Un frío día de mediados de noviembre, Joseph Osse puso en su sedán negro unas cuantas armas, una diana de acero y un soporte de grabación para su teléfono antes de manejar hacia el desierto, al oeste de Salt Lake City.

Osse, de 32 años, empezó a grabarse a sí mismo haciendo tiro al blanco hace aproximadamente un año para publicar videos cortos en YouTube. Ha hecho más de 300, con títulos poco convencionales como «Plinking en acero», «El arte de vaciar el cargador» y «Cámara de rifle en primera persona», que tienen entre varios cientos y varios miles de visitas cada uno.

El contenido sobre armas de fuego en YouTube ha sido durante mucho tiempo relativamente de nicho, una recomendación algorítmica que puede aparecer después de que los usuarios vean una emisión en continuo del videojuego «Call of Duty» o busquen información sobre las elegantes armas que utiliza John Wick, el popular asesino a sueldo del cine.

Osse, que publica bajo el nombre de Graizen Brann, aprendió a disparar viendo los canales de YouTube que ahora intenta emular. En el pasado, la educación sobre armas de fuego solía provenir de familiares mayores, y se adquiría en grupos juveniles o alistándose en el ejército.

«Disfrutaba lo que hacía», afirmó. «Y quizá si había alguien más en el planeta que sintiera más o menos lo mismo que yo por las armas de fuego, podría suscribirse y simplemente ver lo que pasaba».

Una nueva generación de propietarios de armas estadounidenses, más joven, con mayor diversidad racial y atraída por el entrenamiento táctico y la defensa personal, ve regularmente canales sobre armas de fuego. El contenido ha acumulado más de 29.000 millones de visitas en YouTube, según datos inéditos de investigadores del Instituto para el Diálogo Estratégico y del Laboratorio de Investigación Forense Digital del Atlantic Council. Esto ha dado lugar a una creciente subcultura denominada «guntube», cuyos creadores se conocen como «guntubers».

«Tiene un público gigantesco que hasta hace poco no habíamos intentado comprender», afirmó Jared Holt, investigador principal del Instituto para el Diálogo Estratégico, una organización que investiga el impacto de la tecnología en temas políticos y sociales.

Para algunos, los videos en los que se reseñan armas de fuego, se prueban equipos y se ofrecen consejos de entrenamiento lucen como un hobby que bien podría ser el ciclismo o tocar la guitarra.

Pero guntube es su propia comunidad en expansión. Algunos guntubers tienen seguidores de culto, y existe un evento de premiación de la industria conocido como los «Gundies», nombre inspirado en los «Dundies» del programa de television «The Office». La industria de las armas de fuego patrocina a los creadores de contenido –que ayudan a vender armas e innumerables accesorios– y, al igual que los «streamers» de videojuegos, algunas estrellas de guntube ganan miles de dólares por video. Uno de ellos incluso se postuló a un cargo político.

Pero las armas no son guitarras. Su creciente presencia en YouTube ha suscitado cierta controversia, principalmente sobre el contenido de los videos y sobre quién debería poder verlo.

El hombre que intentó asesinar al presidente Donald Trump en julio llevaba puesta una camiseta de un popular canal de guntube cuando fue abatido por un francotirador del Servicio Secreto. Antes de asesinar a 10 personas en un supermercado de Búfalo, Nueva York, en 2022, Payton S. Gendron dijo en las redes sociales que veía en YouTube videos de entrenamiento táctico relacionados con armas de fuego.

En marzo, un juez del estado de Nueva York dictaminó que Google (empresa matriz de YouTube) y Reddit enfrentarían demandas judiciales por facilitar la matanza cargada de racismo perpetrada por Gendron. En junio, bajo la presión de Everytown, un grupo de defensa de la seguridad de las armas, YouTube anunció que iba a restringir determinados contenidos sobre armas de fuego a los espectadores menores de 18 años y a prohibir los videos que mostraran modificaciones y características de determinadas armas de fuego. Para sortear las restricciones y prohibiciones de YouTube, algunos guntubers de renombre han migrado a su propio servicio de emisión en continuo relacionado con las armas.

