Muchas veces, cuando se huele un jazmín perfumado en la calle o en la casa de algún conocido, surge el deseo de llevar esa fragancia al hogar, ya que resulta difícil resistirse al encanto de sus delicadas flores y al aroma inconfundible que envuelve el ambiente. Para quienes desean cultivar jazmines en distintos rincones del hogar, hay una buena noticia: existen técnicas muy simples que permiten alcanzar este objetivo de manera efectiva.
Los jazmines son un grupo de plantas que pertenecen a la familia Oleaceae, reconocidas por sus flores blancas o amarillas y su característico perfume. Se cree que su origen se encuentra en regiones tropicales y subtropicales de Asia, África y algunas partes de Europa. Sin embargo, actualmente, se cultivan en todo el mundo gracias a su popularidad como plantas ornamentales. Entre las especies más populares se encuentran el jazmín común, el jazmín sambac y el jazmín de leche.
También, dentro de la familia de los jazmines, se destaca la Gardenia jasminoides, más conocida como jazmín del cabo o gardenias. Según un sitio especializado en jardinería, esta especie, que tiene hojas verdes brillantes y llamativas flores blancas, libera un perfume intenso y envolvente. Y, además, puede crecer tanto en macetas como en jardines, lo cual la convierte en una excelente opción para quienes quieren disfrutar de su aroma dentro o fuera de casa.
Como cualquier otra planta, cultivar una gardenia requiere de ciertos cuidados, ya que ella prospera mejor en suelos de pH ácido y con buen drenaje, junto con alta humedad y luz indirecta. Por eso, es importante evitar la luz solar directa durante las horas más intensas, ya que podría dañar sus hojas. Las flores de la gardenia suelen aparecer en primavera y verano, y aunque una vez que lo hacen no duran mucho tiempo (unas dos o tres semanas), estas florecen varias veces durante la temporada.
Cuáles son las dos técnicas para reproducir el jazmín Gardenia
Hay dos técnicas eficaces para hacer crecer jazmines del cabo en cualquier lugar de tu casa: la reproducción por esquejes y la reproducción por capas. Ambas permiten multiplicar la planta y tener más ejemplares para llenar de fragancia cada rincón de tu hogar.
Reproducción por esquejes:
La reproducción por esquejes es una de las formas más comunes y efectivas de propagar una gardenia. Consiste en cortar una rama joven de la planta madre, idealmente de unos 10-15 centímetros, que contenga varias hojas. Para una experta en jardinería, este esqueje debe ser colocado en un sustrato ligero y ácido para enraizar. Con el paso de varias semanas, el esqueje comenzará a desarrollar raíces y podrá ser trasplantado a su ubicación definitiva.
Si se realiza en macetas, es esencial elegir un recipiente con buen drenaje y mantener el sustrato ácido. Al tener el esqueje en maceta, la gardenia se puede mover según la necesidad de luz y temperatura. En cambio, si se planta directamente en el jardín, se debe asegurar que el lugar tenga buen drenaje natural y que la planta reciba sombra parcial para evitar el daño por el sol intenso.
Reproducción por capas:
Otra forma de propagar gardenias es a través de la reproducción por capas. Según un artículo de la Universidad de Florida, esta técnica consiste en doblar una rama joven y flexible de la planta madre hacia el suelo, y enterrar una parte de ella sin separarla de la planta principal. Antes de hacerlo, se puede raspar ligeramente la corteza de la zona que va a estar en contacto con el sustrato, lo que favorecerá el desarrollo de raíces. Una vez implantada en la tierra, se fija con una piedra o una horquilla para que se mantenga en su sitio hasta que las raíces se desarrollen.
En el caso de hacer la reproducción por capas en una maceta, es conveniente elegir una maceta lo suficientemente grande como para contener la rama doblada y permitirle generar raíces sin restricciones. La ventaja de esta técnica en macetas es que se puede mover la planta fácilmente para asegurar las condiciones óptimas de luz y humedad. En el jardín, por otro lado, se debe tener especial cuidado con el riego, y asegurar que la parte enterrada no se seque, ya que la falta de humedad podría impedir que se formen raíces.