Domingo French nació en Buenos Aires y tuvo un papel descollante en mayo de 1810

Cuando Juan Ramón Balcarce dio la orden al pelotón de Húsares de abrir fuego, ninguno de los proyectiles que impactaron en el cuerpo de Santiago de Liniers, quien había desconocido a la Primera Junta, fue mortal. Herido en los pastizales del montecito de los Chañarcillos o de los Papagayos, le dieron el tiro de gracia. El que lo hizo no le era desconocido al ex virrey. Era su amigo Domingo French, a quien el propio Liniers había ascendido en 1808 a teniente coronel de infantería por su valiente desempeño durante la segunda invasión inglesa.

Domingo María Cristóbal French y Urreaga había nacido el 21 de noviembre de 1774 en la calle Defensa 1062 en la ciudad de Buenos Aires, solar que aún se conserva, aunque poco queda de la vivienda original. Su padre Patricio era un comerciante español y su madre Isabel Urreaga y Dávila, era nacida en esta ciudad. Tenía 18 años cuando fue nombrado cartero en la ciudad y en 1806 fue ascendido a auxiliar de Correos. Era el único que había y cobraba por carta entregada.

Evidentemente, era un trabajo que hacía con mucha responsabilidad, al punto de que una oportunidad lo designaron para que llevase cien mil pesos a la ciudad de Montevideo, una fortuna, ya que el capitán del barco se había negado a hacerlo.

Cuadro que recrea el momento en que Liniers y sus compañeros son fusilados en el monte de los Papagayos. French integraba el grupo que lo capturó

Cuando los ingleses invadieron Buenos Aires, colaboró con Juan Martín de Pueyrredón en la organización de los Húsares. En octubre de 1806 recibió el despacho de teniente, en abril del año siguiente ascendió a ayudante mayor y luego sargento mayor, y en 1808 llegó a teniente coronel. Fue integrante del grupo criollo que conspiraba, y su papel fue invaluable. Por el hecho de haber sido cartero, conocía a todo el mundo en Buenos Aires, dato que le sería de suma utilidad a la hora de buscar la voluntad de la gente a favor de la causa criolla.

Estaba al frente de “los chisperos”, un grupo no muy numeroso pero que se hacía notar. También se los conocía como “los manolos” o simplemente “los infernales”. “Otra vez esos bandoleros”, se quejaban los españoles, blanco predilecto de ese grupo. A su gente se la señalaba como amante de la vida nocturna, del juego, del vino y de las mujeres.

Antonio Beruti. Con French fueron inseparables en la semana de mayo

La primera maniobra en la que intervinieron fue la de armar una suerte de derecho de admisión al cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, filtrando a los vecinos españoles y llenando el salón de criollos. Disponían de entradas sin nombres, las que eran repartidas a personas que nunca hubieran calificado para participar de un cabildo abierto, donde se discutían temas fundamentales para la ciudad. No es descabellado aventurar que lo que French y Beruti y su gente hicieron fue uno de los primeros piquetes, cuando la Patria nacía. Y también es lícito hablar de aquellos dos personajes como verdaderos punteros políticos. La maniobra surtió efecto: de los 450 invitados, solo concurrieron unos 200, la mayoría criollos. Verdad o leyenda, los hombres reclutados por French, junto a Antonio Beruti, Buena Ventura Arzac e Ignacio José Grela llevaban, para identificarse, cintas blancas atadas a sus sombreros.

Cuando en la mañana del 25 de mayo aún no estaba todo definido, y los españoles se mofaban por la escasa gente que había en la plaza esperando novedades, habría sido French el que golpeó una y otra vez las puertas del Cabildo al grito de “¡El pueblo quiere saber qué se trata!”. Fue uno de los 409 firmantes del petitorio del 25 para formar gobierno. French firmó “por mí y a nombre de 600″.

Se dice que también había tenido mucha influencia, junto a su amigo Beruti, en la confección final de listado con los nombres de quienes integrarían el gobierno patrio.

Recreación del 25 de mayo de 1810, y el pueblo expectante a la espera de noticias. French y su gente estaban preparados para entrar en acción, si se daban ciertas circunstancias

Aquel 25 de mayo, cuando aún no estaba claro qué sucedía, French y Beruti junto a su gente aguardaban en la plaza. Sabían que, si en el balcón aparecía Manuel Belgrano y dejaba caer su pañuelo, ellos debían irrumpir en el cabildo, cosa que no fue necesaria.

Una vez instalada la Primera Junta, a French lo nombraron coronel y le encomendaron formar una unidad de infantería que se llamaría Regimiento de América, aunque sería popularmente conocida como “Estrella”, por la insignia que llevaban los soldados en su brazo derecho. Tenía un uniforme similar al de Patricios. Ocupaba el cuartel que había pertenecido a Montañeses.

Cuando regresó luego de haberse sofocado la rebelión española en Córdoba, su unidad contribuyó a la represión de los sublevados en el Motín de las Trenzas, en diciembre de 1811. Partidario de Mariano Moreno, cuando sus seguidores cayeron en desgracia por la preeminencia de los saavedristas, fue enviado a Carmen de Patagones, pena que le levantó el Primer Triunvirato.

A esta altura, su regimiento pasó a ser el 3 de Infantería y fue enviado a sumarse al sitio a la ciudad de Montevideo. Cuando la ciudad finalmente capituló, fue el encargado de traer a Buenos Aires las banderas capturadas.

Al año siguiente fue enviado al ejército del Norte comandado por José Rondeau. Si bien llegó luego de la derrota de Sipe-Sipe, que supuso la pérdida definitiva del Alto Perú, su habilidad política sirvió para limar asperezas de su jefe con Martín Miguel de Güemes. Cuando Manuel Belgrano volvió a hacerse cargo del ejército, French se quedó con él .

La Primera Junta de Gobierno que juró a las tres de la tarde del 25 de mayo de 1810. French se identificó con el ala morenista

Pero no podía estar callado. Fue un abierto crítico del Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón y conoció el destierro. Junto a Manuel Dorrego, Pedro Agrelo y otros debieron abandonar el país y partieron hacia Estados Unidos.

Regresó a principios de 1818, el propio Pueyrredón le reconoció su grado militar y con Estanislao Soler combatió a las montoneras del interior. Cuando asumió Martín Rodríguez, fue nombrado comandante, pero ya estaba muy enfermo y falleció el 4 de junio de 1825. Tenía 50 años.

Pretendieron construir un mausoleo para honrar su memoria, pero lo cierto es que los restos de ese joven cartero que llegó a coronel, están perdidos.