Apenas uno de los más de 50 hombres que llegaron al juicio reconoció que había violado a Gisele Pelicot. Después de un proceso que duró casi cuatro meses en los tribunales de Avignon, en Francia, la víctima consiguió demostrar algo que parecía imposible: todos los acusados fueron condenados con penas de tres a 20 años de prisión en un caso bisagra, que interpeló al mundo.
Los abogados Stéphane Babonneau y Antoine Camus, a cargo de la defensa de Gisele Pelicot, saben que el juicio quedará en la historia. “Este proceso generó una indignación colectiva y simultánea. Es el signo de que las cosas deben cambiar. Es probablemente el desafío de nuestra generación”, dice Camus en una entrevista con LA NACION.
Los letrados franceses, de visita en Buenos Aires, tomaron el caso cuando ya llevaba dos años. Debatieron si podría perjudicar a la víctima ser defendida por hombres. Pero ella los aceptó desde el principio. Construyeron un vínculo de confianza y contención que les permitió avanzar con una causa repleta de elementos escalofriantes.
La vida de Gisele Pelicot se pulverizó el 2 de noviembre de 2020, cuando le informaron que por al menos 10 años su propio marido, Dominique Pelicot, la drogó y la entregó para que abusaran de ella en su propia casa. Lo habían detenido un mes y medio antes por filmar debajo de la pollera a algunas jóvenes en la fila del supermercado. Durante los allanamientos por esa denuncia, encontraron videos de las violaciones a su esposa.
Los abogados relatan que Gisele Pelicot no quería que la consumiera el odio. Necesitaba poder darle sentido a lo que había vivido y así decidió que el juicio fuera a puertas abiertas. “Para ella fue una obligación hacerlo por las demás mujeres, las que no pueden denunciar porque tienen recuerdos”, sostiene Camus. Ella, en cambio, carece de registros en su memoria sobre las atrocidades que sufrió.
En octubre, se definirán las apelaciones. De los 17 agresores que pidieron ese recurso, nueve ya desistieron. Gisele Pelicot estará presente en ese juicio para terminar lo que empezó. Dueña de una “resiliencia excepcional”, según la describen sus abogados, volverá a enfrentare a los hombres que la violaron sin que ella lo advirtiera, con la complicidad de su marido.
—¿Cuál fue su primera reacción al recibir el caso?
A.C: —Inmediatamente sentí que teníamos un caso excepcional en múltiples sentidos. Primero, por supuesto, la atrocidad de los hechos y la dimensión universal de este caso, por el número de los agresores. Pero también por las preguntas que este caso puede exponer sobre el estado de nuestra sociedad, lo que dice de nosotros. Los dos quedamos sorprendidos por la dignidad y la capacidad de distanciarse de Gisele Pelicot. Desde el principio, nos hizo comprender que no quería oponer a hombres y mujeres y que no todos los hombres son así.
—¿A qué se refiere cuando habla de distancia?
S.B: —Hay varios puntos. Gisele no tiene recuerdos de lo que vivió. Y durante los años que pasaron antes de que la conociéramos pasó por momentos muy difíciles. Cuando la conocimos ya había hecho un cierto camino. Había consultado con psicólogos, había decidido rehacer su vida, mudarse a otra región de Francia, empezar casi de nuevo y encontrar una cierta estabilidad. Y es una persona que es excepcionalmente resiliente. Ella no se da cuenta, pero tiene una resiliencia que es excepcional y una capacidad para considerar que lo importante es el momento presente y el futuro.
A.C: —Yo me pregunté si no estaría en negación, pero rápidamente, después de unos meses, entendí que no. Ella dice todo el tiempo que no quiere estar enojada porque no tiene tiempo, no quiere ser consumida por ese sentimiento. No quiere estar en el odio.
—Una vez que ustedes vieron los videos, ¿cómo fue tener que hablar con Gisele?
S.B: —Tomó tiempo porque cuando nos contactó sabía lo que le había pasado, pero no conocía los detalles. Nos tomamos el tiempo para explicarle el perfil de los agresores, las excusas que presentaban y entrar lo más tarde posible en el detalle de los videos. Los vio por primera vez unos meses antes del inicio del juicio. Cuando tomó la decisión de ir al juicio, que no era tampoco una obligación, le dijimos que considerara la posibilidad de verlos sabiendo que iban a ser mostrados. El procurador nos había explicado que como los acusados niegan la violación iba a ser indispensable mostrarlos en el juicio. Si podía enfrentarse a verlos, entonces iba a ser posible para ella estar presente en el juicio. Se sentía en confianza con nosotros y nosotros con ella, si nos decía que estaba lista, quería decir que estaba lista. Nunca la expusimos a nada que pudiera desestabilizarla. Queríamos realmente que no tuviera ninguna sorpresa en el juicio.
