Las vacaciones son siempre una oportunidad para animarse a probar cosas nuevas y diferentes, ¿y qué mejor que volar por encima de la copa de los árboles, descubrir paisajes y aprender a mirar el mundo de otro modo? Con el espíritu lúdico y libre de un juego de niños en medio de la naturaleza, el canopy consiste en deslizarse con un arnés a través de cables de acero que van de un árbol a otro.
A diferencia de la típica tirolesa, el canopy implica siempre más de un recorrido entre diferentes puntos. En general, varían las distancias y las velocidades. “En nuestro caso, por ejemplo, vamos de trayectos de menor a mayor velocidad, para que la persona se vaya adaptando y se sienta cómoda. Otro diferencial importante de la actividad es que se realiza en bosques, entonces entre un recorrido y otro tal vez hay que caminar unos metros en medio de un paisaje natural, lo cual ya es una hermosa experiencia en si misma”, señala Eliana Caamaño, guía de montaña creadora y socia junto a su pareja, Fermín Ávila de Patagonia Canopy Tour, en El Bolsón.
Cuenta que esta actividad surgió en Costa Rica a partir de la búsqueda del biólogo Donald Perry quien, en su afán de explorar la naturaleza de diversos modos y con múltiples perspectivas, ideó en los años setenta un sistema de vías de acero que iban de un árbol a otro. Luego, este sistema fue derivando en una actividad relacionada con el turismo que además tiene la ventaja de tener un bajo impacto sobre la naturaleza.
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Así, se trazaron emprendimientos de canopy en espacios naturales de gran riqueza paisajística: desde Costa Rica –donde quienes conocen del tema dicen que se encuentran los recorridos más increíbles con una gran oferta de alturas y velocidades para disfrutar–, hasta la mística de Perú vista desde arriba, pasando también por impresionantes paisajes brasileños, centroamericanos y canadienses.
La idea de apreciar las vistas de la naturaleza desde una perspectiva distinta a la habitual es tal vez una de las grandes ventajas de esta actividad, que propone un cambio en el modo de conectar con los paisajes, pero también una apertura mental. “Creo que esto de colgarse y dejarse deslizar por el aire ayuda a trabajar la confianza, perder los miedos, aprender a soltarse. Y, en algún punto invita también a entregarse al vacío, a no saber qué hay del otro lado, porque muchas veces uno sabe dónde empiezan las plataformas pero no dónde terminan”, señala Caamaño, que destaca la importancia de trabajar con todos los elementos de seguridad necesarios: desde el arnés hasta los cascos, guantes y por supuesto, la guía de personal idóneo. En Patagonia Canopy Tour, explica, siempre son solo los guías quienes manipulan los elementos de seguridad.
El médico deportólogo Omar Lencina señala, en esta línea, la importancia de tomar en cuenta el aspecto recreativo y psicológico de la actividad física. “Está bueno rescatar el concepto de autoestima en el deporte. Una persona que se decide a hacer esta actividad también trabaja su seguridad interna, la confianza y la superación de miedos en muchos casos”. El contacto con la naturaleza es también fundamental, según Lencina: “Pasamos muchas horas encerrados, quietos frente a pantallas. Esto es como un antídoto que ayuda a cortar la cadena de todo esto de lo que nos vivimos quejando. Al ser un deporte al aire libre permite un contacto directo con la naturaleza, de manera recreativa y con la sensación de volar, que es uno de los grandes anhelos del ser humano”, afirma.
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Beneficios para la salud
Además de ser divertido, el canopy aporta grandes beneficios para la salud física y mental, de acuerdo a los especialistas.
Trabaja la propiocepción. Según Lencina, se trata de un concepto fundamental para la práctica de cualquier actividad física. El canopy ayuda a desarrollar el equilibrio necesario para mantenerse sentado mientras uno se desliza y también trabaja la coordinación de tronco, manos y piernas. Eliana Caamaño explica, en ese sentido, que en general se utiliza un arnés ventral que toma cintura y piernas, y la persona tiene que mantener el tronco erguido. Sin embargo, para quienes tienen problemas de columna o no pueden hacerlo, se usa también un arnés de pecho, que toma los hombros y vincula con la cintura. “El hecho de estar colgados suspendidos, luego descolgarse y volver a estar parados para caminar hasta el siguiente punto y volver a colgarse, hace que uno trabaje la propiocepción”, apunta la guía. También explica que siempre se da una charla previa con indicaciones para que la persona vaya entendiendo y coordinando los agarres con una mano o con la otra, mientras trabaja el equilibrio para mantenerse erguido a pesar de la gravedad.
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Mejora la elongación. “Las actividades que se practican con arnés trabajan sobre las fascias, que son tejidos que unen todos los músculos entre sí. Este tipo de actividad ayuda a elongar las fascias, y no son muchos los ejercicios que desarrollen esto”, dice el médico deportólogo.
Trabaja la fuerza. “Además de coordinar manos y pies, la fuerza abdominal y el trabajo de tronco es fundamental para mantenerse sentado mientras uno se desliza”, señala Eliana Caamaño.
Oxigenación. “Al estar al aire libre se trabaja mucho el sistema respiratorio, la oxigenación pulmonar, cardíaca y cerebral, especialmente en estos lugares donde el aire es más puro, sin contaminación. Esto, por supuesto, genera bienestar porque el cerebro se oxigena en un lugar limpio”, dice Lencina.
Disminución del estrés. Todo lo mencionado en los puntos anteriores genera la posibilidad de estar más calmados, conectando de otro modo con la naturaleza y con nosotros mismos. “La idea es dejarnos penetrar por la naturaleza. Vivimos con tanto estrés y rodeados de tantos estímulos que a veces nos cuesta conectar con eso que parece inerte, pero que en realidad está lleno de vida. A veces solo se trata de respirar y contemplar para ir a un lugar profundo adentro nuestro”, dice Eliana Caamaño.
Confianza y seguridad. El canopy abre nuevas perspectivas y puede ayudar a trabajar sobre los miedos. Caamaño cuenta que muchas veces se acercaron al canopy personas con vértigo que acompañaban a alguien pero no deseaban practicar la actividad y luego terminaron no solo colgándose, sino disfrutándolo mucho. Se trata de abrir el panorama y soltarse, y muchas veces funciona como una forma de exposición terapéutica que permite vencer los miedos.