¿Puede el alcohol causar un ataque de pánico? La respuesta corta es sí.
¿Puede el alcohol causar un ataque de pánico? La respuesta corta es sí. Los ataques de pánico —oleadas repentinas de miedo intenso y angustia, acompañadas de síntomas físicos como dolor o presión en el pecho, transpiración, taquicardia, náuseas, dificultad para respirar, mareos o entumecimiento en brazos y manos— son episodios de ansiedad extrema.
Y según la Dra. Alëna Balasanova, profesora asociada de psiquiatría y directora de educación en psiquiatría de adicciones en la Universidad de Nebraska, el alcohol y la ansiedad son “dos caras de la misma moneda”.
Si bien mucha gente usa el alcohol como un lubricante social o para relajarse, los científicos han descubierto que puede, en realidad, aumentar los niveles de ansiedad. Esto ocurre cuando el cuerpo metaboliza el alcohol, un proceso que puede tardar un día o más.
Quienes consumen grandes cantidades con regularidad pueden experimentar niveles de ansiedad aún mayores, sobre todo cuando el efecto del alcohol desaparece.
“No quiero asustar a la gente diciéndoles que si salen a tomar unas copas van a tener un ataque de pánico”, aclaró la Dra. Balasanova. “Pero ciertamente el riesgo siempre está presente”.
Ese riesgo es aún mayor si ya padecés un trastorno de ansiedad.
Lo ideal, según Jennifer E. Merrill, profesora de ciencias del comportamiento y sociales en la Universidad de Brown, es que las personas propensas a la ansiedad eviten el consumo excesivo de alcohol o directamente no beban, aunque al principio el alcohol parezca aliviar la ansiedad.
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El círculo vicioso entre el alcohol y la ansiedad
Los científicos aún no comprenden del todo el vínculo entre el alcohol y la ansiedad, pero sí saben que las personas con trastorno por consumo de alcohol —un patrón de ingesta frecuente, difícil de controlar, que persiste a pesar de generar angustia o problemas en la vida cotidiana— tienen más riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad, y viceversa.
El alcohol aumenta la liberación de ácido gamma-aminobutírico (GABA) en el cerebro, un químico que nos ayuda a sentirnos relajados. Al mismo tiempo, inhibe el glutamato, un neurotransmisor asociado con la ansiedad. Estos cambios generan una sensación momentánea de tranquilidad.
Sin embargo, si alguien desarrolla dependencia física al alcohol —tras años de consumo excesivo, por ejemplo—, el cerebro deja de producir tanto GABA y el glutamato se vuelve dominante. Como resultado, el cerebro entra en un estado de hiperexcitación, lo que puede derivar en síntomas como ataques de pánico, explicó la Dra. Kathleen Brady, experta en adicciones y profesora de psiquiatría en la Universidad Médica de Carolina del Sur.
Las autoridades sanitarias federales de EE.UU. definen el consumo excesivo como cinco o más tragos al día (o 15 o más por semana) en hombres, y cuatro o más al día (o ocho o más por semana) en mujeres.
Pero según la Dra. Brady, incluso quienes toman de manera moderada (hasta dos tragos diarios en hombres y uno en mujeres) pueden experimentar ataques de pánico inducidos por el alcohol, sobre todo si ya sufrieron ataques de pánico antes o tienen ansiedad.
El alcohol también puede causar deshidratación o afectar la calidad del sueño, lo que puede hacer que uno se sienta más ansioso de lo habitual, agregó la Dra. Balasanova. Y aunque al principio pueda parecer un alivio, usar el alcohol para calmar la ansiedad solo la empeora a largo plazo, perpetuando un círculo vicioso.
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¿Cómo manejar un ataque de pánico inducido por el alcohol?
Hay maneras de afrontar un ataque de pánico, sea por el alcohol o por cualquier otro motivo. Según David Carbonell, psicólogo en Chicago especializado en trastornos de ansiedad, intentar luchar contra el ataque o distraerse es contraproducente.
En cambio, recomienda la técnica «AWARE», que ayuda a entender lo que está pasando en el cuerpo y sentirse más tranquilo:
- Acknowledge (Reconocer): Aceptar que el ataque está ocurriendo. Estás asustado, pero no en peligro.
- Wait (Esperar): Observar los sentimientos sin intentar forzar que se vayan.
- Actions (Acciones): Probar con respiración abdominal, pero sin la presión de que esto “deba” detener el ataque.
- Repeat (Repetir): Repetir el proceso cuantas veces sea necesario.
- End (Finalizar): Un ataque de pánico suele durar menos de 15 minutos, independientemente de cómo se enfrente.
“Es liberador darse cuenta de que no tenés que hacer nada para que el pánico desaparezca”, dijo Carbonell. “De hecho, mientras más tratás de que se pase, más te alterás”.