Famoso por su belleza natural, Hawai -un estado de los Estados Unidos- es desde hace unos años un destino muy elegido para la experiencia de la visa Work&Travel. Son muchos los argentinos que aplican para trabajar en alguna de las seis islas que tiene el archipiélago del Pacífico. La principal es Oahu, donde está la capital y la ciudad más grande, Honolulu. Ellos mismos cuentan a LA NACION que hay otras decenas de jóvenes que llegan sin los papeles correspondientes, y quedan expuestos a los riesgos que implica trabajar de esa manera. Un punto a considerar es que el costo de vida es muy alto.
En Hawai, por supuesto, existen las mismas categorías de visa de trabajo que en el resto de Estados Unidos. En el caso de las permanentes, algunas categorías requieren que haya una oferta de trabajo de un empleador (patrocinador) antes de presentar la solicitud. En lo que hace a las Work&Travel, hay que tener presente que se trata de un programa de intercambio cultural que el gobierno de Estados Unidos creó para que estudiantes de todo el mundo pudieran trabajar en su territorio.
Para formar parte del programa hay que tener entre 18 y 29 años y ser estudiante de educación superior -tener al menos un nivel de básico a intermedio de inglés va a facilitar la situación-. La visa es la J1 (no es de inmigrante) y permite una estadía de entre tres y cuatro meses. Hay que tener en cuenta que a este sistema se puede acceder solo a través de agencias oficiales habilitadas para venderlos, son las intermediarias.
Es decir, además de necesitar una visa especial se compra un paquete especial con lo que, antes de viajar, se sabe a dónde se va a trabajar, a vivir y cuánto es el sueldo. Entre el empleador y el participante se firma un acuerdo y, con eso aprobado se hace el trámite de la visa. Las agencias no garantizan que se otorgue la visa. El paquete es uno de los más populares a nivel mundial y cuesta entre US$1700 y US$2000.
Los principales empleos del programa son en hoteles y restaurantes, en parques de atracciones y también en parques nacionales. En Hawai, el turismo y la agricultura (aunque ha perdido mucho peso con la desaparición de las plantaciones de caña de azúcar) son los pilares de la economía. Con una población de 1,4 millones de personas, recibe unos 10 millones de visitantes al año.
Consuelo Feito tiene 23 años y lleva realizados tres programas de Work&Holiday, uno en Pensilvania y dos en Hawai: “Me entusiasmó que es un destino paradisiaco, alejado, que sale de la movida tradicional yanqui. Además, después del invierno y la nieve, quería verano”. La temperatura promedio anual es de 24 grados. La joven llegó en las dos oportunidades a través de un programa oficial y trabajó en una cadena hotelera internacional.
Califica a sus experiencias como “muy amigables”. En su caso, vivía en el mismo hotel donde trabajaba. Pagaba unos US$600 mensuales, una cifra que es menos de la mitad de lo que cuesta alquilar una habitación en una vivienda compartida.
“El choque cultural es muy grande -dice Fernando Nardini, quien está regresando al archipiélago para cumplir un segundo programa-. Cuando me instalé no pude dejar de decir ‘qué fácil que es vivir acá’. Como mozo en un hotel ganaba US$22,50 la hora; trabajaba siete horas, cinco días, y cobraba cada dos semanas”.
De hecho, un posteo suyo se hizo viral hace unos meses. Fue quien contó que cobró US$1800 por dos semanas, de los que le quedaron US$1600 después de reducir el 10% de impuestos y se compró un iPhone 15, por el que pagó US$929. “Es una locura ganar casi US$4000 en un mes, más allá de que el costo de vida sea alto; es increíble”, insiste en diálogo con este diario.
Valentina Montanaro y su novio Tomás Wardoloff estuvieron dos veces en Hawai por el programa Work&Travel. Trabajaron en un hotel en diferentes roles. La elección del destino tuvo que ver con clima y también con experiencias de conocidos. Advierten que es una “realidad distinta por los beneficios que da ir con trabajo, ya que los costos de alquilar y comer son altísimos”.
Wardoloff enfatiza que es una “ventaja” saber de antemano en dónde y cómo se trabajará, e incluso si el empleador no da alojamiento “ayuda a encontrar vivienda, que es clave porque el alojamiento es carísimo”. Montanaro sostiene que la experiencia es “muy recomendable, porque se trabaja en un ambiente profesional, en empresas multinacionales, con mucha práctica”. Además, valoran los grupos de jóvenes con los que se comparte.
Karina Gallegos Suárez, cordobesa de 37 años y con cinco y medio radicada en Honululu, en Waikiki -el principal centro turístico del archipiélago- llegó acompañando a su expareja, quien era chef y trabajó durante mucho tiempo en Los Ángeles. Le surgió una oportunidad en Hawai y se fueron. “Vine sin saber hablar inglés, sin saber nadar, y ahora amo la isla”, cuenta. Hace tres años y medio que trabaja en un taller de autos, en el área administrativa.
Vivió un tiempo en el West Side, pero se mudó porque moverse a su trabajo en Waikiki, a 25 kilómetros, le llevaba entre una hora y una hora y media. “Hay una sola autopista y el tránsito en las horas pico es caótico”, señala.
