La vida de Clara Alonso, a sus 35 años, en cierto punto es fascinante. No tiene escándalos, tampoco romances que llenarían horas de debate en televisión y menos un closet en donde buscar trapos sucios, sin embargo tiene puntos muy altos de exposición y fama, y situaciones en las que tal vez su carrera hubiese dado un giro de 180 grados. Surgió de la factoría Disney cuando fue pasando etapa tras etapa en el reality High School Musical: La selección y, aunque no ganó, la misma empresa la convocó para participar de Zapping Zone junto con Caro Ibarra y Dani Martins. Dicho programa la puso en el radar para Violetta y se convirtió rápidamente en Angie, la institutriz del personaje de Tini Stoessel. Con ese éxito global recorrió Europa y Latinoamérica, y sentó base en Italia, donde realizó varios trabajos en cine y televisión por fuera de la mística del ratón más famoso.
Alonso llega a la entrevista con LA NACION con la timidez que la caracteriza. No es explosiva en sus declaraciones ni lo será, pero en su humildad deja entrever anécdotas o trabajos por los cuales actores encumbrados de la Argentina entregarían su alma. Y aunque no mira desde abajo, porque su metro setenta de altura se lo impide, sus modos y gestos parecen no jactarse de la referente que es para los más de 1,6 millones de adolescentes que la siguen en sus redes sociales.
Ya con el chip de Meli incorporado, el personaje que realizará a partir del 12 de marzo en la obra de teatro Match for love junto con Alejandro Awada y dirección de Miguel Ángel Solá, comenta: “Cuando me convocaron, estaba re asustada. Porque son dos hombres de mucho prestigio y mucha trayectoria. Pensé que tal vez serían soberbios o que me sentiría insegura, pero fue espectacular porque a los días de confirmar mi papel, fuimos a tomar un café con Alejandro y Gabriela Barroso, la asistente de dirección, y me encontré con un hombre muy gentil y cercano, que se interesó en saber de mí, qué había hecho y qué estaba haciendo ahora”.
-¿Cómo fueron esos primeros encuentros ya en el ámbito teatral?
-La primera etapa de ensayos fue de estar mucho en una mesa charlando, leyendo el libro y buscando los personajes. Un trabajo más con la voz y con la cabeza de los personajes, que físico. Y cuando le pusimos el cuerpo fue más fácil. Miguel Ángel Solá como director es muy generoso, empático y hace mucho hincapié en la actuación. Está todo el tiempo buscando matices, pidiendo cambios, viendo qué es lo que estás haciendo bien para que lo potencies y qué vicios tenés para que los modifiques.
-Triunfaste en Disney, hiciste cine en España e Italia y sin embargo podría decirse que es tu debut teatral.
-Sí. Hice más series y películas que otra cosa. Y aunque hicimos presentaciones con Violetta, Match for love lo tomo como mi primera obra de texto. Igual cuando me llamaron pensé que no iba a quedar y por mucho tiempo no se lo dije a nadie. Me llamaron en noviembre y recién lo conté en enero. Por lo general no quedo en los castings y juega mucho la ilusión primero y la desilusión después. Al principio pensé que se iba a bajar Alejandro, o que Solá podía irse a filmar afuera, hasta que se confirmó y pasamos de un plan de dos funciones por semana, a cinco funciones en un teatro mucho más grande. Me hace muy feliz estar a pocos días del estreno.
-Tu personaje es el de Meli y el de Awada es Leiva.
-Sí, somos dos adultos independientes. Yo soy Meli, la hija del mejor amigo de Leiva. Estoy muy sola en la vida, mi madre me abandonó, mi padre falleció y no tengo hijos. Tengo amigos pero estoy en la búsqueda de un amor; me quiero sentir acompañada, no tan sola, entonces exploro intentos de vincularme con gente, citas y lo mismo le sucede a Leiva. Y en ese contexto de no sentirnos tan solos y contarnos las cosas, nos divertimos y acompañamos. A partir de esas anécdotas frustrantes, escribimos un libro que es el que presentamos cuando comienza la obra. Ese vínculo que formamos de la nada va cambiando a medida que avanza la trama.
