PALM BEACH, Florida.- Solo pasó una semana de las elecciones y el andamiaje de la nueva administración de Donald Trump ya da señales nítidas de que a partir del 20 de enero la relación de Estados Unidos con América Latina no volverá a ser la misma. La muy probable designación del senador de Florida Marco Rubio, de origen cubano, como el futuro secretario de Estado norteamericano -confirmada en los medios norteamericanos pero todavía no oficialmente- asegura un nuevo enfoque de la Casa Blanca para toda la región como no se ha visto en las últimas décadas, incluida la Argentina, con Javier Milei considerado como un “aliado”.
Conocido como un “halcón” de la política exterior en el Senado, donde apoyó las sanciones a los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y un fuerte crítico del kirchnerismo, Rubio será el funcionario con más conocimiento de la región que llega al máximo puesto de la diplomacia norteamericana, y el primero de origen latino. Para algunos gobiernos es una buena noticia; para otros, representará una atención “negativa y turbulenta”, en especial en el caso de México, apuntan los expertos.
“Vamos a ver una cierta ‘floridización’ de la política de Estados Unidos hacia América Latina, aún más que en el primer mandato de Trump. De hecho, esta decisión de designar a Rubio confirma que éste será el gobierno que presta más atención a América Latina en los últimos 30 años, desde probablemente el gobierno de Bill Clinton con el Nafta y la primera Cumbre de las Américas”, en 1994 en Miami, afirma a LA NACION el analista político y editor general de Americas Quarterly, Brian Winter.
El experto explica que la designación de Rubio –sumada a las de la estratega Susie Wiles como jefa de gabinete y del congresista de línea dura Mike Waltz como consejero de seguridad nacional, todos de Florida- tiene implicancias de cómo es vista América Latina desde el sur del estado del sol. “Es una visión mucho más de derecha contra izquierda, de la Conferencia Política de Acción Conservadora [CPAC] contra el Foro de San Pablo, que lo que se escucha en el resto del país. Es un enfoque no solo influenciado por la experiencia cubana, sino también por la venezolana y de tantas personas de otros países que se refugiaron del fracaso de regímenes autoritarios en la región”, indica.
Vicepresidente del Comité Selecto de Inteligencia Exterior del Senado e integrante del Comité de Relaciones Exteriores de esa cámara, Rubio es también un conocedor de la situación política de la Argentina, quizás como nunca había pasado con otro secretario de Estado en la historia norteamericana.
En diciembre pasado, junto a un grupo de cinco congresistas republicanos, le envió una carta al presidente Joe Biden en la que le solicitaban tomar medidas contra la expresidenta Cristina Kirchner y sancionarla por hechos de “corrupción significativa” en diversas causas de malversación de fondos públicos.
“Es una cleptócrata convicta que robó miles de millones de las arcas estatales y permitió que actores malignos como China e Irán concentraran su influencia corrupta en un aliado crítico de Estados Unidos, Argentina”, afirmó en ese momento Rubio, solo dos días después de la asunción de Milei como presidente de la Argentina. También allí le pidió al gobierno estadounidense que fortaleciera las relaciones bilaterales con la nueva gestión del libertario.
“Rubio es una persona que por cuestiones obvias, como su origen, le ha prestado atención a la región. Es el primer secretario de Estado en mucho tiempo que tiene interés directo en América Latina. Y de los países grandes de la región, la Argentina es el país más alineado con [la gestión entrante en] Estados Unidos, lo que le puede generar más atención de la Casa Blanca”, señala a LA NACION Juan Negri, director de las carreras de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).
“De todas formas, creo que en la Argentina se sobreestima la importancia que Trump le da al vínculo con el país, enfatizado por los sectores mileístas. Está exagerado. Pero sin dudas la Argentina hoy se comporta como un aliado de Estados Unidos, y Rubio, que sigue la línea de amigo-enemigo, lo podría valorar”, evalúa Negri, que advierte que la designación es una “señal clara de una política exterior confrontativa”.
