Es posible que un jugador de la primera no tenga el último modelo de camiseta, campera y pantalón, pero los barras sí. Es lo que los distingue por sobre los hinchas comunes”, advierte un dirigente de un club del interior ante la manifestación de este miércoles frente al Congreso. Si se sigue su ojo avizor, la conclusión es que la convocatoria de la semana pasada fue más espontánea que organizada. Hubo camisetas de distintos equipos de la A y del ascenso, pero muchas, de años anteriores, con más valor sentimental que material. Pocos tenían las últimas versiones. Pocos eran barrabravas.

La historia se repetiría este miércoles, con más manifestantes. El componente futbolero, sin embargo, se mantendría con terceras o cuartas líneas del paraavalanchas, y ninguno de los rostros más conocidos de las hinchadas. Con fuerte presencia de clubes del ascenso históricamente ligados al peronismo, como Chacarita. Y Temperley, de la tierra de Norma Plá, que fue durante años la cara –y el cuerpo– del reclamo por haberes jubilaciones dignos.

Los clubes consultados coinciden. “Nosotros no llamamos ni convocamos. Es cosa de los hinchas. No existe el comunicado institucional, más allá del acuerdo que pueda existir en el reclamo de los mayores”, dicen en una institución porteña ante una pregunta de LA NACION. “Si se juntan la barra de Chicago, la de All Boys y la de Chacarita hacen un golpe de Estado”, exagera un dirigente que conoce el paño. “No hubo ni habrá barras de primera línea en la marcha. Cero”, agrega el mismo. Y razona: “Los barras de verdad son profesionales. Y los profesionales juegan por mucha plata. Nadie va a pagarles tanto por acompañar a los jubilados en su reclamo”.

Vale la pena recordar que la primera hinchada en plegarse al reclamo por la recomposición jubilatoria fue la de Chacarita. Y se le sumó, por ejemplo, la de Rosario Central. “Tenemos que estar”, sugirieron algunos simpatizantes canallas, históricos amigos de los funebreros. Se habla de “cholulismo”. Es decir, estar por estar. Por figurar. Pero no en el nivel directriz de la barra -léase los “capos”-, sino en niveles subterráneos. Pero el club rosarino se despega de toda convocatoria: “La institución se mantiene completamente al margen de cualquier marcha”, responden desde el Gigante de Arroyito cuando se consulta por el tema.

Aunque cambien los colores, la respuesta se mantiene: “Nada organizado”. La misma respuesta emana de AFA, enardecida desde que la semana pasada se la vinculó con la convocatoria en el Congreso. “Yo no hablé con [Patricia] Bullrich en ningún momento. Nosotros nos ocupamos de esto; de otras cosas, no”, respondió Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente de la entidad, en C5N refiriendo a la ministra de Seguridad ante una consulta por un eventual diálogo con las autoridades, mientras repartía donaciones a damnificados por la inundación en Bahía Blanca.

Unos días antes, Pablo Toviggino, tesorero de AFA y centinela de Tapia en las redes sociales, había desmentido una hipotética participación de la institución en los preparativos de la manifestación. “Niego rotundamente que AFA y/o su Presidente financien o participen en la marcha”, escribió Toviggino en respuesta a una información del periodista Gabriel Iezzi, especializado en temas judiciales.

“De acá no salió ni saldrá ni un solo colectivo”, se desmarcan en otra entidad. Muchas veces los clubes proveen la logística para que las hinchadas se trasladen a otras ciudades, en los escasos partidos para los que se viaja (Copa Argentina). “Si le pegan a un jubilado con una camiseta de fútbol, la gente va a saltar. Toda, independientemente de los colores. Y de que sean o no barrabravas”, asevera otra fuente del fútbol. Y asegura: “El que va con la camiseta del club es un autoconvocado. Pensar que sí o sí es un barra es no entender cómo se financian las hinchadas. Ningún dirigente de un club quiere convocarlos ni tener que llamarlos”.

La variopinta protesta del último miércoles frente al parlamento, en la que hubo tanto simpatizantes de clubes de fútbol como violentos.

La respuesta unánime es que si este miércoles aparecen camisetas de fútbol en el Congreso, serán mayormente de hinchas que concurran individualmente. Simpatizantes con carnet de barrabrava, muy pocos.

El proyecto antibarras de Bullrich

Que hinchas de algunos clubes se hayan sumado al reclamo por los ingresos previsionales hizo que Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad, insistiera con una vieja idea suyo de tipificar legalmente a la barra brava como “asociación ilícita del fútbol”. Es uno de los puntos centrales de un proyecto de ley que lleva la firma del presidente Javier Milei y que fue enviado al Congreso para su tratamiento. “Queremos que los delitos no se circunscriban únicamente a los espectáculos deportivos sino a todos los negociados que involucran a los barras. Pretendemos castigar todos aquellos mecanismos que les generan algún tipo de financiamiento. Ellos se alquilan por dinero, son contratados como custodios, se meten en la venta de camisetas y de entradas, y muchas cosas más. Tenemos que acabar con esto”, dijo Bullrich en una conferencia de prensa.

Y añadió, en un mensaje a los directivos del fútbol argentino: “También hay dirigentes de clubes que les facilitan entradas a los barras, les alquilan micros y permiten acciones violentas o facilitan el ingreso a los estadios con elementos contundentes. Vamos a poner bajo la lupa a esos dirigentes”. La iniciativa prevé penas de entre dos y cuatro años de prisión para los barras que porten armas o revendan entradas de protocolo.

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