WASHINGTON.- Aunque nadie del entorno de Javier Milei lo dirá en voz alta, existen pocas dudas respecto de cuál es el candidato que prefieren en la Casa Rosada en la elección presidencial de Estados Unidos. Donald Trump está parado en la misma vereda de Milei –aunque haya diferencias ideológicas entre ambos–, y un eventual segundo gobierno trumpista abriría la puerta para un alineamiento más intenso entre Buenos Aires y Washington. Pero eso no significa que una victoria de Kamala Harris lleve inevitablemente a un enfriamiento en la relación bilateral.

Estados Unidos es la primera potencia global, el país más poderoso del hemisferio, uno de los principales inversores externos de la Argentina, y el tercer socio comercial detrás de Brasil y China. Y en épocas de sed de dólares y negociaciones continuas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el respaldo de la Casa Blanca es crítico. Por todo esto, la relación que Milei logre forjar con Harris o Trump tendrá una relevancia singular para el país.

En esa misión, Milei cuenta con un atributo distintivo en América Latina para estrechar sus vínculos con el norte: su alineamiento total con Estados Unidos, una postura que ningún otro gobierno de la región ofrece. Más aún: el resto de los líderes de los principales países de la región como Claudia Sheinbaum, de México, Gustavo Petro, de Colombia, o Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, ofrecen lo contrario: guiños a Rusia, China, Irán, o a la Venezuela de Nicolás Maduro.

Donald Trump y Javier Milei

“Es un unicornio, en particular entre los principales actores de América Latina”, lo definió Benjamin Gedan, director del programa para América Latina del Wilson Center, quien trabajó en la región en el Consejo de Seguridad de la Casa Blanca durante el gobierno de Barack Obama.

Gracias a ese posicionamiento, Milei ha cosechado en Washington apoyo entre republicanos y demócratas. Sus elogios y su alineamiento con Estados Unidos, su apoyo inclaudicable a Israel, su oposición a la invasión de Vladimir Putin a Ucrania y sus duras críticas a Nicolás Maduro son atractivos “en los dos lados del pasillo”, como se dice en la capital norteamericana cuando existe consenso bipartidista. Además, Milei compró aviones caza norteamericanos F-16, rechazando una oferta de China. Y a eso se agregan sus reformas promercado, ampliamente respaldadas en Estados Unidos.

Mutua admiración

“Milei probablemente disfrutaría de un perfil más alto en Washington en un segundo gobierno de Trump, dada su mutua admiración y amigotes globales comunes”, continuó Gedan. “En cambio, un gobierno de Harris estaría molesto con las políticas de Milei para las manifestaciones públicas, los sindicatos, el medio ambiente y la igualdad de género, y sus frecuentes enfrentamientos con la prensa. Aun así, ambos gobiernos verían un valor en mantener vínculos fuertes”, completó.

Trump es el único de los dos candidatos que conoce personalmente a Milei. Ambos se vieron brevemente en una conferencia del Comité de Acción Política Conservadora, un encuentro de la derecha en Washington que es un verdadero Trumpfest. Milei lo llamó “un gran presidente” y le dijo que esperaba verlo de vuelta en el poder. Trump también ha viajado a la Argentina –estuvo en Buenos Aires a fines de 2018, para la cumbre del G-20 que organizó el gobierno de Mauricio Macri, de quien es amigo–, y además habló de la Argentina durante la campaña, y con flores para Milei.

Mauricio Macri y Donald Trump durante una cumbre del G-20 en Osaka (Archivo)

Trump elogió el ajuste y la gestión del libertario durante una conversación con Elon Musk en un “espacio” virtual en la red social X, en agosto último, reforzando la sintonía política. Tal como ha hecho en un par de ocasiones, Trump ató a Milei a su agenda “Make America Great Again”, o MAGA.

