Una de las novedades publicadas de diciembre es Karina. La Hermana. El Jefe. La Soberana (Sudamericana, $ 24.999), de la periodista Victoria De Masi, perfil biográfico de Karina Milei, hermana del Presidente y funcionaria de primer rango, a cuya órbita se traspasó recientemente el área de Cultura del Gobierno. La editorial salió al ruedo con una primera edición de diez mil ejemplares.

Fue Javier Milei el que impuso públicamente el alias de su hermana, “El Jefe”, “la primera mujer de la política argentina y la primera persona sin biografía política en ocupar” el cargo de secretaria general de la Presidencia, apunta De Masi, que revela que Karina Milei no respondió ninguno de sus mensajes. La unión de los hermanos Milei se habría fortalecido desde la infancia, ante contingencias familiares.

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Por decreto, a comienzos de noviembre, Cultura de la Nación, a cargo de Leonardo Cifelli, salió del organigrama del Ministerio de Capital Humano y se convirtió en otra secretaría presidencial, es decir, que depende directamente del Presidente. Sin embargo, “operativamente”, el organismo está a cargo de su hermana.

Bajo la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Karina Milei, vamos a profundizar la presencia argentina en el mercado internacional, trabajando en conjunto con Cancillería, la Agencia Argentina de Inversiones y Marca País”, prometió Cifelli en una presentación ante la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados.

Manuel Adorni, Leonardo Cifelli y Karina Milei visitaron los talleres de restauración y conservación de la Secretaría de Cultura de la Nación en la Antigua Biblioteca Nacional

Desde el primer mes, Karina Milei recibe los informes de gestión de la Secretaría de Cultura. “Está muy al tanto de lo que se hace”, indican desde el organismo.

Este martes, cuando se cumplió el primer año de gestión del Gobierno, Cifelli hizo una suerte de balance acerca del programa de “austeridad y ahorro” implementado. En el mensaje, agradeció al Presidente, a Karina Milei y a la ministra Sandra Pettovello. “Encendimos la motosierra. Frenamos un sistema corrupto donde ningún programa rendía cuentas, presentamos denuncias en la justicia por faltantes en Tecnópolis, quitamos todo contenido de ideología política, partidaria y militante de los espacios culturales y reformamos las estructuras de los Institutos de Financiamiento, como FNA o el INCAA, que dejó de ser un agujero negro del Estado”, enumeró el secretario. Concluyó con un tiro por elevación a su antecesor en la cartera, el exministro Tristán Bauer: “Para que se entienda: queda mucho por hacer. Nos dejaron un territorio arrasado. Pero estamos ante un cambio de paradigma en la Cultura donde cada peso que hay se cuida, un cambio firme que acompaña lo que el país eligió en las urnas en 2023”.

La hermana del Presidente participó recientemente de la reapertura de la Antigua Biblioteca Nacional, en la calle México al 500, acompañada por Cifelli, el vocero Manuel Adorni y la directora de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, Susana Soto. El nombre de Karina Milei figura en la placa colocada en la fachada del edificio.

“Karina Milei no tiene especial interés en la cultura; lo que sí le interesa es acaparar, controlar -afirma De Masi-. Por eso ‘se lleva’ Cultura de Capital Humano. Ubica ahí a Cifelli, un productor de cartera escasa. Pero Cifelli dice, por ejemplo, que Tecnópolis ‘era una máquina de gastar plata’, entonces no importa qué haya hecho, importa que lleve en la boca el discurso del mileísmo. No habrá, posiblemente, producción cultural bajo esta gestión. Habrá discurso y verticalismo”.

Sobre la “batalla cultural” que lidera el Gobierno, De Masi observa que “funciona de la misma manera que con las universidades: dinamitar espacios de encuentro, vinculares, de ocio, de reflexión y de pensamiento crítico”.

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Karina. La Hermana. El Jefe. La Soberana no abunda en información sobre la relación de Milei con la cultura (en referencia a aquello que abarca la Secretaría de Cultura de la Nación); sin embargo, el perfil biográfico que publicó de De Masi aporta algunos datos, en los fragmentos que se leen a continuación.