De Rosario a Buenos Aires
Clari Alonso, como es más conocida en el mundo artístico, nació en Rosario, Santa Fe, pero al poco tiempo se fue a vivir con sus padres y hermanos a Capitán Bermúdez. El trabajo de su padre ingeniero los obligó años después a trasladarse a Castelar, en el Gran Buenos Aires, y desde allí forjó su vocación. Primero destacándose en el coro de la escuela y luego estudiando comedia musical en Haedo donde empezó a pulir con mayor precisión su talento.
”Yo tenía restricciones. Tenía una especie de curaduría en casa de lo que podía ver y lo que no (sonríe). Mis padres no me dejaban ver Rebelde Way porque decían que no era para mi edad. Tampoco Verano del 98, pero sí me dejaban ver Cebollitas, Chiquititas. A veces pispeaba un capítulo si iba a la casa de una amiga a la que los padres la dejaban ver, pero nada más. En pandemia vi un par de capítulos para ver de qué me había perdido en mi infancia, y la verdad es que era zarpado”.
-¿De lo que veías, qué te motivaba a seguir el camino artístico?
-Mi faro era Popstar y Escalera a la fama, donde las chicas de cualquier lugar tenían oportunidades. En la época de Bandana yo tenía 12 años y estaba a full con su música. Eso me motivó a estudiar y a probarme en el casting de High School Musical: La selección. Fue multitudinario. En total se presentaron más de 27 mil chicos. Me llevaron mis padres desde Castelar hasta el estadio Malvinas Argentinas. Me enteré que había quedado en el programa yendo en el tren Sarmiento a una clase de teatro.
-Ya en Disney pasaste a Violetta, nada mal.
-En Violetta audicioné para todos los personajes. Para ser Violetta, para ser la mala, la madrastra, la amiga de la amiga… Terminé quedando para Angie, la institutriz, que a su vez era la tía de Violetta. Tenía 21 años y estaba para cualquier personaje. No tenían muy definido por qué edad iría la serie. Sí se sabía que iba a ser un proyecto grande pero nunca imaginamos lo que terminó siendo. Tini tenía 13 años en las audiciones y cuando comenzó tenía 14.
-Fue uno de los últimos grandes éxitos de Disney.
-Pero cuando arrancó no anduvo bien. Funcionaba más o menos en Disney Channel y cuando Canal 13 lo emitió a la tarde no anduvo. Lo pasaron a las 11 de la mañana porque no sabían qué hacer y explotó en el exterior, en Latinoamérica y Europa, y después acá. Nosotros ya habíamos grabado la primera temporada durante nueve meses y la serie salió recién cuando comenzamos a grabar la segunda. Hubo mucha incertidumbre al principio pero terminó siendo un bombazo. En Europa los colectivos tenían la cara de Tini y Violetta aparecía en remeras, medias, gorros, todo.
-¿Si bien muchos forjaron una gran carrera, imaginabas el nivel que alcanzó Tini?
-A Tini la amo con mi alma aunque ya no la veo casi, porque está en otro mundo. De hecho hace unos días estuvo en el cumpleaños de Paris Hilton. Pero lo máximo fue verla con Coldplay. Admiración total por la inmensidad que adquirió. Nunca imaginé que podía tomar la dimensión que tomó como artista. No porque no fuera talentosa o no tuviese ángel o carisma, al contrario, sino porque el lugar que ocupa hoy está destinado a muy pocas personas en el mundo.
-Tu trabajo también tuvo mucha repercusión en Europa.
-Sí, fue una locura. Una temporada la filmamos en Sevilla, Barcelona y Madrid y siempre terminábamos con la policía poniendo vallas en las plazas o las calles. Se armaba un mundo de gente a nuestro alrededor. Y por el éxito de mi personaje filmé en Milán un spin-off del programa, que se llamó Angie e le ricette di Violetta.
-¿Con la primera plata grande que ganaste, qué recordás haber comprado?
-Sinceramente no recuerdo haber cobrado “una primera plata grande” (ríe). De hecho soy austera y cero ostentosa, pero aunque suene triste, tengo la imagen de ir a la Avenida Córdoba a los outlets a comprar ropa con mi propia plata. Cosas simples. Es mi forma de ser. A los 19 me fui a vivir sola porque mis padres seguían en Castelar y era comprarme un auto o mudarme a Capital. Los viajes los tenía por el trabajo, recibía muchos regalos, así que te debo una respuesta glamorosa (se ríe).
-¿Tener millones de seguidores en las redes sociales te obliga a cuidarte más?
