Adrien Brody ganó su segundo premio Oscar como Mejor actor protagonista. Por su trabajo en El Brutalista, el intérprete fue nuevamente galardonado, a poco más de veinte años de su primer Oscar por El pianista. Y al momento de subir al escenario a buscar su estatuilla, Brody protagonizó un divertido momento, para luego proceder a dar un discurso de agradecimiento con el que obtuvo un inesperado récord.
Cuando se reveló que Adrien Brody había ganado el Oscar, el actor no ocultó su entusiasmo. Luego de saludar a quienes tenía a su alrededor, se dirigió raudo a las escaleras que conducían al escenario. En ese instante, el actor se dio cuenta que tenía un chicle en la boca, y su reacción fue sacárselo de la boca, y con la mano se lo arrojó a su pareja, Georgina Chapman, quien entre risas hizo un ademán de no saber a dónde había ido a parar aquella golosina. El momento rápidamente se viralizó, y en una nota el intérprete confesó entre risas: “Podría haberlo tragado, pero no se me ocurrió. Tenía que deshacerme de él de alguna manera”.
Luego del episodio del chicle, finalmente Brody procedió a tomar su estatuilla, y comenzar con un discurso de agradecimiento, que se extendió mucho más de lo esperado. Según lo estipulado, el actor contaba con cuarenta segundos para agradecer el premio, pero los planes de Brody eran muy distintos. Cuando comenzó a elevarse el volumen de la cortina de fondo, señal inequívoca de que el tiempo para saludar llegó a su fin, el actor exclamó: “¡Apaguen la música! Ya hice esta cosa. Gracias. No es la primera vez que ando por acá, pero seré breve”. Pero al parecer, Brody no cumplió del todo con su palabra, porque su discurso se extendió a lo largo de cinco minutos y cuarenta segundos, convirtiéndose así en el ganador cuyo tiempo de agradecimiento fue el más largo en la historia de los premios Oscar. Hasta ese momento, dicho récord estaba en manos de Greer Garson, quien saludó durante cinco minutos y treinta segundos, cuando ganó su Oscar en 1943 por el film La señora Miniver.
Las secuelas de El Pianista
Cuando Adrien Brody protagonizó El pianista en el año 2002, el mundo del cine posó sus ojo sobre él. El drama de guerra dirigido por Roman Polansky, le valió al actor no solo numerosos galardones, sino que también lo posicionó en Hollywood y el mundo, como uno de los intérpretes más talentosos de su generación. Sin embargo, esa experiencia tuvo un lado muy difícil, según él mismo reveló en una reciente entrevista.
En una nota con la publicación New York Magazine, Brody confesó que componer a ese personaje le significó sufrir de trastorno por estrés postraumático, y al respecto detalló: “Apenas bebía agua cuando empezamos a filmar. Pero atravesé una transformación física que era necesaria para la narración. Eso de alguna manera me abrió, espiritualmente, a una profunda comprensión del vacío y del hambre, de un modo en el que jamás me había asomado”.
Cuando terminó de grabar esa película, el actor aseguró que padeció “un desorden alimenticio durante por lo menos un año”, y no solo eso, “también estuve deprimido otro tiempo” agregó el intérprete. Aunque en tono más descontracturado, consideró que la depresión pudo durarle “toda la vida”. Con tan solo 29 años cumplidos, Adrien Brody ganó el Oscar a Mejor actor por El pianista, y en ese momento se convirtió en el hombre más joven en ser distinguido con dicho galardón.
Por fuera de la actuación, Brody también canalizó en la pintura su necesidad de expresión artística, durante un tiempo en el que se alejó de la actuación; justo antes de este período de regreso a un perfil más alto, en el que además de trabajar en un proyecto dirigido por Wes Anderson, también incursionó en series como Peaky Blinders y Chapelwaite. Poco después también actuó en Succession, la exitosa serie de HBO, en la que interpretó a un inversionista que tiene que lidiar con Logan y Kendall Roy.