“Es una frase que denota acción, movimiento, estar haciendo cosas”. Gabriel Corrado describe las connotaciones de Estamos en una, el nombre elegido para el programa que comenzará a conducir en la TV Pública desde el mes de diciembre, de lunes a viernes de 14.30 a 16. No será la primera vez que el actor se involucrará en ese rol. Años atrás animó ciclos en Telefe, la televisión de España y, en la temporada 2021, se puso al frente de Mañanas públicas en la señal estatal que nuevamente lo sumará a su staff artístico. “El nuevo ciclo, si bien también tendrá actualidad y coberturas de deportes y salud, me gusta definirlo como un show”.
En 1987 debutó frente a cámaras con un rol menor en una telenovela. Desde allí no paró más. Escaló posiciones hasta llegar al protagónico y convertirse en una de las estrellas del género. Fue el consabido galán, rótulo que, con justa razón y coherencia, no le disgusta en absoluto. Aún hoy podría ejercerlo. A los 63 años luce tan impecable como cuando besaba a las heroínas de los culebrones (Amándote, La extraña dama, Perla negra, Hombre de mar).
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Con voz portentosa y mucha amabilidad, Corrado saluda al personal del canal con el que se cruza en el recorrido por los interminables corredores del edificio de la TV Pública.
La conducción es una elección auténtica que no debe leerse como un reemplazo a su vocación actoral. Justamente, a la hora de pensar en la ausencia de producciones de ficción en las señales de la televisión abierta, no claudica ni se empantana en la queja: “Soy un optimista por naturaleza, nunca creo que el pasado fue mejor. Mi mantra es ´mañana será un gran día´. No me quedo con lo que ya viví”.
-De todos modos, para alguien que construyó su carrera en torno a los pilares de la telenovela, no de debe ser grata la sensación de la parálisis de la producción local.
-El mundo está jodido y nuestro país venía atravesando serias dificultades económicas, entonces eso hace que tengamos que ser creativos a la hora de producir. Me parece que es un buen momento para buscar empresas y que se hagan branded content. Cuando era chico salía al aire La familia Falcón, un éxito que nació porque se iba a lanzar el Ford Falcon y le pidieron a una agencia de publicidad que generara un producto para promocionarlo. Se terminó convirtiendo en un clásico.
-En ese sentido, también podemos mencionar a Casino Phillips y, en lo que era ATC (Argentina Televisora Color), se podía ver en trasnoche el Kenia Sharp Club, por solo citar dos ejemplos.
-Y no nos olvidemos de Odol pregunta.
La ecuación sería ir al supermercado en busca de marcas. Al menos una salida posible a la parálisis del medio: “Ese modelo de producción tiene que volver. Hoy, hasta los conductores de noticieros dicen publicidades entre las noticias. La ficción tiene que buscar la forma que el negocio sea viable, aunque, no hay que olvidarse que la clave siempre está en el contenido, no cualquiera escribe una buena historia”.
-Las últimas ficciones nacionales que salieron al aire no contaron con guiones demasiados atractivos.
-Un buen cuento siempre funciona.
-Por otra parte, el público siempre quiere ver a sus actores.
-A Envidiosa, con Griselda Siciliani, le fue muy bien; en El encargado, Guillermo (Francella) está desopilante y es un suceso.
-¿Qué te gustaría hacer en ficción?
-Una muy buena comedia.
Rótulos
-¿Al galán se le pide que sostenga ese rasgo distintivo eternamente? ¿Sentís la presión de lucir bien, de responder a un modelo de belleza?
-No, para nada. Hoy me siento mejor que a los treinta porque disfruto más de las cosas, tengo más conocimiento y me considero una persona más interesante. Me junto con quien quiero y ya no hago nada por obligación. Elijo.
-Eso en la vida, ¿qué sucede con el trabajo?
–Los personajes que voy interpretando trato que no tengan nada de galán. Al contrario, busco reírme de eso.
-¿Te ha pesado que te convocasen para cumplir el rol de galán reiteradamente?
-No, jamás me sentí encasillado.
-De todos modos, es muy complejo construir un galán, no solo tiene que ver con lo estético.
–Cualquier tipo guapo no puede ser galán. Muchos que lo intentaron, fracasaron. Una vez, Jorge Guinzburg me dijo “vos venís a ser el goleador del equipo”, me pareció una definición fantástica. Quizás no sos el mejor jugador de la cancha, pero hay que saber meter los goles, no todos pueden. A mí me gusta la palabra ´héroe´. Desde chico fui un héroe sin capa.
-¿Por qué?
-Me gustaba defender a mis amigos o salvar a alguna chica, era peleador.
