“Lo quería disfrutar de verdad, pero me está costando”. Franco Colapinto está atravesando el mejor momento de su vida. Es un piloto de Fórmula 1, de apenas 21 años, nacido en Pilar y que consiguió fama, dinero y un provenir deportivo maravilloso en apenas un puñado de meses. Sin embargo, una dolorosa situación familiar lo cambió todo.

Colapinto llegaba con grandes expectativas a este fin de semana en Brasil, donde miles y miles de argentinos se acercaron para apoyar al nuevo suceso del automovilismo de nuestro país. Lamentablemente, en la mañana del viernes se encontró con la triste noticia del fallecimiento de Leónidas, su abuelo paterno, reconocido escritor de Bahía Blanca. Franco ingresó al paddock visiblemente conmovido este viernes y evitó en toda la jornada el contacto con la gente y con la prensa, algo inhabitual en él. Un poco mejor este sábado, pero con la misma tristeza, afrontó el desafío deportivo. Y los micrófonos.

“Es una locura. Gracias por venir, es muy lindo el apoyo que estoy teniendo. Me hicieron sacar una sonrisa y… gracias”, dice después de la sprint race, en la que terminó 12°. Se nutre de la gente, como ocurre en buena parte de su carrera. Hay una conexión especial, que de todos modos no transforma la escena: no está bien. Se le nota. Dentro y fuera de la pista.

El arranque de la carrera fue sensacional, a pura velocidad. Luego se mantuvo, prácticamente no tomó riesgos. No fue el Colapinto que todos conocemos. Más cerebral, sereno. Lejos de la explosión habitual, más allá del dignísimo 12° lugar al que llegó en el final de la competencia, cuando el safety car salió de pista y en la última vuelta pasó a Oliver Bearman.

Terminó en esa destacada posición en la carrera sprint en el circuito de Interlagos, en la previa del Gran Premio de San Pablo que se correrá este domingo. El argentino tuvo un rendimiento sobrio, largó en el puesto 14 y consiguió avanzar, luego de la largada.

Se mantuvo en la colocación número 13 hasta que en la última vuelta superó a Oliver Bearman y terminó 12°. Lando Norris, con McLaren, se adjudicó la competencia sobre el final, cuando pasó a su compañero de equipo, Oscar Piastri, que finalizó segundo. Fueron momentos de tensión en el equipo McLaren, ya que parecía que la estrategia perjudicaba a ambos pilotos, con Max Verstappen acechando. Finalmente, el neerlandés no pudo superarlos y quedó en la tercera posición.

Después de la carrera, Franco Colapinto habló de lo que fueron 48 horas muy dolorosas y con sensaciones encontradas. Los miles de fans que se movilizaron para verlo y la noticia del fallecimiento de su abuelo paterno lo llevaron por estados de ánimo contrapuestos. “Un día muy difícil ayer, muy triste. Hoy me levanté mejor, de buen ánimo. Lo quería disfrutar, pero bueno… Les agradezco a todos los fans. Es una locura esto. Es muy lindo todo el apoyo que estoy recibiendo. Me hicieron sacar una sonrisa”, dijo, mientras se escuchaban los gritos de los fanáticos. Colapinto se detuvo, miró hacia arriba y sonrió.

Siempre, pero siempre, al borde de la más genuina emoción.

Franco Colapinto, en Interlagos, durante la carrera sprint

Un día antes, fuera del hospitality de Williams montaban “guardia” decenas de argentinos y brasileños (que lo toman casi como propio y sienten algo especial por su parecido físico con Ayrton Senna), invitados VIPs, periodistas interesados más en su posible butaca para 2025 con Red Bull que en los sentimientos de un joven profundamente emocional y comunicativo.

El proceso emotivo le dio un respiro en la primera etapa de la clasificación, Q1, y quedó a tan sólo una décima de segundo por detrás de su compañero Alexander Albon, que era noveno. Pero con el circuito engomado y los esfuerzos laterales en curvas aumentadas en la Q2, las frenadas más a fondo y la adrenalina aumentada, Franco no pudo pasar el corte. Decimocuarto a 1,2 s del McLaren de Oscar Piastri, el más rápido en ese momento. Este sábado, al menos, tuvo un final de carrera a su altura. Y ahora, seguramente, irá por más. Se trata de un animal competitivo, a pesar de todo.