TIBILISI.- Los líderes opositores Nika Melia y Gigi Ugulava fueron arrestados el domingo en la capital de Georgia durante una protesta masiva en contra del gobierno, acusado de una deriva autoritaria y un acercamiento a Rusia.
El Sueño Georgiano, partido proruso en el poder desde hace casi 13 años, se proclamó vencedor de las elecciones parlamentarias de octubre que la oposición calificó de fraudulentas, dando inicio a una serie de manifestaciones multitudinarias.
El 28 de noviembre, el primer ministro Irakli Kobakhidze anunció que su gabinete no buscaría la apertura de negociaciones con Bruselas para la incorporación del país a la Unión Europea (UE) hasta 2028, lo que avivó aún más las protestas.
Melia, líder del partido liberal proeuropeo Ahali, y Ugulava, exalcalde de Tbilisi, pasaron años encarcelados por cargos que grupos de derechos humanos han denunciado como políticamente motivados.
Las detenciones se produjeron mientras miles de manifestantes intentaban bloquear una entrada de la autopista a la capital. Además de los líderes, varias otras personas fueron detenidas durante la protesta, y al menos una parecía haber resultado herida.
Antes de la manifestación, el Ministerio del Interior emitió un comunicado advirtiendo a los manifestantes que bloquear la autopista era “un delito penal castigado con hasta cuatro años de prisión”.
La acción de protesta de hoy, al igual que las manifestaciones que se suceden desde hace dos meses, fue convocada para exigir nuevas elecciones parlamentarias y la liberación de los presos políticos.
A pesar de la advertencia del gobierno, cientos de personas respondieron a la convocatoria de la oposición. Aunque llegaron a ocupar dos de los cuatro carriles de la vía que une la capital con los puertos de Batumi y Poti, en el mar Negro, las fuerzas policiales lograron dispersar a los manifestantes.
Crisis sin precedentes
En las elecciones parlamentarias de octubre, el partido gobernante se declaró vencedor con un 54% de los votos, según informó la Comisión Electoral Central (CEC). Los partidos de la oposición proeuropeos rechazaron los resultados, mientras que la presidenta prooccidental Salome Zurabishvili afirmó que el país había sido víctima de una “operación especial” rusa y calificó el recuento de “falsificación total”.
En la primera ola de protestas que comenzó a finales de noviembre, la policía antidisturbios usó gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a la multitud, arrestando a más de 400 manifestantes, según informó el Ministerio del Interior.
El principal funcionario de derechos humanos de Georgia, el defensor del pueblo Levan Ioseliani, y Amnistía Internacional acusaron a la policía de torturar a los detenidos.
Activistas de derechos humanos en Georgia también denunciaron lo que describen como una creciente campaña de intimidación, golpizas y arrestos contra quienes participan de las manifestaciones.
Las fuerzas de seguridad y el poder judicial de Tbilisi han enfrentado acusaciones persistentes de represión contra los opositores del partido gobernante.
Acusado por Bruselas y Washington de un retroceso democrático y de desviar a Tbilisi de su acercamiento con Europa, el gobierno del partido Sueño Georgiano enfrenta un creciente aislamiento internacional.
El lunes, Bruselas suspendió los viajes sin visa a la UE para diplomáticos y funcionarios georgianos, citando la adopción de varias leyes represivas y la “violenta represión por parte de las autoridades georgianas contra manifestantes pacíficos, políticos y medios independientes”.
El año pasado, Estados Unidos y varios países europeos impusieron sanciones a funcionarios georgianos, señalando el acercamiento del gobierno de Tbilisi hacia Rusia y su violenta represión contra manifestantes y disidentes tras las polémicas elecciones.
En medio del mayor movimiento de protestas antigubernamentales en su historia, Georgia también enfrenta una crisis constitucional sin precedentes, ya que la oposición se niega a entrar en el parlamento recientemente formado.
La presidenta Zurabishvili ha declarado ilegítimos tanto al poder legislativo como al gobierno.
Su sucesor, el político de extrema derecha leal al partido gobernante Mikheil Kavelashvili, asumió el cargo el 29 de diciembre tras un controvertido procedimiento electoral, pero ella insiste en que sigue siendo la representante legítima.
El mes pasado, asistió a la investidura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y fue recibida por su homólogo francés, Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo.
Agencia AFP y diario The Guardian