-Hablábamos sobre el rótulo de galán.
-Mucha gente se come el personaje, a mí me sucede lo contrario.
-¿Por qué lo decís?
-Cuando hacía tiras, terminaba la jornada de grabación, volvía a mi casa y lavaba los platos.
-Una buena deconstrucción del “macho alfa”.
-Cuando mis hijos eran chicos, cambiaba pañales y los llevaba al colegio. Siempre intenté que la popularidad no me quitase la vida normal.
Amores sin ficción
-Llevás un matrimonio de varias décadas.
-Más de treinta años junto a Constanza (Feraud), mi mujer.
-¿Es cierto que fue ella quien te invitó a salir por primera vez?
-Así fue.
-¿Ya eras conocido?
-No.
-¿Cómo sucedió?
-Era la época en la que estudiaba teatro y fui a la casa de un compañero en Bella Vista. En ese barrio la crucé cuando fuimos a comprar algo a un supermercado para tomar el té. Nos miramos, pero no pasó nada. Al tiempo, ella consiguió mi teléfono, me llamó y me invitó a una fiesta de disfraces que organizaba una amiga. Me pareció muy osado y genial. Mi mujer está empoderada desde siempre y mi madre también ha sido así, me parece lo mejor. Por otra parte, no soy nada machista. Me acuerdo que, cuando salía con mis amigos, me preguntaba por qué éramos nosotros los que teníamos que sacar a bailar a las mujeres.
-¿“Rebotaste”, alguna vez, frente a una mujer?
-Por supuesto.
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-Vuelvo a tu matrimonio, ¿es cierto que enfriaban la manteca en el balcón porque no contaban con el dinero para comprar una heladera?
-Sí, fue cuando recién nos fuimos a vivir juntos. Fue una decisión compartida porque era muy fuerte pasar del anonimato a la popularidad.
El actor se refiere a los coletazos que despertó la telenovela de Canal 9 Quiero morir mañana, su primera aproximación a la fama: “Era salir del canal y que te estén esperando las chicas. Eso fue tan fuerte que nos llevó a tomar la decisión de irnos a vivir juntos”.
-¿Qué relación había entre una cosa y otra?
-No podíamos ir a un restaurante, entonces era mejor convivir para tener un poco de intimidad y que la gente no se me tirara encima para pedirme autógrafos.
-El sueño del pibe para una actor que se inicia.
-No reniego de eso, pero también era importante tener espacios propios con mi mujer.
Si de deconstrucciones de mandato se trata, el tema “Traición” del dúo Pimpinela cuenta una historia de enamoramiento entre dos amigos varones. El video de la canción fue protagonizado por los hermanos Lucía y Joaquín Galán, Carina Zampini y Gabriel Corrado. “Lleva más de cincuenta millones de visualizaciones, fue romper con el modelo del galán”, reconoce el actor y agrega: “Tengo mis limitaciones, como todos, pero me siento capacitado para hacer un montón de cosas”.
Perfección
Está claro que la belleza es un parámetro estético atravesado por variables históricas, culturales, sociales y hasta políticas. Podría decirse que los rasgos y el físico de Corrado lo ubicaron en ese codiciado grupo de los “bellos”. Deconstrucciones mediante, ese pensamiento se decodificó para hablar de “cuerpos reales”.
-¿Cuándo tuviste conciencia que reunías las características de una persona “bella” y cómo hiciste para que eso no te encegueciera, teniendo en cuenta que tu cuerpo y tu rostro forman parte de tu instrumento de trabajo interpretativo?
-Buena pregunta. Cuando era chico y salíamos a caminar con mis padres y Guillermo, mi hermano mayor, la gente, refiriéndose a mí, decía “qué lindos ojos”.
-Eras un niño, ¿qué pasaba con ese halago?
-Llegaba a mi casa y me miraba en el espejo, pero queriendo encontrar los ojos marrones de mi hermano, que era mi ídolo. Mi papá también tenía cabello y ojos oscuros, con lo cual, el hecho de tener ojos claros y ser rubio no era, para mí, algo positivo.
-De más grande te habrás dado cuenta que tus características físicas ranqueaban bien.
-Con los años, tomé conciencia que las chicas empezaban a gustar de mí, pero siempre sentí que mis características sólo eran una llave, nunca me quedé con eso. Antes de conocer a Constanza (Feraud), cuando salía con una chica, tenía que apelar a otras herramientas porque la belleza se acaba a los cinco minutos, luego viene la charla. Lo mismo me sucedía cuando me gustaba mucho alguien, había algo de la conversación y el sentido del humor que era lo que terminaba seduciendo.
