Con su increíble belleza, el Patio de Marruecos nació como una colaboración institucional entre la Embajada de Marruecos y la Comuna 14 de la Ciudad de Buenos Aires “con el objetivo de fomentar el intercambio sociocultural y crear un ícono turístico que refleje la riqueza arquitectónica y paisajística de la cultura marroquí”. Ubicado en Palermo Soho, en la esquina de Gurruchaga y Nicaragua, cuenta con materiales realizados especialmente y enviados desde Marruecos que transportan al Medio Oriente,
“Empezamos con la idea de hacer algo con conjunto ya desde mi llegada al país, en 2019″, explica a LA NACION el embajador del Reino de Marruecos en la Argentina, Fares Yassir. Y agregá: “Nuestra embajada está en la Comuna 14 de Palermo, así que nos conocemos. Tuvimos reuniones, pero luego vino la pandemia así que recién retomamos en 2022″.
“En la ciudad de Buenos Aires tenemos muchas plazas con países y Marruecos no tenía la suya. Ya veníamos hablando con el embajador sobre hacer un espacio donde presentar lo mejor de su cultura, así que combinamos las dos cosas”, explica Martín Cantera, presidente de la Comuna 14, Palermo. El lugar elegido fue la esquina de Gurruchaga y Nicaragua. “Esto originalmente era un estacionamiento, no muy utilizado, por lo que planteamos la oportunidad de hacer ahí un nuevo espacio verde”, describe el representante comunal sobre el lugar, con una superficie de 447 metros cuadrados.
Yassir explica que paseaba mucho por esta esquina y que “después de la pandemia en el barrio habían cerrado muchos negocios y me interesaba ver qué podíamos aportar. Lo charlamos con Martín, hasta que el Patio Marroquí, tomó forma. Allí fue cuando me comuniqué con el Ministerio de Artesanías en mi país, y también con el de Economía Social, y aceptaron hacer la donación a la Ciudad de Buenos Aires”.
El embajador marroquí menciona que ya hay otras plazas que representan la cultura del país del Norte de África en los Estados Unidos, en Japón y en Hawái, pero aclara esta es la primera de su tipo en América Latina. “La ciudad de Buenos Aires recibe así fuentes y una pared del Reino de Marruecos, con el zelij (un tipo de mosaico ornamental) una arquitectura que es Patrimonio Cultural de la Humanidad milenario, algo distintivo de Marruecos, que nos representa en el mundo”, dice.
El antiguo estacionamiento fue reconvertido aunque, durante la obra, la esquina entera -oculta a la vista- generó la curiosidad de los vecinos. Solo un cartel, que informaba de la colaboración de Marruecos, dejaba vislumbrar algo de lo que sería. Mediante reuniones a distancia, arquitectos de la Comuna 14 y artesanos marroquíes le fueron dando identidad a la plaza.
“Cuando finalmente trajimos los contenedores, con toneladas en materiales, las dos fuentes y los mosaicos, convoqué a dos de los artesanos que trabajaron en ellos, que viajaron a Buenos Aires para montarlo”, comenta el embajador, quien asegura que el Reino de Marruecos no da cifras sobre el dinero donado, pero que se trata de un trabajo artesanal “muy caro”.
“Dos especialistas vinieron desde Marruecos y trabajaron con nuestro equipo, fue una experiencia tremenda. Ellos hablaban en marroquí y nuestras cuadrillas solamente en español, así que se comunicaban con señas, pero aprendieron a picar cada mosaico, a armar los patrones en el piso y después a darlos vuelta, un trabajo muy artesanal”, destaca Cantera.
El ensamble internacional fue un éxito. “Fue muy agradable, porque por raro que parezca, fueron integrándose y entendiéndose a puros gestos. Al final del día, cuando yo les preguntaba a los artesanos, me decían ‘nos entendemos muy bien’, y eso que ellos no hablaban español y los de aquí no entendían árabe ni hablaban en francés”, relata Yassir.
Un oasis en Palermo
“Este lugar representa la riqueza arquitectónica y paisajística de la cultura marroquí. Se planeó el dibujo especialmente para Buenos Aires, con los colores de la bandera argentina incluidos y con la reja, típica de los palacios marroquíes. Lo hemos pensado, para tener la fuente principal y la de la pared en línea directa con la entrada”, describe el embajador.
Además de los caminos geométricos, las especies frutales y aromáticas, no podían faltar las características palmeras. “Las palmeras vienen de las que yo tenía plantadas en la Residencia, las hemos traído desde Marruecos y crecieron aquí como bebés. Y es que los jardines marroquíes siempre llevan vegetación, como el jazmín, por ejemplo, que por las noches sueltan ese aroma… debe haber palmeras para que el lugar tenga su huella”, explica Yassir mientras sonríe.
Sin inauguración oficial, la plaza abrió al público en noviembre. “El espacio quedó bárbaro, se está usando muchísimo”, asegura Cantera.
“La idea era convertir una cochera en un terreno donde la gente pueda ir a pasar las mañanas, o ir por las tardes, leer un libro, pasear a sus perros, traer a los niños. Entrás y es como un túnel, por el que avanzás y te encontrás con esta joya mosaica. El lugar en sí te da la sensación de un secreto, un oasis, un patio agradable -por eso su nombre, Patio de Marruecos– y de acceso libre que le dé un respiro a los vecinos en medio de la vorágine de Palermo”, describe Yassir.
El Patio de Marruecos abre todos los días de 9 a 20. “Me enteré de que las personas que pasean por la zona ya se acercan a disfrutarlo, que preguntan sobre cómo fue realizado, y, como por arte de magia se sienten trasladados a Marruecos. ¡Incluso me dicen que influencers graban allí sus videos!”, exclama entre risas el embajador.