Con el nacimiento de un hijo el amor se resignifica. Como madre puedo decir que pocas cosas se comparan a la devoción que sentimos por nuestros hijos. Sin embargo, no estoy segura de que hablemos lo suficiente del otro sentimiento que también cobra una nueva dimensión desde la confirmación del embarazo: la preocupación. Con cada bebé también nacen padres que tienen que aprender a cuidar de una nueva vida frágil y que depende enteramente de ellos.
Los primeros días son críticos en la vida de cualquier bebé. Pero cuando hablamos de nacimientos pre-término o prematuros, más aún. El tiempo promedio de gestación es de 37 a 42 semanas, por lo tanto, cualquier nacimiento antes de las 37 semanas califica como prematuro.
Según las últimas estadísticas disponibles, en 2020 nacieron 13.4 millones bebés prematuros en el mundo, de los cuales 1.2 millones fueron en América Latina y el Caribe. La mayoría ocurren de forma espontánea, pero existen factores que pueden propiciar un nacimiento prematuro, desde complicaciones durante la gestación hasta condiciones específicas de salud de la madre, vinculados, por ejemplo, con infecciones crónicas o hábitos alimenticios inadecuados.
Un nacimiento antes de término abre un abanico de interrogantes que tienen un impacto emocional muy fuerte en los padres o los cuidadores. La incertidumbre sobre la salud y la supervivencia del bebé suma estrés al desafío de la maternidad y la paternidad.
Un bebé prematuro tiene que permanecer internado en Neonatología por un período de tiempo que depende de su edad gestacional al nacer, de su peso, de su estado de salud general y de cualquier complicación que pueda surgir. Este proceso hace que los padres tengan que dividir su tiempo entre el hospital, el hogar y el trabajo. También hay un impacto económico significativo debido a costos médicos, de transporte y, a veces, la necesidad de uno de los padres de reducir su jornada laboral o dejar de trabajar. Por todos estos motivos, el apoyo psicológico o de una red de contención así como el seguimiento médico y de especialistas, sumados al cuidado, el amor y la perseverancia de madres, padres o cuidadores, son esenciales para que esos bebés sobrevivan y crezcan sanos.
Existen diferentes prácticas recomendadas para quienes atraviesan esta situación. El contacto piel con piel con el bebé, también conocido como Método Canguro, ayuda a regular su temperatura, ritmo cardíaco y respiración, además de fortalecer el vínculo emocional.
La lactancia también es especialmente beneficiosa porque la leche materna fortalece el sistema inmunológico de los bebés y favorece su desarrollo. Los prematuros son más sensibles a estímulos externos, por lo que se recomienda crear un entorno tranquilo y seguro, minimizar el ruido y las luces brillantes en casa, y mantener una temperatura ambiente cálida.
Por último, la estimulación sensorial y emocional también es clave, así como el seguimiento médico con pediatras y especialistas para monitorear su crecimiento, visión, audición y desarrollo neurológico.
Como madre y como Directora Global de Comunicación en Kimberly-Clark, puedo decir que me enorgullece ser parte de una compañía que tiene como propósito un “Mejor Cuidado para un Mundo Mejor”.
Nuestra marca de cuidado infantil Huggies es la única del país que desarrolla pañales más pequeños y delicados que se adaptan a las necesidades de los bebés que pesan menos de 2 kilos. Además, en 2019 formamos una alianza con UNICEF que se llama “Un abrazo para cada bebé”. Nuestro objetivo es brindar acceso a servicios y cuidados necesarios para que más bebés sobrevivan a sus primeros días de vida y crezcan sanos.
El 17 de noviembre se celebra el Día Mundial del Prematuro, una oportunidad para concientizar sobre los desafíos de los nacimientos antes de término y para recordar la importancia de la innovación científica y el incentivo a programas y políticas públicas que protejan a los más frágiles en situaciones en las que el amor no siempre alcanza.