Describe que “hay mucha mezcla” en la sociedad -fuerte presencia de filipinos-, y que como el japonés es el segundo idioma, está presente, por ejemplo, en los restaurantes. “Son familieros, muy amables. En la playa se llena de carpas de familias que llevan las piletitas para niños, la olla para hacer arroz, la barbacoa -detalla-. Les gusta la música, practicar fútbol americano y, desde chicos, las actividades en el agua. Tienen siempre muy buena onda si se viene con respeto, cuidan no acercarse a animales marinos, no ensuciar la playa”.
A septiembre, el salario anual promedio en Hawai era de US$52,828 (unos US$25,40 por hora). La mayoría de los salarios oscilan entre US$36.319 y US$ 67.859 anuales. Claro que varían según el rubro y la experiencia; entre los mejores pagos están los de médicos especialistas (cardiólogos cirujanos y anestesistas obstétrico). Pahala, en la Isla Grande, es la ciudad con el salario promedio más alto: US$91.053 al año.
Gallego Suárez destaca que los locales tienen en general dos trabajos, uno part time y otro full time para poder vivir. En su caso, ella trabaja en el taller y también hace limpieza: “Me permite estar bien, con buena calidad de vida. Cuidando los gastos diarios, cocinando en casa, se hace la diferencia. La energía hermosa que tiene este lugar compensa todo. Me encanta la naturaleza, caminar, ver la vegetación. Hay paz, es un lugar mágico, permite conectarse con uno mismo”.
Calcular de manera real
Los dos jóvenes admiten que se gana bien, pero para quien tiene que pagar un alquiler y vivir por fuera de un programa como el que ellos realizaron, esos ingresos no rinden lo mismo. Las estadísticas les dan la razón: el costo de vida en el archipiélago es aproximadamente 85% más alto que en otro estado del país en el continente. Por caso, la vivienda cuesta 214% más; los alimentos 50% más y los servicios públicos alrededor de 42% más.
“Comer es caro -ratifica Nardini-. Un combo de la hamburguesería más famosa está entre US$15 y US$20; en el súper también todo es caro. Lo que producen en el lugar es básicamente fruta, nada más”. Feito coincide y señala que todo lo que es comida está “muy por encima” de lo que ella estaba acostumbrada en Pensilvania. “Lo más barato es el ananá y alguna otra fruta porque la cultivan acá”, reitera.
Una pizza puede salir US$10, una ensalada más o menos lo mismo; “una planta de lechuga US$5 y un tomate hasta US$2″, grafica Gallegos Suárez. Lo más económico es el arroz, el pescado crudo con algas, el tradicional “poke”.
Ratifica que tomar una habitación ronda entre los US$1000 y US$1200 y un monoambiente unos US$1500 más los extras. “Los locales viven en casas de cuatro habitaciones y son 11; muchas familias viven todos juntos, padres, hijos, nueras. El que alquila, comparte -precisa-. Hay muchos militares, porque están las bases de las fuerzas y ellos sí alquilan solos”.
Hay seis bases militares repartidas entre Oahu y la Isla Grande; todas tienen diferentes propósitos; además hay un centro médico de última generación y una “base abierta” para educación y la recreación.
Los jóvenes admiten que hay muchos argentinos más o menos de su edad que trabajan de manera informal, ya que solo tienen la visa de turista. “Hay quienes llegan desinformados, sin saber lo que cuesta alquilar, mantenerse”, dice Nardini. Feito añade que los locales tienen “doble trabajo y hacen la mayor cantidad de horas posibles”.
En agosto del año pasado un incendio arrasó la ciudad hawaiana de Lahaina en Maui; fue el peor de la historia de Estados Unidos. Murieron 102 personas y todo quedó destruido. Desde entonces se perdieron unos US$1000 millones de ingresos por turismo, aunque en noviembre del 2023 se admitieron nuevamente los ingresos. “Todo es más caro en la zona. Había muchos argentinos trabajando allí”, comenta Feino, quien en su primera experiencia conoció el lugar.
Bajar un cambio
Todos coinciden en lo “relajada” que es la vida en las islas. “Nada que ver con lo alterado que estamos nosotros y que se nota en la calle, en el trato -menciona Nardini-. La gente es muy amable”. Hay argentinos trabajando en bares, restaurantes y hoteles, e incluso unos que tienen un food truck.
Gallego Suárez repite que como la vida parece “más lenta”, después de un tiempo viviendo “uno baja un cambio”. También apunta que, de a poco, el fútbol se está haciendo más popular y que muchas veces cuando identifican un argentino “inmediatamente dicen ‘Messi’”. “Hasta empiezan a entender lo que es el mate, aunque todavía la mayoría lo mira raro”, relata.
La seguridad es otra característica que señalan; les costó acostumbrarse a caminar con el teléfono móvil en la mano a cualquier hora, dicen. “Hay mucho extranjero radicado hace años que ya se mueven como los filipinos, como los hawaianos de pura cepa”, sostiene Feito.
La visa es ineludible para abrir una cuenta de banco y tener la tarjeta de seguridad social. Un trabajo con cobertura médica es muy apreciado porque el costo de un seguro ronda los US$500 mensuales, advierte Gallego Suárez. “Es un destino que llama la atención por sus cualidades paradisíacas. Es Estados Unidos aunque no parece; es como una mezcla de una isla del Caribe con la economía estadounidense”, sintetiza Nardini.