A.C: —Fue una parte difícil. La segunda fue probablemente la lectura de la evaluación médica que hicieron los expertos psiquiátricos de Dominique Pelicot, dos semanas antes de que el juicio empezara. Era muy importante para nosotros que toda la familia, Gisele y sus hijos, supieran lo que decía el informe para que ellos no esperaran demasiado, porque una vez que lees este reporte entendés que no se puede esperar nada de Dominique Pelicot.
—¿Tenían algún tipo de expectativa?
A.C: —Todos estaban esperando saber toda la verdad sobre lo que le hizo a Gisele: cuándo empezó, cómo y con quién. Y querían saber quién era él. Todos vivieron con ese hombre durante más de 40 años. Todos tenían muchas expectativas, probablemente mucho más los hijos, porque fueron criados por él.
S.B: —Todo el mundo amaba a Dominique Pelicot. Sus hijos, Gisele, pero también los amigos, porque uno puede pensar que la familia estaba aislada. Pero no era el caso, todo el mundo lo amaba, tenía amigos. Quienes conocían a la familia decían que Dominique era alguien extraordinario, un gran hombre, generoso, divertido.
—Mencionaron que el caso expone preguntas sobre la sociedad, ¿cuáles?
A.C: —Este juicio es un proceso que generó una indignación colectiva mundial simultánea y plantea la necesidad de encontrar respuestas a cómo en 2024, en el siglo XXI, una mujer puede sufrir lo que le ocurrió a Gisele Pelicot. A pesar de todas las políticas progresistas y los avances sobre la igualdad de género, el derecho a votar de las mujeres, su autonomía financiera, la libertad de gestión de su propio cuerpo… ¿Cómo es posible que podamos encontrar en un área de 50 kilómetros 70 hombres dispuestos a aprovecharse sexualmente de un cuerpo inerte que parece muerto? ¿Qué hay de específico en la sexualidad masculina que, aparentemente, puede satisfacerse de un cuerpo al que le quitaron la conciencia para hacerlo un objeto? Y esto no solo concierne a los acusados, sino a la sexualidad masculina, que puede satisfacerse de usar a alguien como un objeto durante un intercambio sexual. ¿De quién es la culpa? Probablemente es colectiva, ya que es el resultado de cientos de años de construcción de una masculinidad que valora como normal la posesión de un cuerpo.
S.B: —En Francia tenemos la expresión de la cultura de la violación, que es una construcción de comportamientos que pueden explicar que haya tantas violaciones. Y creo que la raíz está en la dominación masculina sobre la mujer. La única explicación que encontró Dominique Pelicot para justificarse fue decir que quería someter a una mujer que no quería ser sometida. Y también, la noción de patriarcado porque muchos de los acusados dieron como explicación que no eran violadores porque como Dominique estaba presente, él la había puesto en esa situación y por eso no hacía falta el consentimiento de ella.
—¿Qué pensaron cuando ella les planteó que quería que el juicio fuera a puertas abiertas?
S.B: —En un principio, Gisele Pelicot, como suele pasarle a todas las víctimas, estaba extremadamente avergonzada por lo que le había pasado. Y vivió con eso durante algunos años hasta que cambió de opinión después de haber visto los videos y haber entendido la profundidad del caso, tan extremo. Empezó a pensar que ella no debía ser la que tuviese vergüenza y que los agresores tenían que ser expuestos. Al principio había considerado que el hecho de que el caso no fuera público podía protegerla, pero se dio cuenta de que en realidad el anonimato iba a proteger, sobre todo, a sus agresores. Gisele, que es una mujer extremadamente inteligente, llegó a la conclusión de que no solo tenía que estar ahí sino que debía hacerlo público para exponer a los agresores y para que el caso fuera útil para la sociedad. Pensó muchas veces que vivió durante 10 años con esos síntomas sin pensar que algo así era posible. Todo el mundo veía los problemas de salud que tenía [consecuencia de la sumisión química]. Entonces pensó que alguien enterándose de su caso, podía darse cuenta de que tal vez le estaba pasando eso.
