Su originalidad está en los detalles que mejoran el habitar doméstico y en su propuesta contemporánea, útil e innovadora, coinciden colegas e investigadores. Del arquitecto Gerardo Américo Andía queda parte de lo construido y conceptos que refieren a su unicidad. Sus obras, distribuidas por la geografía de Mendoza, hablan de una originalidad en contexto. Y aunque su trayectoria está arraigada a la provincia, su proyección trascendió los límites locales.

Fue primero el niño admirado en la escuela por sus dibujos y después, el joven estudiante que aun antes de recibirse en la Universidad Nacional de Córdoba, proyectó y materializó la vivienda de sus padres.

A ese sueño cumplido le siguieron cientos de otros, incluida la Casa Estudio Andía, que en 1958 inauguró junto a su compañera Teresa Buj para recibir más tarde a su único hijo: Raúl. Esa propiedad, que nunca dejó de ser su vivienda, fue durante una etapa sede del estudio Andía Arquitectos, que fundó y compartió con su hermano Carlos desde los 70. En el 2000, la hija de Carlos y sobrina de Gerardo, Jimena Andía, retomó el estudio que está ahora ubicado en el mágico poblado de Chacras de Coria, en la calle Álzaga.

La pionera mendocina de la arquitectura del vino que apuesta por el entorno natural

Las “Casas-Andía”, como fueron bautizadas con el tiempo sus viviendas unifamiliares, son una suerte de micromundo diseñado para disfrutar al máximo de la vida en el hogar. Hay nueve residencias declaradas bienes patrimoniales, incluida la suya, que en una próxima reapertura fusionará gastronomía y arquitectura a puertas cerradas.

Sobre una calle que se volvió agitada sobresale esta propiedad de dos plantas indisociable de los jardines exteriores. Está aquí el paisajismo de Andía, quedan algunas de sus acuarelas y murales, el tocadiscos que él mismo diseñó, el tablero del que surgieron tantos proyectos y su esencia como arquitecto.

Una marcada línea de planos y volúmenes identifica los interiores

Sólida y conservada, la Casa Estudio Andía es una cátedra de arquitectura, arte plástico y diseño. Este patrón se repite –aunque de manera única– en las otras propiedades que en la Ciudad de Mendoza conservan estoicas la impronta y vigencia de su autor.

Los materiales aparecen como recurso expresivo y los desniveles como consignas que dividen ambientes. El diseño de mobiliario es otro factor característico. Sillones, camas, vestidores, mesas y sillas llevan la firma y el diseño de su creador, aun admirado por las generaciones más jóvenes de arquitectos.

“Las piedras flotan como murales –describe un estudio del Colegio de Arquitectos de Mendoza–. Cuando no brotaba de la tierra, su arquitectura flotaba. Es que, a pesar de las influencias de los maestros del Movimiento Moderno que se aprecian, como en la mimetización de la casa con el entorno (Wright) o los juegos planimétricos (Eames), todas las obras de la fecunda producción residencial de Andía poseen el sello característico y personal, comenzando por su vivienda particular”, analiza la Guía de Arquitectura de Mendoza. de la Junta de Andalucía (Gobierno de Mendoza, 2004).

Estudio familiar

Reconocido como referente de la arquitectura local y argentina, su figura es destacada desde lo cívico, lo profesional y lo académico. Nació en 1924 y murió en 2008 en el mismo distrito, en Villa Nueva, Guaymallén.

Cuenta la historia que Gerardo fue el mayor de cuatro hermanos y el entusiasta dibujante de la familia. Una niñez de juegos analógicos, experiencias en la naturaleza y la frecuente visita a un tío metalúrgico marcaron las primeras décadas de un devenir ligado a la política como funcionario y militante radical.

La Casa Estudio Andía se proyecta de una manera moderna e integral donde “las piedras flotan como murales”

“La casa funcionó como estudio compartido durante algún tiempo en la planta alta. Además de mi papá también trabajaba mi tío ‘Coco’. Yo nací y viví ahí hasta que me casé, e inclusive después también. Esa casa ha sido testigo de una cantidad importante de cumpleaños, reuniones y visitas”, remarca Raúl.

En lo íntimo, su padre fue “El Pelado”, un hombre serio, inquieto y lúcido “que se hacía respetar”. Una personalidad marcada por el compromiso y el ingenio sobreviven en la memoria del hijo de Gerardo Andía. Fue incondicional, asegura, para él y para sus vínculos cercanos. La posibilidad de recibir invitados y organizar encuentros no resultó menor para la obra del arquitecto mendocino, como tampoco la música, con el jazz y el tango como prioridades.

“Gerardo tuvo una formación humanista muy integral y concibió la arquitectura como una manera de mejorar y trabajar por las personas. Por otra parte, a través de su desarrollo proyectual alcanzó un perfil estético propio. Su lenguaje volumétrico espacial, lo reconocible y original que resultan sus obras dialogan con nociones propias de nuestro clima y eso se visualiza en las orientaciones y galerías”, explica Jimena Andía.

“Él descubrió nuevas maneras de utilizar materiales propios de Mendoza, como piedra y arena, y diseñó artefactos eléctricos y mobiliario que son parte de casas muy cómodas, bien iluminadas y adaptadas al buen vivir”, agrega su sobrina.

Sillones, camas, vestidores, mesas y sillas llevan la firma y el diseño de su creador

Obtuvo su título en Córdoba en 1957 y fue ayudante alumno durante todo el trayecto universitario. Aprendió de maestros como Ernesto La Padula, Enrico Tedeschi, Jaime Roca o Julio Pinzani y “adhirió a una arquitectura de raíz orgánica con una fuerte presencia plástica y matérica”, describe la arquitecta e investigadora Cecilia Raffa.