Me too
-En la última década han emergido denuncias hacia colegas tuyos vinculadas a abusos. ¿Cómo has vivido los cambios en el medio artístico en torno a estas cuestiones?
-Me parece que la mujer no sólo tiene que ser respetada, sino que también debe ocupar un rol importante en una ficción.
-¿Te referís al tipo de personajes a interpretar?
-No sólo a eso, sino también a que hombres y mujeres deben ganar lo mismo o, si corresponde, una actriz puede tener mejor cachet. La clave está en la igualdad. Por otra parte, las historias deben empezar a contemplar a señoras más grandes y no sólo a las chicas jóvenes. En Hollywood, eso es mucho más habitual que acá.
-Hubo una clara modificación del paradigma social…
–Se debe buscar el equilibrio, no caer en la cacería de brujas y que, por ser hombre, tengas que pedir disculpas. Hay historias y canciones que ya no son posibles o basta pensar en los cómicos de los años ochenta, donde se trataba a la mujer como un objeto.
-Te tocó trabajar en un tiempo bisagra. Haciendo un rápido repaso mental, no encuentro que las historias que te tocó protagonizar hayan tenido un corte machista.
-Todo lo contrario, en la ficción me han pegado varias cachetadas actrices como Andrea del Boca o Millie Stegmann.
-Hoy tampoco eso sería factible. La violencia es violencia más allá del género de la persona que la ejerza.
-Solo es posible irse a las manos si lo amerita el guion de una manera responsable, seria.
Sentidos
“Es lindo ir por la vida feliz, con la mochila liviana”, declama el actor y ahonda en la cuestión apelando a la filosofía oriental y al psicoanálisis, herramientas que le permitieron convivir con algunos dolores. “Las muertes de mis padres fueron golpes muy duros, pero ir con la mochila liviana te hace vivir con menos culpa y entender que no se pueden atajar todas las pelotas, ya habíamos compartido mucho, aunque uno siente que nunca es suficiente”.
-¿En qué te ayuda hoy el psicoanálisis?
-A ir en busca de cosas nuevas, desafiarme, moverme de acá para allá, no tenerle miedo a casi nada. Trato que la edad no me haga perder la curiosidad, el hambre. Soy un tipo que tiene hambre de más, pero no por la ambición de juntar plata, me refiero al hambre de gloria.
Entrando en este plano, Corrado se refiere al “ikigai” vocablo oriental que da cuenta de hallar un “sentido de la vida”, “una razón de ser”. “En los documentales sobre las llamadas ´zonas azules´ se cuenta que las personas más longevas son las que tienen un ´ikigai´ definido, que lo han visualizado claramente”.
-Una finalidad que justifique la vida.
-Un propósito que haga que te levantes a la mañana con muchas ganas para hacerlo.
-Hay personas de veinte o treinta años que no poseen ese estímulo.
-No tiene que ver con la edad.
-¿Cuál es el tuyo?
-Mi “ikigai” sigue siendo desarrollar proyectos, trabajar.
También su familia forma parte de sus prioridades. El matrimonio conformado por Constanza Feraud le permitió ser padre de Lucas, Lucía y Clara. “Es una satisfacción que cada uno haga su vida”. Lucas, que vive en Ámsterdam, se recibió de licenciado en Economía Empresarial en la Universidad Di Tella. Lucía, radicada en Alemania, es licenciada en Comunicación Social. Clara, establecida en Nueva York, dirige una compañía de turismo. “Me hace feliz saber que ellos están bien, más allá que con mi mujer los extrañamos”. La familia suele escoger un lugar en el mundo y hacia allí todos se dirigen para compartir unos días juntos. “Hablamos permanentemente y, tecnología mediante, a través de las videollamadas nos sentimos más cerca”.
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Los hijos han tomado de su padre el temple aventurero, quien, a fines de la década del noventa, siendo una estrella de la ficción televisiva pateó el tablero y se radicó en España para conducir shows televisivos con buena respuesta de público. “Sentía que acá había tocado un techo y fui en busca de más”. Coherente con su propio “ikigai” y empoderado por el éxito de las telenovelas que interpretaba y que se difundían en las pantallas europeas.
Podría decirse que Gabriel Corrado jamás le fue esquivo a los dictámenes de su deseo. Cuando finalizó el colegio secundario, y luego de cumplir con el Servicio Militar Obligatorio -curiosamente donde se cruzó esporádicamente con Diego Armando Maradona– su padre le consiguió un trabajo en la fábrica Grafa que quedaba en Villa Pueyrredón, el barrio donde se crio. En simultáneo, comenzó a cursar la carrera de Medicina y a tomar clases de teatro. Está claro que lo último pesó más. “No había actores en la familia; mi evolución personal y profesional tiene que ver con mi sacrificio, en haber creído en mí y que muchas personas también hayan creído y ayudado”.
