Muchos no saben que el socio musical perfecto que Sting encontró hace varias décadas, el guitarrista Dominic Miller, es argentino. Nació y vivió aquí hasta los 11. Luego, gracias a su trabajo en la música, se convirtió en una especie de ciudadano del mundo. Actualmente vive en París, pero, a los 64, dice que pasa diez meses al año fuera de su casa, ya sea por proyectos personales como por las actividades del célebre inglés a quien secunda con maestría. Semanas atrás estuvo por aquí, en el marco de la gira que Sting realiza por Sudamérica, en formato de trío (con Dominic y con el baterista Chris Maas).
La comunidad de Hurlingham aprovechó esta visita para distinguirlo como Personalidad Destacada de la Cultura de esa ciudad, con un acto en el que hubo casi cien personas. Algo que no esperaba. Miller es de perfil bajo, a pesar de que tiene colaboraciones con artistas de renombre mundial (de Tina Turner, The Pretenders y Paul Young a Peter Gabriel, Pat Metheny, Luciano Pavarotti y Phil Collins). También cuenta con una decena de discos publicados. Tres de ellos fueron para el prestigioso sello ECM y tiene el cuarto listo, aunque dice que le da vergüenza compartir catálogo con varios de sus héroes.
¿Y qué tal se lleva con las distinciones? “Hasta yo me sorprendí –decía antes de seguir viaje en esta gira, que tenía por delante shows en México y los Estados Unidos y Europa-. Porque cuando me llamó mi amigo Patricio Taylor para contarme pensé que sería una reunión de cinco o seis personas y sería una buena excusa para volver a mi pueblo de infancia. Pero había como 80 o 100 personas. Había músicos, algunos jóvenes, que están empezando su carrera”.
La culpa de todo aquello la tiene su padre, Morris Barnes Miller, un norteamericano de Pasadena que llegó a la Argentina a los 4 años y terminó siendo el principal responsable de la filial argentina de Johnson Wax Company. “Fue educado en Inglaterra y en los Estados Unidos, pero era argentino. Por eso yo soy anglo-argentino. Hay una comunidad grande en Hurlingham. Los de mi generación hablábamos inglés en casa y castellano en el colegio. Dos generaciones después, el inglés se terminó. Pero yo vengo de esa generación anglo-argentina”.
–¿Es cierto que tu padre ha tendido puentes entre el Reino Unido y la Argentina, en los peores momentos del conflicto bélico?
–Eso es muy cierto y me alegra que lo preguntes. Él se consideraba muy argentino. Especialmente durante la época de Malvinas. Fue un problema muy grande para nosotros y especialmente para él. Nosotros [se refiere a su familia] sentimos el patriotismo argentino porque es nuestra patria de infancia. Y él fue un apasionado de la relación entre la Argentina y Great Britain. Siempre se preocupó de la relación entre el consulado argentino y la diplomacia inglesa, incluso con asados y partidos de fútbol. El gobierno inglés notó esto y le dio una distinción. Yo estoy orgulloso de haber tenido un padre con esa pasión por la Argentina. Esa misma pasión fue la que me transmitió a mí. Mi viejo… he was a really good man (Él era un hombre realmente bueno) [Dominic utiliza el inglés cuando no tiene a mano una expresión en español].
–¿Era conciliador?
–Siempre trató de unir a la gente, aunque hubiera un gran problema entre Great Britain y la Argentina. En el 82, yo vivía en Inglaterra. Era difícil. Para el 86, también. Porque nací en Argentina y siempre voy a ser hincha de Argentina. Recuerdo que el día de “la mano de Dios”, yo estaba en el Ronnie Scott’s [mítico club de jazz londinense]. Lo vi ahí el partido. Estaba solo. Lo mismo me pasó con la final del último mundial. Yo estaba en París, en un bar. Mi sentimiento de amor por Argentina es muy fuerte. Creo que el deporte hace eso en la gente. Te representa.
–¿Cuál es la identificación con la música, en tu caso, que llevás una vida de viajes constantes?
–Cuando viajo me interesa la de cada país. Cuando escucho una zamba o la Misa criolla queda en mi sangre.
–Para tu último disco grabó el bandoneonista jujeño Santiago Arias.
–Sí, porque quise tener un ambiente argentino para ese disco. Aunque no es tanguero. Toca tango, porque es bandoneonista y el laburo está en el tango, si uno quiere ganar plata. Pero toca folklore. Viene de una generación que han tomado la posta, que levantaron la antorcha. Hay muchos jóvenes, la cantante Nadia Szachniuk, por ejemplo, que mantienen esa cultura, pero con algo moderno que me gusta. Lo que quiero decir es que el folk de cada país es lo que me pega. La música de la gente. Me gusta escuchar lo que pasa con los músicos de cada lugar. Porque el rock es algo más genérico en el mundo. Viene de algo americano e inglés. Para mí, y para todos los argentinos, un héroe es Charly García. Su música viene de John Lennon y de los Stones. Lo mismo pasa con los Divididos. Me gustan muchísimo. Lo que me gusta es lo que cada país hace con esa influencia.
–¿Tenés un lugar en el mundo?
–Me gustaría decirte que es la Argentina. Pero no, porque me fui de allí a los 11 años. Mi hogar es el lugar en donde estoy con mis compañeros músicos, en gira. Viajo, sin exagerar, diez meses por año, desde hace cuarenta años. Mi casa es donde estoy ahora.
–¿Y tu guitarra?