Fue ministro de Obras Públicas de Mendoza entre 1983 y 1987, durante el gobierno de Felipe Llaver (UCR). Admiró a arquitectos locales como Daniel Ramos Correas y Raúl Panelo Gelly, y a foráneos de la talla de Le Corbusier, Frank Lloyd Wright o Richard Neutra. En lo académico e institucional, fue decano y vicedecano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza, profesor titular de la Facultad de Diseño de la UNCuyo desde su fundación y hasta jubilarse, y fundador de la Sociedad de Arquitectos.

Desde la calle Bandera de los Andes primero y sobre Arenales después, hasta 1990 los hermanos Andía trabajaron como socios y ganaron renombre con construcciones basadas en el diseño de lugares, con detalles integrados a la naturaleza y una marcada línea de planos y volúmenes.

Barrios, proyectos de urbanismo, espacios comerciales e industriales además de iglesias, integraron el portfolio desde sus inicios. Y así, la creación, materialización, evaluación y ejecución de proyectos continúan siendo etapas que acompaña el estudio. Desde la mirada Andía surgen obras dinámicas, fluidas y orgánicas, como la morfología de su mentor.

“Su mayor producción y reconocimiento se centraliza en la arquitectura doméstica, entre las que se cuentan alrededor de 120 viviendas unifamiliares. Todas se destacan por la horizontalidad como recurso expresivo y el uso de materiales tradicionales e industriales de la región. También por las grandes superficies vidriadas y la relación interior-exterior. Gerardo Andía es uno de los pocos arquitectos mendocinos que ha trascendido por fuera de lo local y creo que su lenguaje estético tiene mucho que ver”, describe la arquitecta Cecilia Raffa. Como revela esta doctora en Ciencias Sociales y magíster en Arte Latinoamericano, Andía proyectó de una manera moderna e integral, con equipamiento incluido.

La casa estudio de Gerardo Andía, inaugurada en 1954

“La vivienda fue un tema excluyente en su obra”, remarca parte de la biografía publicada en el libro Arquitectos en Mendoza (Ediciones Digital Biblioteca UNCuyo). “(…) Su arquitectura denota su otra vocación, la de pintor. A través de su sentido plástico, la materialidad de sus obras propone experiencias sensoriales. La casa fue su campo de experimentación proyectual y la tipología más numerosa desarrollada a lo largo de su carrera, donde puso de manifiesto la particular interpretación del ideario moderno arraigado al lugar (…)”, escribieron sus colegas Alejandra Sella y Julio Miranda.

Su huella en el paisaje urbano, su coherencia entre proyectos, el respeto por el entorno y el predominio de lo útil fueron aspectos que el arquitecto mantuvo y exploró hasta el final.

Por su aporte singular a la arquitectura de Mendoza, la figura de Gerardo Andía tuvo una recurrente presencia en los diarios provinciales y nacionales. Con motivo de su muerte, el 18 de marzo de 2008 y a poco de cumplir 84 años, se escribieron necrológicas y memorias que lo enaltecen.

En un texto publicado en el diario Los Andes, su colega Luis Ricardo Casnati lo recordó así: “(…) Cierto que era arquitecto, pero era también pintor y escultor. No trataba en sus creaciones, solo de organizar ambientes con estructura, muros y techumbres que sirvieran con lógica las faenas y movimientos de sus habitantes. Aspiraba y conseguía mucho más, embelleciendo esa máquina para vivir con la gracia inigualable de la dulzura de las formas, con las concavidades y convexidades que enternecen lo cotidiano, con los pináculos de los volúmenes armoniosos, con la lúcida mixtura de los materiales, con el esplendente juego de colores (…)”.

De importancia patrimonial, la casa combina rigor funcional y expresividad a través de texturas rugosas y brillantes

Próxima apertura

Visitar la casa de un arquitecto con recorrido es, sin dudas, una experiencia que acerca la visión de su creador y el cosmos de elementos y objetos que entusiasmaron su vida doméstica. El mundo cuenta con ejemplos fascinantes. Sin ir demasiado lejos, la Casa de Vidrio de Lina Bo Bardi, en San Pablo; Das Canoas de Oscar Niemeyer, en Río de Janeiro; la Casa Estudio de Luis Barragán o la de su colega Max Cetto, ambas en la Ciudad de México, ofrecen visitas guiadas.

En el caso de la Casa Estudio Andía, la protección patrimonial que tiene la propiedad desde 2023 la preserva de la mera especulación inmobiliaria. Esta obra, fundamental para la historia de la arquitectura local, es testigo y protagonista del movimiento residencial de mediados del siglo XX. Con esta premisa el empresario Marcos Bragagnolo, ligado al rubro de la construcción, ideó una propuesta que la hará relucir.

Documentada en la Guía de Arquitectura, la casa sigue sorprendiendo por la vigencia de su estilo

En su entorno y a su escala, este sitio será en los próximos meses sede de una propuesta privada de visitas, con gastronomía y vinos. Por estos días se trabaja en la refuncionalización del mobiliario y las luminarias, en una puesta a punto que atiende a los planos originales, con la aprobación y el trabajo de Andía Arquitectos.

Marcos Bragagnolo, responsable de esta aventura, explica: “La intención es combinar arquitectura y cocina para conocer esta casa emblemática y compartir, en la mesa original del living comedor, una cena con recetas regionales. El objetivo es insertar a la casa en el circuito arquitectónico y del diseño en Mendoza y recrear el espíritu de su época”.