A.C: —La decisión de hacerlo puertas abiertas significaba para ella una gran recuperación del control de su vida ya que durante 10 años no tuvo capacidad de decidir. Y logró que tomara una dimensión que no habría tenido jamás a puertas cerradas. Y creo que es una proeza que es remarcable: la víctima está ahí porque elige estar en el centro para interpelarnos a todos.
S.B: —Nos preparamos mucho tiempo porque no queríamos que tuviera ninguna sorpresa sobre la violencia del proceso al que se iba a enfrentar. Un juicio en donde hay un solo acusado siempre es muy violento, sobre todo cuando niega los hechos, pero un juicio donde hay 51 hombres –50 presentes de los cuales 48 niegan ser violadores–, va a ser aún más violento. Entonces queríamos que fuera preparada a las preguntas, a las excusas, a las justificaciones de sus agresores. Aun así, fue muy difícil para ella. Y uno no se da cuenta de la violencia del proceso y de hasta qué punto es excepcional que haya ido los cuatro meses. En las primeras semanas la defensa fue muy agresiva porque la estrategia era demostrar que no era posible que ella no supiera. Lo hicieron proyectando fotografías íntimas de ella en el juicio, haciéndole preguntas como, por ejemplo, si no pensaba que era un poco exhibicionista porque había aceptado que su esposo le tomara fotos en la piscina de su casa en corpiño. Le reprocharon que su reacción no coincidía con la de una víctima de violación porque no lloraba o no gritaba.
En las primeras semanas el enfoque fue sobre ella porque la Corte pensaba que tal vez no iba a volver. Fue muy difícil. Y después empezaron los interrogatorios de los acusados por casi tres meses, y tuvo que soportar las explicaciones. Casi todos los agresores dijeron que eran víctimas porque era una trampa y no sabían lo que pasaba. Un hombre llegó a decir: “Señor juez, ¿usted piensa que si hubiera querido violar a una mujer, no hubiera escogido una más bella?”. Ese tipo de cosas tuvo que soportar. Después empezaron los argumentos finales de los abogados durante casi tres semanas. Hasta hubo una teoría en las últimas semanas de que los hombres habían sido drogados por Dominique Pelicot.
—¿Cómo hicieron para evitar que fuera revictimizada?
A.C: —Nuestra preocupación desde el primer día era que este proceso no les hiciera más daño ni a ella ni a su familia. Y creo que en lo que se refiere a Gisele Pelicot ha sido así porque trabajamos con ella para que supiera lo que podía esperar de este proceso. ¿Cómo hacer para que sea útil y continúe con su vida? Tratamos de fijarnos objetivos y uno era interpelar colectivamente a la sociedad, era una manera para ella de darle sentido a su historia y que no fuera solo algo absurdo, lágrimas y horror. En respuesta, recibió mucho apoyo. Estaba sorprendida de no recibir cartas denigrantes. Ella no dejaba de decir que lo hacía también para aquellas personas que no podían hacerlo, que no tenían la fuerza. Otra razón por la que no se ha desarmado es que no tiene recuerdos de lo que le pasó. Ella es consciente de esto, y es para ella una obligación hacerlo para las que no pueden denunciar porque tienen ese recuerdo. Si ella lo recordara, es claro que nunca hubiera podido hacer esto.
—Durante las marchas por el Día de la Mujer se replicaron carteles con la cara de Gisele, ¿qué significó para ella y para ustedes?
S.B: —Gisele es realmente muy humilde. No deja de sorprenderle, pero le da mucha satisfacción que las víctimas sean reconocidas. Hace poco la nombraron en un periódico inglés como una de las mujeres más influyentes de 2024 y repitió lo que suele decir: las verdaderas heroínas son las que luchan con esto solas. Quiere que la gente diga ‘si Gisele Pelicot lo hizo, yo también puedo’. Realmente no quería ser vista como alguien excepcional. Cuando le contamos que estábamos en la Argentina y que mucha gente sabía de su caso, se sorprendió, pero está muy orgullosa. Uno tiene que entender que necesitaba poder darle sentido a lo que había vivido. Se cansó mucho, tiene 72 años, fueron ocho horas de audiencia con la proyección de los videos y rodeada de los agresores. Hacía casi dos horas de auto para ir al juicio, para siempre oír las mismas explicaciones día tras día. Pero veía a esa gente que iba a sostenerla y a agradecerle. Las mujeres en general encontraron una figura a la que podían admirar y eso les dio mucha fuerza interior.