Osse, que emigró de Haití a principios de la década de 1990, fue criado por un padre soltero que trabajaba como mecánico de la Fuerza Aérea estadounidense. Como muchos mileniales, Osse se aficionó a las armas de fuego a través de los videojuegos y compró su primera pistola –una Glock– durante la pandemia del coronavirus. Tiene un empleo de introducción de datos por el que cobra el salario mínimo y reúne dinero de otros trabajos secundarios para mantener un hobby que, según él, consiste en aprender a disparar, defenderse y enseñar a los demás.

«Ahora mismo no estoy en esto por dinero, así que simplemente disfruto compartiendo contenido con el mundo y viendo las críticas positivas y también las negativas», dijo Osse.

Uno de los canales que Osse veía mientras aprendía a disparar en 2022 era T. Rex Arms, un icono de guntube y un portal de conocimientos sobre armas, equipamiento, formación y la «industria de la defensa ciudadana», como se indica en su sitio web.

Con aproximadamente una década de antigüedad, el canal empezó con su principal estrella y fundador, Lucas Botkin, disparando a dianas y fabricando fundas para pistolas con láminas de termoplástico en un horno tostador. Actualmente el canal tiene más de 1 millón de suscriptores, un pódcast semanal, una aplicación descargable de entrenamiento y un negocio de venta de equipamiento táctico con unos 90 empleados.

Isaac Botkin, hermano de Lucas Botkin y presentador del pódcast «T. Rex Talk», remonta el origen de guntube a una serie de DVD de entrenamiento táctico publicados en 2008, en el momento álgido de las guerras en Irak y Afganistán y apenas unos meses después del lanzamiento del videojuego «Call of Duty 4: Modern Warfare».

«Los videojuegos se volvieron realistas, estábamos en guerra como nación, y este contenido estaba disponible en DVD y podías encontrarlo en internet», dijo Isaac Botkin. «El entrenamiento práctico dejó de ser un conocimiento secreto y empezó a ser ampliamente accesible».

Para el guntuber Chris Charles, los videojuegos fueron una puerta de entrada del tiro digital a empuñar un rifle de verdad.

«‘Call of Duty 4’ fue enorme», dijo Charles, de 26 años, quien vive en Stockbridge, un suburbio de Atlanta, donde trabaja como inspector de emisiones de automóviles y estudia medios digitales en la Universidad Mercer. «Eso fue lo que trajo todas las armas, todos los accesorios, y lo que lo cambió todo».

Charles empezó a disparar como un hobby serio después de que su hermano le regalara el receptor superior para un AR-15 cuando tenía 17 años. Los videos de YouTube le ayudaron a ensamblar el rifle, y cuando su madre murió unos pocos años después, el tiro superó a sus otras aficiones –tocar el piano, el fútbol americano y la escalada– como la mejor manera de sobrellevar su muerte.

Charles creó su propio canal, Kit, Guns, & Gear, hace aproximadamente un año, y ha atraído a un modesto grupo de seguidores. Para Charles, disparar es estrictamente un pasatiempo, algo apartado de los mensajes contra el gobierno y la defensa de la Segunda Enmienda que algunos canales destacados de guntube repiten como loros porque impulsan la participación y las interacciones. Aunque, por supuesto, afirma, «algo de eso se cuela».

Muchos canales de guntube están gestionados por hombres, pero uno de ellos –Tacticool Girlfriend, con más de 62.000 seguidores– está dirigido por una mujer transgénero que oculta su identidad porque teme que la acosen. En un video del otoño pasado, llamó a guntube un «lugar muy tóxico» que está «lleno de machismo y todo tipo de prejuicios», un guiño al control comunitario que trasciende el género y enfrenta los méritos de los militares con los de los civiles cuando se trata de conocimientos de tiro.

«Pero realmente quiero ver a más gente haciendo este trabajo porque es muy importante y he visto los efectos que he tenido en muchas personas y numerosas comunidades», añadió, refiriéndose a los beneficios de la educación sobre armas de fuego, en especial entre los grupos que no suelen acudir a los campos de tiro.

Joseph Osse, que publica bajo el nombre de Grazien Brann, dispara una de sus armas para un video para las redes sociales, en Grantsville, Utah, al oeste de Salt Lake City, el 18 de noviembre de 2024. (Lindsay D’Addato/The New York Times)

Joseph Osse, que publica bajo el nombre de Grazien Brann, se prepara para grabar un video de sí mismo disparando armas, en Grantsville, Utah, al oeste de Salt Lake City, el 18 de noviembre de 2024. (Lindsay D’Addato/The New York Times)