En Mendoza se habló de “sacudón” desde que Daniel Oldrá presentó la renuncia. Es que el “Gato” es un símbolo de Godoy Cruz. Siempre a la orden del día desde la estructura juvenil, cada vez que un entrenador se fue, estuvo su figura para dar tranquilidad y levantar al club desde lo futbolístico. La última historia en primera llevaba mucho tiempo, más de un año y medio, por lo que el hombre, de 57 años, directamente tuvo la necesidad (entristecida) de comunicar su paso al costado del club hace seis días, tras la derrota por 1-0 con Platense.

Vélez, antes de Boca: el equipo de memoria demostró que también tiene recambio de buen pie, pero se le apagó el gol

Por las tres derrotas consecutivas, quizás, no sonaba tan extraño si se mira la actualidad de una tabla que tiene al “Tomba” en el puesto 17, pero sí sorprendía si se observaba la anual, con el equipo en puestos de clasificación a la Copa Sudamericana y con puntos por jugar y aspirar a conseguir sacar pasaje a la Libertadores. Sin embargo, hace pocos días apareció un rumor que detonó todo: junto a otros clubes, los mendocinos serían investigados por estar involucrados en los arreglos de partidos que incluyen apuestas deportivas. Si a Oldrá se lo apreciaba, con ello, más aún.

Ni siquiera alcanzó que el propio exentrenador saliera a hablar enseguida para bajarle la fuerza a la mirada de reojo sobre los futbolistas. “Con el tema de las apuestas se perdió la esencia del fútbol, este es otro fútbol. No es lo que veías en el barrio, en el potrero. Lo ves con lo que pasó con Riestra (el debut del influencer “Spreen”) y nadie dice nada. Da lo mismo todo”, fueron sus primeras palabras sobre el tema en general, en diálogo con el medio mendocino “Dos de Punta”.

Daniel Oldrá decidió dejar el club de su vida, donde fue reconocido por la institución y por los hinchas: el mundo Godoy Cruz, desde el rumor, ahora apunta a los jugadores y esas supuestas apuestas deportivas que bien pudieron poner en víctima al

Cuando profundizó en el caso puntual de Godoy Cruz, su elección fue bajar el tono, pero pareció no poner las manos en el fuego por nadie: “Sinceramente no puedo creerlo, se dicen un montón de cosas y eso me hace ruido. Para mí, lo más lindo del fútbol, son los futbolistas, pero sé que hay de todo. Uno cree en la inocencia de los futbolistas, que van todos atrás de una pelota”. Y cerró: “Si no creo en mis futbolistas, no puedo estar más en el fútbol”.

Así las cosas, en Mendoza relataron que el clima en el estadio Malvinas Argentinas, que aguardaba por el cotejo de este domingo entre el equipo tombino y nada menos que el puntero Vélez (0-0), estaba enrarecido. Y si se intuía que pasarían cosas, aquello era acertado. Adentro y afuera.

Ernesto Pedernera ya ocupa el lugar que dejó Daniel Oldrá el lunes pasado, tras caer con Platense, en medio del enojo de los hinchas con sus futbolistas.

Para empezar, cuando el altoparlante mencionó a todos los jugadores de los que eligió disponer el nuevo entrenador, Ernesto Pedernera, la hinchada optó por aplaudir solamente a los jóvenes que, por supuesto, cuentan con ese crédito inicial. En cambio, la reprobación fuerte apareció cuando nombraron puntualmente al lateral Lucas Arce y al zaguero Federico Rasmussen: este último, uno de los subcapitanes, no llevó la cinta pese a la ausencia de Pier Barrios, otro de los que venía apuntado. ¿Con el resto? Indiferencia. Un club revolucionado…

Por eso es que, además de la expresión ruidosa, también estuvieron las banderas puntuales que dicen todo. “Venimos por los colores, no por ustedes”, decía una que se colgó en la platea descubierta. En la cubierta, en cambio, una más pequeña dirigida al saliente técnico: “Gracias, Gato”. Mientras que en medio de la barrabrava se vio una más amenazante que surge a raíz de la noticia que salió a la luz en estos días: “Si vas a apostar, piensa en tu familia”.

Incluso, otro rumor habla de que Oldrá habría tomado algo de aire post renuncia, se estaría tomando alrededor de un mes de vacaciones y retornaría al club para coordinar las inferiores del club del que se acaba de ir. Tal como lo había hecho antes de asumir la conducción del plantel de primera.

Por otro lado (y, a la vez, unido), el compromiso ya había iniciado cuando ese clima explosivo también se vivió en las calles aledañas al estadio. Son múltiples los videos de una clara situación: los hinchas mendocinos querían superar una de las últimas vallas para poder ingresar al estadio, pero la caballería no dejaba ingresarlos, levantando sus palos como señal de advertencia. ¿Qué hacían los hinchas? Apenas cantaban y esperaban con quejas esporádicas, aunque sí muy agrupados. Hinchas que tenían, algunos, la compañía de niños y niñas. Es decir, se trataba, en muchos casos, de familias. Pero todo empezó a desmadrarse.

La policía decidió dispersar la zona. Las balas de goma comenzaron a escucharse en esa entrada y junto al andar de las motos que recorrían las calles mientras la gente entraba en temor y se alejaba. También, claro, la postura de éstos de defenderse. Tiraron algunas de las vallas, le lanzaron cosas a la caballería y empezaron a golpear, en efecto, esos palos que amenazaban: se vio cómo, por lo menos un hincha, terminó con la cabeza ensangrentada y la necesidad de usar su camiseta para cubrir la herida.

La salida de Daniel Oldrá ya era un fuerte detonante para mostrar fastidio en las tribunas, pero el rumor fuerte de que el club esté involucrado en las apuestas deportivas mediante sus jugadores fue la gota que rebalsó un vaso que viene acumulando líquido desde hace meses.