-¿Cómo intercedieron en vos aquellas primeras aventuras artísticas en la escena independiente?
-El teatro me abrió la cabeza, comencé a leer a Marcel Proust, Peter Brook, siento que ahí está el verdadero valor de una persona, aunque la belleza también me encanta.
-¿Cuándo abandonaste otro tipo de trabajos y te dedicaste de lleno a la actuación?
-En unas vacaciones me fui con mi grupo de teatro al Valle de Punilla y largué todo. Le dije a mi viejo: “papá, confiá en mí, te aseguro que me va a ir bien”. A él y a mí mamá les prometí que los llevaría a Europa y cumplí. Cuando me hice conocido, mi viejo iba a hacer las compras y le decían ´hola don Corrado´, le cambiaban el apellido.
El Corrado artístico viene de la rama materna, su apellido paterno es Andreacchio. En una de sus manos, un anillo que es también un sello, representa el escudo de su familia de origen italiano. Su padre murió en 2018 de manera repentina. “Era grande, tenía 94, pero estaba bien. Un día se sintió mal y en una semana falleció. Lo sigo teniendo como a mi héroe. Recuerdo cosas que me dijo y valoro su sabiduría, trato de tener eso vivo, es un legado. Era muy sencillo, simple, nos ha educado con mucho esfuerzo. Mi madre murió en 2022 y fue muy doloroso. Nos contaba cuentos cuando éramos chicos, fue la artífice de que me gustara la ficción, porque, a mis nueve años, veía Rolando Rivas, taxista con ella. Ahí le dije que quería hacer eso y ella se habrá sonreído”.
Su padre era empleado de General Motors y su madre se desempeñaba como maestra. A pesar del anhelo por concretar el mandato de “M´hijo el dotor”, confiaron. “También es importante tener una gran voluntad para que, si no te va tan bien al principio, sigas adelante. Soy muy tesonero. Cuando una ficción no anduvo tan bien, hubo que ponerse de pie y pensar en lo próximo. Hay que seguir adelante y que te recuerden como un goleador”.
-Ahora tu partido se juega en la TV Pública.
-En tiempos de la inteligencia artificial, me parece que es un gran momento para acompañar al público, mirarlo. Hay mucha gente sola que no tiene con quién compartir, por eso creo que informar y entretener es el rol de los comunicadores y, sobre todo, acariciarlos de manera simbólica.
En el nuevo programa, lo acompañarán Lucía Maidana Cornejo (streamer), Martín Vázquez (humor), Stefhie Cherni (tecnología), Juan Ballesteros (deportes) y Magalí Ahrendts (actualidad). El conductor hace especial hincapié en uno de los tramos que será, según anticipa, un atractivo insoslayable del formato: “Mostraremos a personas anónimas que patearon el tablero, dejaron la actividad que venían haciendo y se dispusieron a emprender algo nuevo”.
Así como esas historias de vida abarcarán buena parte de la propuesta, también una característica de su personalidad se verá reflejada en el programa: “Desde chico fui muy competitivo, hice mucho deporte, me destaqué en fútbol, era un muy buen puntero derecho, y también juego bastante bien al ajedrez”. En el ciclo, los invitados jugarán al tejo y al ping pong, entre otros pasatiempos, mientras el actor conversará con ellos: “Entrevistar es un arte que aprendí a hacer y me encanta”.
Luego del estreno de Estamos en una, el próximo año se estrenará Mensaje en una botella, film dirigido por Gabriel Nesci, donde integra un elenco estelar en el que también figuran nombres como los de Luisana Lopilato y Benjamín Vicuña. “Es una historia disparatada, me encantó animarme a hacer algo que no había hecho”.
Va por todo en esa posibilidad de generar nuevas experiencias. “Acabo de terminar de escribir, junto con Sol Levinton, Línea de ratas, el guion de un film ambientado en los años cincuenta, cuando los nazis llegaron a la Argentina”. El proyecto ya fue presentado a una plataforma y el actor se entusiasma en la posibilidad de poder protagonizarlo. También es el autor de la trilogía literaria El Secreto Aladina. Su paleta de colores es amplia.
-Desoíste el mandato de tus padres, pero tu carrera te recompensó…
-Estaba convencido.
Antes de la despedida, reconoce: “Las muertes de mis viejos fue el dolor más grande que atravesé, me partieron al medio, es indescriptible, pero siguen viviendo en mí, están presentes en los recuerdos; me vas a hacer llorar”. No es la idea.