En febrero pasado, Milei recibió a Rubio en la Casa Rosada, donde mostraron buena sintonía. “Lo hemos seguido muy de cerca”, le dijo el senador norteamericano, quien también mantuvo un encuentro con el ministro de Economía, Luis Caputo. “Muchas gracias. Parece que estoy contaminando todo el universo”, le respondió el Presidente, entre risas. Al final, Rubio se llevó una taza con la leyenda “No hay plata” autografiada por Milei. “No se preocupe que no la voy a vender”, le agradeció el senador, a quien Trump tuvo en cuenta al elegir a su compañero de fórmula este año.
“En estos momentos, la respuesta adecuada de Estados Unidos a la toma de posesión de Milei como presidente de la Argentina es clara. Milei es un aliado y Estados Unidos debería apoyarlo”, escribió Rubio en una columna publicada en LA NACION en diciembre, en la que también fue muy duro con los gobiernos de izquierda de región, como el de Andrés Manuel López Obrador, en México (ya terminó su mandato); el de Gustavo Petro, en Colombia, y el de Luiz Inacio Lula da Silva, en Brasil, por haber “empoderado a dictaduras regionales”.
Winter sostiene que la relación de Washington con Rubio a la cabeza de la diplomacia variará según los líderes. “Los de la nueva derecha, como Milei, estarán muy contentos, porque reforzará su visión del mundo. En la práctica no sabemos si eso se traducirá en beneficios concretos, como por ejemplo más ayuda financiera. Pero sin dudas los ayudará tener un aliado en la Casa Blanca, más fuerte que nunca, que los recibirá como un grupo de aliados pequeño. En especial Milei y [el presidente salvadoreño] Nayib Bukele”, señaló.
“No hay en la región, y en el mundo son pocos, líderes que realmente reflejan un alineamiento tan fuerte con lo que dice y piensa Trump. Entonces tendrán una condición de aliados especiales”, remarcó Winter.
De Venezuela a México
Férreo crítico de Nicolás Maduro, Rubio podría implementar una política de mayor alineamiento con la oposición de Venezuela, liderada por María Corina Machada desde Caracas y con Edmundo González en el exilio en Madrid. “Para sorpresa de nadie, el dictador Maduro una vez más se robó una elección presidencial. Sin embargo, lo que el narco-régimen nunca robará es el deseo del pueblo venezolano de regresar a la democracia y vivir en libertad después de décadas de tiranía”, acusó Rubio tras los comicios en Venezuela de julio pasado, calificados por fraudulentos por la oposición y gran parte de la comunidad internacional.
Rubio seguramente también mantendrá una política firme respecto a las violaciones de derechos humanos del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, y también con la dictadura cubana, tema que conoce en profundidad por sus raíces y sus vínculos con la comunidad cubano-norteamericano en Florida.
“Lo de Cuba va a cambiar. Miguel Díaz-Canel no tiene el poder real. Cuando los viejos líderes se mueran, lo que se va a formar dentro de la isla será increíble”, vaticinó hace un año. Negri ve en la designación de Rubio un “guiño” hacia un amplio sector de los votantes latinos que apoyan a Trump en Florida, un estado que se convirtió en un bastión conservador y republicano.
Para los expertos, sin embargo, el foco central de la gestión de Rubio será la relación con México, a raíz de los planes de Trump de encarar una masiva deportación de migrantes indocumentados y reforzar los controles de la frontera sur de Estados Unidos, una de sus principales promesas de campaña.
“México será la prioridad uno en la región para este gobierno. Rubio ha criticado muy fuerte al gobierno mexicano por no controlar la frontera, por suministrar combustible y otros apoyos a la dictadura cubana. Pero no es el único que llega con una posición dura contra México”, señaló Winter, al hacer referencia a otros funcionarios designados por Trump, como el zar de la frontera, Tom Homan.
Winter destaca que en la primera gestión del magnate (2017-2021) hubo un primer entendimiento inesperado entre Estados Unidos y México. “Todos esperaban hostilidad, pero pasó lo contrario. Hubo una relación pragmática entre López Obrador y Trump”, dijo. “Pero esta vez los tiempos son diferentes: Trump llega con un mandato más fuerte. También la realidad empeoró, los flujos migratorios se multiplicaron respecto a aquellos años. El trumpismo ve una emergencia más pronunciada en la frontera y creo que las medidas reflejarán eso”, anticipó.