LAS VEGAS (Enviado especial).- En la ciudad del juego hubo un dominio claro de los Mercedes de George Russell, que largó desde de la pole position, y el de su compañero de equipo, Lewis Hamilton, primero y segundo en la carrera. Ambos aprovecharon la gran velocidad de sus motores para imponerse a la Ferrari de Carlos Sainz, quien había arrancado desde la segunda posición, y de su compañero Charles Leclerc.
Al neerlandés Max Verstappen (Red Bull) con una quinta posición final, le bastó en el Gran Premio de Las Vegas para conquistar su cuarto campeonato mundial de pilotos. ¿Cómo se planteaba la situación con miras a la definición del título? Lando Norris era el único que podía discutirle el certamen a MadMax y culminó sexto, por delante de su compañero en McLaren, Oscar Piastri. En la antepenúltima vuelta, Norris intentó hacer la vuelta rápida para ganar un punto y retrasar la inevitable coronación de Verstappen, pero no fue posible. Ese récord quedó para Lewis Hamilton, que había remontado desde la decima posición de largada.
¿Y qué sucedió con Franco Colapinto? En un escenario diferente, alejado por ahora de las posiciones lideres y en un equipo con un coche de menor rendimiento, el pilarense partió desde la calle de boxes y consiguió un avance de seis puestos en una carrera lineal, lejos de fricciones inútiles y superando incluso a algunos rivales con autos que, sobre el papel, debían ofrecer mayor rendimiento. El argentino quedó finalmente en la 14ª posición, la misma que había logrado en la segunda fase de la clasificación del viernes antes de su tremendo accidente en la curva 16 del circuito de 6,2 kilómetros.
En las horas previas al Gran Premio, se reveló que la noche del viernes fue quizás la más difícil en la vida de Franco. Los médicos de la Federación Internacional del Automóvil le diagnosticaron una leve conmoción y le recomendaron descanso hasta el sábado a las 14, horario que le reservaban para una segunda revisión y darle el alta, si correspondía. El impacto contra el muro, en la salida de la curva 16, alcanzó una intensidad de 50G. Su casco golpeó contra el halo de protección, estirando las vértebras del cuello en la desaceleración. Afortunadamente, el casco resistió el impacto, y Franco no sufrió lesiones visibles.
En el paddock de Las Vegas, los mecánicos de Williams, apoyados por el equipo de su compañero Alex Albon, desmontaron los restos retorcidos del chasis de Colapinto, cambiando prácticamente todo: chasis, carrocería, alerones, suspensiones, frenos y más. Se trataba de armar, casi, un coche nuevo.
Franco llegó esa noche al hotel acompañado de sus managers, María y Jamie, y su padre Aníbal. Su progenitor decidió descansar en un sofá en la habitación de Franco para vigilar el sueño de su hijo. Tras un descanso reparador, Colapinto llegó al paddock proyectando optimismo y dispuesto a terminar su trabajo del fin de semana.
No se supo en esa tarde de sábado qué planificaron exactamente Colapinto, su ingeniero Gaetan Jego y Vowles, quien durante muchas horas mostraba un gesto de gran disgusto y tensión. Sufría porque tenia que estrujar la chequera de su patrón inmediato, Matthew Savage, el Chief Executive Office de Dorilton, fondod e inversión dueño del equipo Williams. Si los tres coches rotos en Interlagos tres semanas antes habían consumido entre 2,2 y 2,4 millones de dólares en reparaciones, este cuarto ejercicio, el tercero propiciado por el prometedor novato Colapinto, requería otro millón.
El sábado Franco recibió en el “hospitality” la visita del ex futbolista Carlos Tevez, uno de sus ídolos y amigo personal. Estos momentos de relajación con figuras notorias son casi los únicos de contacto personal que Williams permite en fines de semana de carreras con el mundo con el mundo externo. Al darse la luz verde a las 10 de la noche, en una ciudad que nunca duerme y que permanece iluminada con intensidades y colores cambiantes que le otorgan unas vistas tan estimulantes como atractivas.
Una vez dada la luz verde que indico el inicio del Gran Premio, partiendo desde la calle de boxes, Franco avanzó con cautela. Estaba último calzando neumáticos duros que debían durar unas 17/19 vueltas. Los pilotos más arriesgados habían comenzado con gomas de dureza media, los de banda amarilla. Por delante de Bottas había rivales que podían ser “alcanzables”, entre ellos Lance Stroll (Aston Martin), Fernando Alonso, Liam Lawson, Zhou Guanyu y Kevin Magnussen.
