El estrés y la ansiedad, dos de los principales desafíos emocionales de la vida moderna, no solo impactan el bienestar mental, sino que también tienen consecuencias directas sobre la salud cognitiva a largo plazo. Recientes investigaciones revelaron que estos factores pueden acelerar el deterioro del cerebro y afectar habilidades claves como la memoria, la concentración y la capacidad de aprendizaje.

Un estudio publicado en JAMA Network Open analizó la relación entre el estrés percibido y la disminución de la función cognitiva. La investigación incluyó a más de 24.000 participantes de entre 45 y 98 años, y encontró que quienes reportaban mayores niveles de estrés tenían un 37% más de probabilidades de presentar problemas cognitivos. Este efecto, atribuido al impacto de las hormonas del estrés, como el cortisol, se vincula con la pérdida de materia gris en la corteza prefrontal, una región cerebral esencial para funciones como la toma de decisiones y la memoria.

El estrés crónico no solo afecta directamente el cerebro, sino que también exacerba conductas perjudiciales, como el sedentarismo, el consumo de tabaco y el incumplimiento de tratamientos médicos. Además, contribuye al envejecimiento acelerado y aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y demencias como el Alzheimer.

La ansiedad y el estrés son dos de las enfermedades más comunes de la época moderna, que se potencian por las malas condiciones laborales, problemas familiares y mala alimentación (imagen ilustrativa)

Por su parte, la ansiedad, definida como un estado de vigilancia intensificada ante la incertidumbre, también juega un papel crucial en el deterioro cognitivo. Según un estudio publicado en Frontiers in Psychology, la ansiedad altera la memoria y el rendimiento cognitivo al crear un ciclo perjudicial: los problemas cognitivos intensifican la ansiedad, lo que a su vez empeora las funciones mentales. Este efecto se asocia con una mayor dificultad para controlar pensamientos negativos y una mayor sensibilidad a estímulos estresantes.

Aunque tanto el estrés como la ansiedad pueden tener efectos similares sobre la cognición, el estrés moderado puede, en algunos casos, mejorar el rendimiento cognitivo al estimular el enfoque y la productividad. Sin embargo, niveles extremos de estrés o ansiedad conducen a una disminución notable de las capacidades cerebrales, lo que afecta tanto la memoria verbal como la ejecución de tareas complejas.

En cuanto al Alzheimer, el estrés y la ansiedad figuran como factores de riesgo junto con los antecedentes familiares. Aunque la genética influye, la regulación emocional y la detección temprana de situaciones estresantes pueden ser claves para prevenir o retrasar el deterioro cognitivo. Un estudio publicado en Alzheimer’s Research & Therapy encontró que el riesgo de padecer esta enfermedad era más del doble en pacientes con estrés crónico, y hasta cuatro veces mayor en pacientes con estrés crónico y depresión.

Cómo afecta el estrés y la ansiedad al deterioro cognitivo

Estas conclusiones subrayan la importancia de gestionar estos trastornos a través de prácticas como el ejercicio regular, la meditación, el descanso adecuado y, en casos más graves, la terapia psicológica. A pesar de los avances, los expertos señalan la necesidad de más estudios para comprender cómo el estrés crónico afecta a distintos grupos demográficos y en diferentes etapas de la vida, con el objetivo de diseñar estrategias de prevención más eficaces.

¿Por qué las mujeres son más propensas a sufrir estrés y ansiedad?

Aunque alrededor del mundo gran cantidad de personas sufren estos trastornos, estudios científicos demostraron que a lo largo de la vida las mujeres son las más propensas a sufrir estrés y ansiedad por las condiciones en las que viven, por sus entornos familiares o laborales, además de presiones sociales constantes.

Según una investigación realizada por la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, “las mujeres en edad reproductiva son más vulnerables a desarrollar trastornos de ansiedad que los hombres, aproximadamente entre dos a tres veces más”.

Otra entidad que coincide con esta postura es la Oficina para la Salud de la Mujer en la Oficina del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. “Las mujeres son más propensas que los hombres a experimentar síntomas de estrés, entre ellos dolores de cabeza y malestar estomacal. Además, las mujeres son más propensas a padecer afecciones de salud mental que empeoran con el estrés, como la depresión o la ansiedad”, aseguró la entidad pública.