—¿Cómo sigue hoy su vida?
S.B: —Vive en un pueblito en el oeste de Francia en donde nadie la conoce. Todos sus nuevos amigos descubrieron lo que le había ocurrido una vez que el juicio empezó. Había decidido irse a un lugar donde no iba a tener esa etiqueta de víctima. Ella vivía en el sur. El día que le dieron la noticia ella había desayunado con Dominique Pelicot. Fueron citados en la policía. Él sabía a qué iban, pero ella llegaba sin ninguna idea de lo que iba a pasar. Ella tuvo 72 horas para vaciar su casa e irse por seguridad. La policía le contó que más de 50 hombres habían ido a su casa para violarla. Esa noche su esposo ya estaba en prisión. Su vida desapareció frente a sus ojos y después de eso tuvo que reconstruirla.
A.C: —Ella está aliviada porque el primer juicio salió bien, porque reconocieron a todos y fueron condenados. Los 50 acusados, excepto Dominique Pelicot, incluso cuando pasábamos los videos decían: “No te violé”. Es extremadamente violento. Para ella, era vital que la Corte Criminal reconociera que todos estos hombres la habían violado. Había 17 que habían apelado y nueve ya abandonaron su apelación. Hoy está feliz de poder volver a una vida casi normal. Está empezando a escribir un libro. Por supuesto su vida ha cambiado totalmente, perdió todo a los 68 años. Hay que recordar que Dominique Pelicot era el hombre de su vida. No eran una pareja de 50 años que seguía por costumbre. Ella lo amaba realmente y se enorguillecía de tener un marido tan gentil, amable, atento. Todo el mundo lo adoraba.
—¿Creen que la condena fue justa?
S.B: —Gisele no estaba ahí para obtener años de prisión, lo que quería era que todos fueran condenados. Y eso era muy importante porque la casi totalidad pedían ser declarados inocentes. Entonces, sí nos parece que el juicio fue justo. En sus últimas palabras Gisele le dijo a Dominique: ¿Cómo pudiste invitar a todos estos hombres a nuestro hogar? Tuvo cuatro enfermedades de transmisión sexual. Todo el mundo aceptó el proceso. Y eso para mí como abogado es un gran éxito de la justicia porque hubo momentos intensos pero no hubo violencia, golpes, nadie fue herido.
—¿Cómo sigue la causa? ¿Saben cuánto tiempo pueden tardar en resolverse las apelaciones?
S.B: —Nueve abandonaron la apelación porque dijeron que no valía la pena hacerlo. Por el momento, quedan ocho apelaciones. Va a ser en octubre en Nimes. Iba a durar un mes y medio, pero como son menos puede ser que sea más rápido. Ese juicio es diferente del primero porque es con jurados. Gisele ya dijo que va a estar ahí e iba a acabar lo que había empezado.
—Y va a haber otro proceso ahora que es la denuncia de la hija de ella contra Dominique.
A.C: —Yo acompañé a Caroline hasta el veredicto el 19 de diciembre. Caroline ha expresado, y es normal, decepción y frustración por no haber obtenido la verdad de su padre y el reconocimiento de la justicia de un estatuto de víctima conforme a su convicción de haber sido como mínimo drogada. Hay tres fotos en el caso, en dos vemos a Caroline durmiendo, ella dice que no dormía y que fue drogada, esa es su convicción. Hay otras tomadas al salir del baño que, como mínimo, establecen que su padre, al momento de tomar la foto, tuvo una mirada incestuosa a su hija. Pero, en cualquier caso, cuatro años de investigación no han permitido establecerlo. Y lo terrible para Caroline es que ella tiene esta convicción y esperaba que este proceso llegara a una verdad que la tranquilice o que por lo menos le sacara de la duda que es insoportable. Lamentablemente no se podía hacer de otra manera porque el juez había limitado el acta de acusación únicamente a las violaciones a Gisele y las fotografías de Dominique Pelicot.
—Mencionaron que muchos de los acusados hablaban sobre el consentimiento ¿Creen que hay alguna falencia en el sistema?