–Tengo mi viola, aquí. Siempre conmigo, pero no soy obsesivo de la guitarra. Cuando era joven, entre los 15 y los 25 tocaba nueve horas por día. A los 25 comencé a trabajar con todo eso que había estudiado. Pero ahora no toco ocho horas por día. Por eso digo que mi identidad está en donde está la gente que amo. Y en el deporte. Para el fútbol soy cien por ciento argentino. Me pongo la camiseta. Cuando voy al cricket soy muy inglés. Y para otros deportes soy muy americano; porque mi viejo lo era y porque viví cinco años allá. Aunque, actualmente, no tengo tanta identificación.
–¿Tu madre era norteamericana?
–No, irlandesa. Británica.
–¿Y tu familia, cómo toma ese modo de vida?
–Mi familia está acostumbrada a esto. Los veo cuando puedo. Mis hijos viven por todos lados. Tengo seis. Tres son músicos. Rufus, incluso, tocó con Sting. Él es rockero. Luego, mi cuarta hija es cantante, Misty, que tiene una voz increíble. Firmó un contrato con Sony a los 16, pero la industria la quemó. Ahora hace conciertos más chicos en Londres. Pablo, que tiene un nombre muy argentino, también es músico. Con mi segunda esposa, que es francesa, tenemos dos hijos, Pablo y Eva, dos nombres muy latinoamericanos.
–¿Estás pendiente de la vida musical de tus hijos?
–Claro que sí. La música es una industria muy difícil. Ahora todo el mundo puede hacer música, todos tienen chance. No hay normas de calidad. Están las redes. Hay gente que hace cualquier cosa para vender su música. Mucho tiene que ver con lo fashion. Más “pinta” que calidad. Misty comenzó en una época donde todo eso estaba cambiando. Quisieron hacerla más provocativa. Y estoy muy orgulloso de ella porque supo decir que no. Ahora hay ídolos como Billie Eilish, que guardan su identidad. En los setenta y los ochenta surgieron mujeres como Patti Smith, Chrissie Hynde y Blondie que sostuvieron su dignidad frente a la industria. Respeto mucho a Miley Cyrus, porque tiene el control de su carrera. Eso es muy difícil de sostener, especialmente para las mujeres. Tengo un gran respeto por esas heroínas. Por ejemplo, no soy fan de la música de Madonna, pero soy fan de ella. Y es por cómo está la industria actual de la música que yo no voy a alentar a mis hijos, en ese sentido. A un músico joven solo le diría que toque su instrumento y que busque a su gente en los bares. Porque en Tik Tok podés tener cierto éxito, pero la cosa tiene que empezar en los bares.
–¿Tu defensa es de la música en vivo?
–Porque esa es tu manera de entender tu relación con la gente. No hay nada mejor que tocar frente a un público. Es una experiencia muy emocional. Tocar por primera vez frente a un público es como una cita a ciegas. Lo importante es la interacción.
–El concierto de esta gira de Sting es sumamente despojado de visuales y efectos. Solo hay música y un par de cámara para que los músicos puedan ser vistos en pantallas. Esa es una clave para que la música quede siempre en primer plano.
–Sí. Eso es lo que le importa a Sting. Y para mí es una oportunidad increíble. Por otro lado, la gente va a comparar lo que hacemos con el grupo que él tuvo en los ochenta, pero no nos importa eso. Con cuatro elementos, ritmo, armonía, bajo y voz, no hay nada que no podamos hacer. La sorpresa más grande es hacer el repertorio de Sting en este formato.
–¿Aunque vos mismo hayas grabado esas canciones en los discos de Sting?
–Sí, porque quiso llevar su música solista a ese formato. Y me deja hacer cualquier cosa. Incluso cometo errores. En cambio, cuando toco la música de The Police soy más estricto y toco como lo hacía Andy [Summers]. La principal razón es porque los arreglos guitarrísticos son muy buenos y no voy a hacer algo mejor que eso. La segunda razón es que quiero mostrar a la gente y a Andy cuánto respeto a The Police. No quiero joder con eso.
–Volvamos al principio, ¿cómo era tu padre como músico?
–No era músico profesional. Le encantaba el tango. Cuando yo era un pibe de 5 años escuchaba a mi padre tocando tango, blues y folk music; country, digamos. Y yo tuve mucha suerte porque además de escuchar eso en casa, cada vez que viajaba a Estados Unidos o a Inglaterra él volvía con los álbumes de The Beatles, Rolling Stones, Creedence Clearwater y Simon & Garfunkel. Escuché una mezcla de todo eso. No teníamos discos de tango, pero mi viejo los tocaba todas las noches y jugaba al truco. Todo el mundo quería a mi padre. Era muy popular. Siempre hacía asados. Y creo que por eso también fue el manager de las “ceras Johnson” en Argentina. Y fue un ejemplo para mí. Aunque no soy líder como él, sino lieutenant [teniente]. En casa había asados, música, fútbol y gente. Mis hermanas [mayores] tocaban zambas. La primera canción que toqué en la guitarra fue “Zamba de mi esperanza”.
–¿A pesar de ser de todos lados, cuál es tu acento al hablar y al tocar la guitarra?
–En inglés mi acento es británico y como músico, diría que es una combinación de americano e inglés, pero también tengo la síncopa latinoamericana. Es una combinación de música argentina y brasileña, que estudié mucho. Baden Powell es mi héroe. Para mí, era como Hendrix. Esas son mis dos estrellas.