“Ya sabes, el nuevo jefe de un lugar llamado Argentina es genial, y es un gran fanático de MAGA. Se candidateó con MAGA, y también la llevó al extremo. Se presentó con MAGA y escuché que está haciendo un trabajo realmente fantástico”, dijo Trump durante su charla con Musk. “Se llama Make Argentina Great Again. Funcionó perfectamente. Está haciendo un gran trabajo. Realmente recortó. Y estoy escuchando que esto está empezando a funcionar bastante bien. La inflación está bajando. Ya sabes, tenían como 1000. Tenían inflación no normal. Tenían en serio”, dijo Trump. “FENÓMENO BARRIAL”, posteó en X Milei, muy afecto a los elogios, al replicar el extracto de la charla.

Harris no le brinda a Milei esa química instantánea. Como vicepresidenta de Joe Biden –a quien Milei jamás criticó abiertamente– y como candidata presidencial, Harris ha dado sobradas muestras de pragmatismo, y ha prometido trabajar con todos, aun con quienes piensen distinto. Al inicio del gobierno demócrata, Harris se ocupó de la inmigración y Centroamérica. Su primer viaje fue a Guatemala y México. Luego su foco pasó a África, Europa, Ucrania y la OTAN, y Medio Oriente.

Kamala Harris llega a la base aérea Andrews para tomar un avión hacia Guatemala (Archivo)

Como muestra de la escasa relevancia que América Latina suele tener en Washington, Harris esquivó una pregunta sobre la reforma judicial de Andrés Manuel López Obrador en México, ampliamente criticada, durante una entrevista en la campaña con Telemundo, uno de los principales medios latinos del país. “No he estudiado estos cambios”, justificó la vicepresidenta.

Con todo, y más allá de quién gane la Casa Blanca, en Estados Unidos ven a la Argentina como un aliado estratégico, un país con un enorme potencial para cumplir un papel importante como proveedor global de alimentos y energía, un rol que, para muchos, coloca cualquier diferencia ideológica o de estilo en un segundo plano.

La llegada de Harris o Trump a la Casa Blanca coincidirá con una nueva negociación con el FMI. El ministro de Economía, Luis Caputo, busca reemplazar el acuerdo que firmó Alberto Fernández con un nuevo programa que incluya fondos frescos para acelerar la salida del “cepo” cambiario. Alejandro Werner, director del Americas Institute de la Universidad de Georgetown, que negoció con el gobierno de Macri cuando estaba en el Fondo, dijo que ambos gobiernos respaldarían a Milei, aunque Trump podría ofrecer un diferencial. Trump, recuerda, estuvo involucrado en ese préstamo, mientras que Harris nunca ha estado metida, hasta donde se sabe, en los temas del país durante el gobierno de Biden.

El ministro de Economía Luis Caputo junto a la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva en Washington

“Habría una intención, una cercanía ideológica que beneficiaría a la Argentina. Eso es clarísimo. Con Harris probablemente habría una visión escéptica sobre la visión geopolítica de Javier Milei. Sin embargo, habría un pragmatismo muy claro de que un país que quiere estar 100 por ciento aliado con Estados Unidos, no quiere tener una cercanía con China, sino una relación pragmática y de conveniencia, le conviene a Estados Unidos. Por esos motivos, un gobierno de Harris también apoyaría a la Argentina, aunque con menor intensidad que un gobierno de Trump”, evaluó Werner.

Un eventual gobierno de Trump ofrecería un respaldo “con mayor intensidad”, distinguió Werner, que podría agilizar las discusiones con el Fondo, “forzando las marchas de las burocracias”. Pero al final del día ambos darían su apoyo para que la Argentina siga dentro de un programa con el Fondo. Pero Werner dejó un matiz: Trump llegaría con una agenda de política exterior más disruptiva –tarifas, una relación tensa con Europa, Ucrania– y eso podría relegar a la Argentina en la lista de temas de la Casa Blanca. Harris ofrecería continuidad, algo que podría terminar de jugar a favor del gobierno libertario.

“Tal vez un gobierno de Donald Trump quizá decida dejar un poquito a fuego lento el tema argentino un rato mientras define otros temas que podrían tener mayor relevancia en su agenda internacional”, señaló Werner.

Gane quien gane, la cooperación continuará. Lo prometió una de las personas que más ha trabajado para estrechar la relación bilateral, el embajador norteamericano en Buenos Aires, Marc Stanley. La relación entre los pueblos, dijo, “es más fuerte que nunca”.