Mientras él se perfeccionaba como arquero, ella se dedicaba a las artes plásticas. Suele contar que se inscribió en el Museo Nacional de Bellas Artes, pero que como era muy pequeña para asistir a los cursos se preparaba con profesores particulares durante el año para rendir los exámenes de dibujo, cerámica y escultura. En aquel momento, fines de los ochenta, el museo no ofrecía talleres en esas técnicas, pero sí la Asociación de Amigos del Bellas Artes. Sin embargo, no hay registro en la asociación de que haya pasado por ahí porque la lista de alumnos empezó a llevarse en 1997, muchos años después. Nunca expuso su trabajo, nunca vendió sus obras. Los objetos (cuadros, figuras de animales, muñecas que sostienen ramos de flores) están exhibidos en el living de su departamento, en Vicente López”.

“Supe que Karina presentó sus adornos para tortas en el Centro Cultural Borges. Googleo y la única muestra de repostería que se hizo allí mientras fue de gestión privada -hasta 2019- es Expo Tortas. ¿Quién la organiza? Cecilia Morana. Para asegurarme, contacto al área de prensa del centro cultural: no hubo otra escuela que haya reservado el salón para su acto de cierre que no sea la de Morana”.

“Bajo la gestión de Javier Milei, el Estado se achicó. Tal como avisó en campaña, la cantidad de ministerios pasó de dieciocho a ocho. A contramano, la Secretaría General de la Presidencia, al mando de Karina, sumó áreas y se expandió. Sacó de la Jefatura de Gabinete la Dirección Nacional de Marca País. Se llevó Cultura, que pertenecía a Capital Humano. La Subsecretaría Legal, que dependía de Coordinación Administrativa. Liberó a Vocería, pero el portavoz Manuel Adorni -un gerente de concesionarias de autos que llegó a ministro- debe responder a Karina. La Unidad de 212 Asesores, Planificación General, Asuntos Presidenciales y la Casa Militar están en su radar”.

“Fue una participación que terminó en un segmento al que bautizaron El Consultorio de Milei. Sería una parodia: en un consultorio de ficción, Sucalesca haría de paciente atormentado por la actualidad económica y Javier, de analista con ganas de contenerlo. Hasta que el segmento llegó al teatro, con producción y dirección de Nito Artaza. Claudio Rico, actor y humorista, también fue parte del elenco: imitaba a Javier. Y Karina se sumaría a la obra.

“Nito Artaza -una vida dedicada al espectáculo, senador nacional entre 2009 y 2015 en representación de la provincia de Corrientes- me atiende mientras se traslada en auto de un lugar a otro. Me dice que él no conduce, que usará la función de altavoz. Tratamos de entendernos entre bocinazos y el viento que se cuela por el hueco que dejan las ventanillas bajas.

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-Me llamó Javier para preguntarme si le podía conseguir el (teatro) Picadilly y producir y dirigir la obra. Vino a casa dos o tres veces. Siempre solo. No, Karina no vino. A mis hijos les decía ‘¡tu papá es un comunista!’. Nos reíamos. Al final, cerramos. Yo le dije que no coincidía con nada de lo que planteaba en televisión, pero que eso no era un problema. Al final salió un espectáculo divertidísimo -cuenta Artaza.

-Sugeriste incorporar a una mujer para el elenco y Javier propuso a su hermana, que estaba mirando un ensayo. ¿Es así?

-Sí, necesitábamos a una secretaria que reciba al paciente, que era Milei. Sucalesca era el psicólogo. Era una forma de sumar escenografía, una puerta, un timbre que sonaba. Y además Karina tenía que cobrarle a Javier y podíamos aprovechar para que él pregunte, por ejemplo, si había descuento por pago en efectivo. Milei tenía ángel.

-¿Y Karina tenía?

Una mujer desenvuelta. Decidida. Era un papel chiquito. Al final de la obra, Javier rompía un cartel que decía Banco Central con un palo de hockey. Karina salía a escena y le colocaba un chaleco de fuerza y se lo llevaba. Salían entre la gente, cantando al ritmo de una traviata ‘libertad, libertad, libertad’. Se llenaba el teatro. Se llenaba de pibes, chicos jóvenes, trescientos todos los viernes.

-¿La hermana tenía algún otro rol?

-Sí, sí. Cuidaba el borderó. Al día siguiente de la función me caía el mismo mensaje: ‘¿Los números, Nito?’. Como vendíamos las entradas por Internet y la guita se acreditaba en quince días, yo les adelantaba el porcentaje que les correspondía con un cheque. Ella te peleaba el centavo, insistía. Si eran, supongamos, 9.771,20 pesos y yo hacía el cheque con la cifra redondeada en setenta, Karina pedía lo que faltaba”.

De Karina. La Hermana. El Jefe. La Soberana