Después de todo, Colapinto se había situado octavo en el tercer entrenamiento no oficial, por delante de Kevin Magnussen (9º), Yuki Tsunoda (Racing Bull, 16º) y Liam Lawson (Racing Bull, 18º).
En la primera parte de la carrera, Colapinto mantuvo una actitud de observación. Él y Bottas comenzaron a adelantar posiciones cuando se iniciaron las paradas para cambiar las gomas medianas (elegidas por los líderes de la carrera) por neumáticos duros. Ambos se vieron favorecidos por pasar a las medianas seis vueltas más tarde que sus rivales.
Con un ritmo in crescendo, Colapinto terminó superando a Bottas y a Stroll. Tras cambiar neumáticos los líderes, los dos Mercedes, ambos Ferrari y ambos McLaren quedaron por detrás de Colapinto. Con coches bastante más eficaces y neumáticos frescos, pidieron paso. Franco decidió no entrar en batallas que no eran las suyas, dejando adelantar cuando correspondía. Era clara la consigna: cuidar el coche, graduar el ritmo y solo pasar si el rival lo facilitaba. Una misión adecuada y realista, acorde al sombrío pasado del que se venía.
En su avance, Colapinto llegó a marcar tiempos de vuelta comparables a los del McLaren de Oscar Piastri. Avanzó hasta atacar a Kevin Magnussen, quien logró contenerlo. Tampoco se trataba de lanzar una estocada desesperada. En la última vuelta, el chino Zhou Guanyu, a quien Franco había superado, disponía de neumáticos mucho más frescos tras su última parada y lo adelantó. Colapinto terminó en la 14ª posición, un resultado mejor de lo que podía esperarse teniendo en cuenta desde dónde comenzó la carrera y con un coche recién reparado cuyo estado era una incógnita.
El automovilismo tiene mucho de sube y baja: el viernes por la noche, después de la clasificación, Colapinto estaba hundido y había muchas dudas sobre su participación en la carrera y su futuro. Su compañero Alex Albon se había situado 19º, eliminado en la Q1. Minutos después ocurrió el accidente de Colapinto. Albon largó bien en la carrera y comenzó a avanzar, pero en la vuelta 26 tuvo que abandonar por un fallo en el motor. Entonces fue Franco quien pasó a defender los colores de Williams. El sube y baja.
Tras el final, mientras Colapinto respondía a las televisiones de pago internacionales, donde no tiene acceso la prensa gráfica, su mánager, María Catarineu, sonreía aliviada:
“Fue un día difícil el de ayer y hoy nos recuperamos como pudimos. Lo de ayer fue un pequeño error que al final costó muy caro. Por suerte, estuve bien, pero quedé medio bobito cuando bajé del auto. Estaba medio drogado…, no sabía que pasaba. Por suerte, hoy me dieron el OK en la parte médica para que pudiera correr. Y la verdad es que los chicos en el box hicieron un trabajo impecable para poner el auto de vuelta hoy, en la carrera. Dos horas antes de salir se rompió la bomba de aceite, así que tuvieron que abrir de vuelta la caja de cambios y el motor, sacar todo y cambiar. Lo que trabajan estos pibes… Les tengo que hacer una estatua. Es una cosa de locos. Quería darles a los mecánicos algo para festejar hoy a la noche, pero bueno; lo haremos en Qatar”.
Coincidía su padre, Aníbal, el “vigilador de sueños”: “Era primordial terminar la carrera con el auto sano y que él agarre confianza de nuevo, más que nada por todo lo que trabajaron los mecánicos. Había que darles una pequeña satisfacción de cumplir todas las vueltas y con el auto entero”.
Una vez desocupado de su obligación con las televisiones internacionales, Colapinto declaró LA NACION: “Sí, la verdad que fue un buen día después de ayer, que fue complicado. El trabajo del equipo para reparar el auto fue increíble. Hoy se trataba de sumar kilómetros. Ahora voy a saludar a los mecánicos”.
No necesitaba decir más. Bastaba por el momento. Entre este sábado y la primera práctica para la carrera de Qatar el próximo viernes aparecerán respuestas a las preguntas que seguramente él y su entorno se están haciendo en torno a un fin de semana que les costará olvidar.