La historia de Serena Kelley ganó preponderancia en la prensa internacional luego de que lograra escapar de una secta radicada en los Estados Unidos. Casi como si se tratara de una ficción, la mujer se atrevió a revelar aquellas penurias que experimentó en el grupo radical religioso y recordó uno de los hechos atroces, cuando se casó con tan solo tres años con un hombre de 67.

La memoria de Kelley aún guarda lucidez después de los diferentes tipos de shocks emocionales que experimentó en el culto Hijos de Dios, también conocida como La Familia Internacional. Una secta que fue liderada por David Berg desde 1968 y que a lo largo de las últimas dos décadas del siglo XX diferentes juzgados lo acusaron de pedofilia y abuso de poder.

Serena Kelly se crio en la secta apocalíptica Hijos de Dios, también conocida como La Familia Internacional por sus comunas esparcidas por el mundo

En ese marco se crio la mujer que en la actualidad tiene 41 años. Antes de su nacimiento, sus padres, Alfred y Sara, ya eran parte del movimiento que ganó popularidad entre los hippies de la época.

En diálogo con el medio de comunicación británico The Sun, Serena explicó que a los tres años de edad, su madre la entregó como esposa niña al líder de la comunidad, que se encontraba en el complejo principal de Filipinas.

David Berg, líder de la secta Hijos de Dios, también conocida como La Familia Internacional

Corría el año 1983 cuando la sobreviviente llegó a este mundo. Debido a que sus padres eran cercanos a Berg, el hombre se encargó de la elección de su nombre y el futuro que tendría. “Incluso seleccionó mi seudónimo, Mary Dear, y narró mi infancia en las publicaciones de la secta, enviadas a seguidores de todo el mundo para mostrar lo que era posible cuando se cría a un niño ‘bien’“.

Serena de pequeña mientras estaba dentro de la secta, manejada por David Berg

Según relató, los abusos hacia ella de parte de Berg comenzaron cuando tenía dos años. Incluso, otros hombres la golpeaban sin que alguien pusiera un freno. “Era parte de la vida diaria para mí y los otros niños”, recordó.

Cuando cumplió cuatro años, el líder la envió junto a su madre y hermana a una comuna en Japón, donde ella se separó de su familia y fue puesta bajo el resguardo de un hombre y una mujer que no solo abusaban de ella, sino que también la golpeaban. Asimismo, tuvo conciencia de otros maltratos que recibían los menores para conformar el Ejército de Dios.

Dentro de la secta, Serena era obligada a tener sexo con personas mayores a ella. Era golpeada y amenazada, al igual que otros niños

“A veces me enviaban un coche para llevarme hasta Berg, que se había mudado a Japón, pero en 1989, cuando tenía seis años, mi madre, mi hermana y yo nos mudamos a una comuna en Brasil y nunca más lo volví a ver”, contó.

Sin embargo, el horror no terminó ahí, sino que en Sudamérica la prepararon para conformar la milicia que serviría para la llegada del apocalipsis. Además, la enviaban a pedir plata como mendiga a las calles, mientras que su madre ocupaba un cargo de poder en la comuna carioca.

A los 18 años logró escaparse de la secta y pudo estudiar una carrera en la universidad

Cuando Kelley cumplió 11 años, Berg murió. El anciano fue enterrado en Portugal y más tarde sus restos se incineraron. Nunca pagó por las acusaciones de abuso sexual contra menores de edad.

“Pero cuanto más mayor me hice, más destrozada me sentí. Quería salir, pero no tenía dinero, teléfono ni acceso a Internet. Me rebelé cortándome el pelo y usando ropa holgada, dos cosas que estaban prohibidas. Mi madre decía que era una decepción, pero prefería verme ‘fea’ porque significaba menos abusos por parte de los chicos y los hombres que me rodeaban”, dijo a The Sun.

En la actualidad, Serena concientiza a las personas sobre las sectas, el abuso sexual infantil y el tráfico de niños

En 2002, cuando alcanzó los 18 años, volvió con su madre a los Estados Unidos. Ese fue el inicio para abandonar la secta. Contra toda prohibición de su madre, escapó y logró financiar sus estudios universitarios en Austin, Texas. Se graduó en 2015 como Licenciada en Comunicaciones Corporativas y ese mismo año empezó otra carreta en Tecnologías de la Información.

En 2019 perdió su trabajo como ejecutiva de cuentas y eso disparó en ella una necesidad de contarle al mundo quién era realmente. Durante sus años en la universidad mintió sobre su pasado. Dijo que sus padres ayudaban en una ONG en el exterior y que ella había nacido en un país lejano.

Luego del descargo que hizo en Instagram, recibió una ola de apoyo de parte de sus amigos, lo que la impulsó a hacer una modificación en su vida.

En la actualidad, utilizó su trágica experiencia para concientizar a otras personas sobre el abuso sexual infantil y el tráfico de niños. Su historia cambió la de muchos y mediante las redes sociales utiliza los diferentes canales de comunicación para advertir sobre las nuevas sectas y los peligros que existen al ingresar a ellas.