-Me cuido mucho. Tengo mucho filtro interno. Pero no es una posición pensada, soy así. Lo soy en mi vida privada. Siempre pienso unos segundos antes de reaccionar. Soy cautelosa. Mis viejos me enseñaron a ser así y los inicios en Disney también moldearon mi personalidad. Me complica a veces la velocidad que imprimen las redes para emitir opinión porque pareciera que uno tiene que levantar bandera inmediatamente. Hay veces que no sé qué pienso de ciertas cosas o no me interesa opinar, pero el público te exige que digas algo sí o sí. Después pasa lo de la actriz de Emilia Pérez [se refiere a Karla Sofía Gascón], a quien le salieron a la luz tuits de hace años, y se te termina la carrera.
Celosa de la intimidad
-El éxito atrae a los amigos del campeón y a los “enamorados”. ¿En tu caso?
-Siempre fui de estar de novia, por lo cual nunca estuve mucho tiempo soltera para ir conociendo chicos. Tampoco tengo una personalidad para que los hombres me busquen tanto. Nunca los chicos del momento me escribieron por redes. Tampoco jugadores de fútbol o cantantes. Tengo cero levante en redes, lo juro. Y la verdad que, para mí, mejor. Mis estadísticas son 92 por ciento público femenino y ocho por ciento varones. No debo mostrar cosas interesantes para los hombres.
-Tuviste una época, entre 2014 y 2017, en que eras una celebridad italiana.
-En los años post Violetta viví en Madrid y trabajé mucho en Italia. Gané el reality Dance, dance, dance, donde imitábamos video clips musicales y después llegué a la final de Notti sul ghiaccio (versión italiana de Patinando sobre hielo) en la RAI, donde perdí la final. Lo que pasa es que vivir una vida de celebridad en Italia es muy costoso. Te da mucho pero tenés que dejar todo. Tener un agente de prensa en Italia sale una fortuna. Todo tiene otra escala de costos. Claro que lo disfruté, me regalaban ropa Dolce & Gabbana, perfumes, carteras, pero tenés que estar siempre radiante y eso cuesta dinero y energía.
-Filmaste varias películas y le dijiste que no a un ganador del Oscar.
-Italia tiene eso (sonríe melancólica). Si trabajás allá, podés llegar a filmar como en mi caso Abogado a la italiana con Sergio Castellitto y vas a todos los festivales de cine. Y en un trabajo te encontrás con Claudia Gerini o Sofia Ricci, grandes figuras del cine italiano. Y sí, una vez tuve una audición con Paolo Sorrentino, que venía de ganar el Oscar con La gran belleza. La película era Juventud y se iba a filmar en Suiza, pero yo tenía contrato con Disney y le dije que no. Siempre me quedó la duda de si mi carrera hubiese tomado otro destino. Era un papel chiquito pero era un film del ganador del Oscar.
-En la era de los escándalos mediáticos, ni siquiera una pelea.
-Soy muy tranquila. Una vez tuve una situación medio de maltrato artístico con un director, que me fue probando a ver hasta qué era capaz de hacer. Como yo le iba diciendo a todo que sí, me iba aumentando las exigencias. Llegó un punto en el que me proponía cosas absurdas para el papel, me llamaba a cualquier hora y fueron varias reuniones en las que me daba cuenta de que tiraba siempre un poco más de la cuerda. Cero doble intención, pero sí lo tomé como maltrato. Al final, me dijo que no, que no era lo que pretendía. Fue muy triste porque me pregunté qué estaba permitiendo con tal de poder trabajar. La película se hizo y obviamente no la vi.
-¿Si después de esta nota alguien te escribe por Instagram?
-Le diría que venga a ver Match for love, que la va a pasar muy bien. Yo estoy de novia hace siete años con un chico que no es del ambiente, es abogado, no quiere aparecer y nos respetamos en ese sentido. Tampoco subo fotos con él a mis redes. Estamos muy felices, vivimos juntos hace unos años y criamos a Vicente, nuestro caniche de 11 años al que amamos con nuestro corazón.
Para agendar
Match for Love, con Alejandro Awada y Clara Alonso, y dirección de Miguel Ángel Solá. Sala: Multiteatro (Avenida Corrientes 1283). Funciones: desde el 12 de marzo, de miércoles a domingos.