S.B: —La ley francesa está construida de manera tal que una violación es una relación sexual sin consentimiento, pero no lo dice el texto, aunque nunca nadie fue declarado inocente porque el texto estaba mal construido. Hoy, hay un enfoque sobre la noción de consentimiento y muchos creen que la ley debería ser precisada para que la palabra aparezca. Yo pienso que no se necesita, pero sería bueno incluirla para que cuando los ciudadanos lean la ley sea clara. Muchos de los acusados dijeron que no puede haber violación si el hombre está de acuerdo. Y eso está escrito en la ley que precisa que la violación existe incluso en el matrimonio. Lo que muestra es realmente la falla en la educación. La ley para mí está clara, pero la noción de consentimiento es la raíz de todo y es una cuestión de la educación tanto de niños como de hombres.
A.C: —No estoy seguro, tal vez algunos pensaron así, pero probablemente la mayoría sabía perfectamente qué es el consentimiento, y era solo una estrategia de defensa. Yo no estoy seguro de que la raíz del problema se encuentre en el texto de ley. Lo que explica que continúe desde hace siglos en realidad es la educación sexual y el rol que hoy en día la industria pornográfica ha tomado en la educación sexual para los jóvenes, que cada vez tienen más acceso a la pornografía, que se conectan con los estándares presupuestos sobre la masculinidad que son hechos de dominación, de incesto.
—¿Cree que es un problema solo de los hombres?
A.C: —No, también de mujeres. Hemos visto en este proceso mujeres venir a decir a los jueces que su hijo o su esposo no eran violadores a pesar de los videos. Somos colectivamente responsables de esto, hombres y mujeres. Nuestra convicción es que la raíz del mal se encuentra en la concepción que todos colectivamente hemos formado de lo que es la masculinidad. No podemos considerar que es un problema de hombres y que solo entre ellos deben redefinir lo que es la masculinidad y hacer una introspección y ver lo que no va. Es probablemente el desafío de nuestra generación para terminar de una vez por todas con lo que hoy en día es un flagelo mundial, que no aceptamos más. Lo que muestra también este proceso es esta indignación colectiva, simultánea, mundial. Es el signo de que las cosas deben cambiar. Creo que tal vez lo que deja como esperanza este proceso es el hecho de que el mundo entero, en algún momento, ha sentido indignación por esto.
—¿Creen que el juicio sienta un precedente?
S.B: —Gisele lo dice, es su orgullo más grande. Para ella es realmente inconcebible hoy en día que aquí en la Argentina puedan saber quién es ella. Vivió 10 años pensando que tenía una enfermedad de la que se iba a morir, buscando respuestas, no podía levantarse, había días en los que dormía 18 horas seguidas y siempre en esos momentos pensaba ‘qué suerte que tengo a Dominique conmigo porque él no me deja caer’.
—Y también esto sienta un precedente sobra la sumisión química…
S.B: —Absolutamente. Mucha gente se preguntaba cómo alguien puede no darse cuenta. Hoy en día, si alguien tiene esos síntomas puede pensarlo, dado que se hace con medicamentos que muchos tienen en su botiquín de casa. En Francia, un senador lo hizo con una diputada.
AC: —En Francia, las autoridades están preocupadas por la sumisión química desde los años 90, con el uso recreativo de estas drogas en los clubs y ahí ya había agresiones sexuales o violaciones. Tuvimos leyes de prevención y de detección. Lo que no sabíamos o no habíamos pensado es que las mismas drogas, incluso drogas más fáciles de encontrar, puedan ser utilizadas en el hogar. Y es eso lo que ha hecho posible que este caso dure 10 años. Es que, en realidad, el peligro venía de adentro y de lo más cerca.
—¿Qué percepción tuvieron de la Argentina?
S.B: —Vinimos aquí invitados por la embajada de Francia porque había un interés sincero en el caso. Sabemos que son temas muy debatidos, que hay una gran conciencia en este país sobre esto y también que, en este momento, como en Francia y en todos los países del mundo, hay un movimiento reaccionario.
AC: —Yo diría que, más allá de la Argentina, hoy en día estamos en un momento particular en las sociedades occidentales, porque surge una nueva corriente de pensamiento. Para simplificarlo podemos llamarlo “trumpismo”, que claramente es la fuente de preocupación para todos los que quieren erradicar las desigualdades de género y las discriminaciones en todas las formas. Yo creo que estas preocupaciones compartidas en todas las sociedades occidentales en este momento son legítimas, pero yo soy optimista porque, como dijimos antes, no detenemos el sentido de la historia, no se detiene un tren que está en marcha. El futuro son los derechos humanos, es poner al humano en el centro.