Cher (1946- )Content Type: Personal ProfileBooks and LiteratureCher: The Memoir, Part One (Book)Pop and Rock MusicMoviesTelevisionBono, Sonny

En el primer volumen de sus memorias (que no ha leído), la estrella explora su difícil infancia, su tenso matrimonio con Sonny Bono y cómo encontró su voz.

Durante una entrevista de 90 minutos sobre sus memorias, Cher preguntó dos veces: «¿Crees que le va a gustar a la gente?».

Incluso en los anales de los famosos con un solo nombre –Sting, Madonna, Beyoncé, Zendaya–, Cher está en la estratósfera del uno por ciento. Durante seis décadas ha sido un nombre familiar. Tenía 19 años cuando logró su primer número 1 con Sonny Bono. Ganó un Oscar por Hechizo de luna, un Emmy por Cher: the Farewell Tour y un Grammy por «Believe». Su rostro ha aparecido en pantallas de todos los tamaños y su música ha sido la banda sonora de múltiples generaciones, ya sea en vinilo, ocho pistas, cinta de casete, disco compacto o en Spotify.

Pero a Cher le costó encontrar un relato definitivo de su vida. Tuvo que explorar rincones oscuros y analizar 78 años de material. Y — quizás esta fue la parte más difícil–: tuvo que aceptar que sus historias más personales pronto estarían en manos de decenas de lectores.

«Este libro me ha agotado», dijo sobre el primer volumen de sus memorias homónimas, que salen a la venta el 19 de noviembre. «Me ha dejado exhausta».

Cher es un relato valiente de tenacidad y perseverancia: su infancia fue inestable. Su matrimonio con Sonny Bono tuvo consecuencias devastadoras. El libro también es una historia cultural repleta de opiniones firmes, nombres destacados y recuerdos vertiginosos: el primer concierto de Cher fue Elvis. Su primera película fue Dumbo (estaba tan absorta que se orinó en los pantalones). Uno de los primeros automóviles que condujo fue un Chevy 57 que le robó a su novio.

En las páginas, la voz de Cher resuena con la garra y la profundidad que la hicieron famosa.

Pero un primer borrador escrito por un escritor fantasma no tuvo este efecto, dijo Cher; no se sentía como «ella». Se dio cuenta de que necesitaba ampliar su proyecto a un segundo volumen. «Demasiada vida», dijo. «He vivido demasiado».

Después de esta epifanía, la mayor parte del libro se completó en cuatro febriles meses, gracias a otros dos escritores y a un editor que la visitó durante una semana. Comienza con el nacimiento de Cher en 1946 –su nombre legal era Cheryl Sarkisian– y termina a principios de la década de 1980, cuando charla con Francis Ford Coppola sobre el salto de cantante a actriz (él le pregunta: «¿Y qué esperas?»).

Aún no ha leído la versión final.

«La gente puede decir lo que quiera», dijo Cher. «Es quien soy. Soy quien soy. No puedo cambiarlo».

La madre de Cher, Georgia Holt, era una cantante, actriz y buscavidas de la Arkansas rural que interpretó pequeños papeles en El pistolero y Yo amo a Lucy (y perdió un papel en Mientras la ciudad duerme que finalmente obtuvo Marilyn Monroe). Su padre, Johnnie Sarkisian, era un estafador y un heroinómano que se mantenía al margen hasta que olía el dinero. Se casaron cuando Holt tenía 19 años y Sarkisian 20. Tres meses después, Holt quedó embarazada y su madre la llevó a abortar.

«Era su cuerpo, su vida y su elección», escribe Cher sobre la decisión de Holt de no someterse al procedimiento, que era ilegal. «Gracias a Dios que se levantó de esa mesa, sin embargo, o yo no estaría aquí para escribir estas páginas».

Cuando Cher era bebé, Sarkisian la dejó en un hogar infantil católico de Scranton, Pensilvania, antes de marcharse de la ciudad. Holt, que entonces trabajaba de camarera en una cafetería, pagaba 4,50 dólares a la semana por el cuidado de su hija, la visitaba semanalmente y se llevó a Cher en cuanto pudo. La cronología no está clara –hasta el día de su muerte, Holt lloraba al hablar de esta época–, pero Cher ya caminaba cuando salió del orfanato.

Más tarde, vivió con amigos de la familia mientras su madre establecía su residencia en Reno, Nevada, para poder divorciarse rápidamente.

«No conocí gran parte de mi historia hasta que crecí», dijo Cher. Tenía unos 30 años y actuaba en el Caesars Palace de Las Vegas cuando su abuela llegó entre bastidores y le presentó a una de las vecinas que la habían acogido. «Pensé que eran niñeras. No tenía ni idea de que vivía con ellas».

Estos primeros abandonos marcaron la pauta de una infancia itinerante y a veces pobre en Los Ángeles y sus alrededores, que era la meca de Holt.

Su papel en la vida de sus hijas no era muy distinto del que Cher interpretó en Sirenas, la película de 1990 en la que encarna a una imprevisible madre soltera que un crítico del Times describió como «querida en la ficción e infernal en la realidad». Cher y su hermana menor, Georganne Bartylak, aún discuten sobre cuántas veces se casó Holt.

«Yo digo que seis, que son muchas. Ella dice que ocho», dijo Bartylak. «No se puede contar el hecho de que se casara dos veces con dos hombres. No es justo». Sarkisian fue uno de los hombres con quien se casó dos veces (y que la traicionó aún más).

Cher relata algunos roces con la realeza de Hollywood. De niña, jugaba con las hijas de Liza Minnelli y Dean Martin; a los 15 años, tuvo un coqueteo con Warren Beatty, quien tenía 25 años. Pero nunca supo cuánto tiempo iba a vivir en un mismo lugar. Sus zapatos de montar se sujetaban con gomas elásticas y se remendaban con cartón. En la escuela primaria, robó un caballo y se subió a un tren de mercancías en una sola tarde. Y de alguna manera logró ambas proezas.

«El caos del que fui testigo es demasiado», dijo Cher. «Demasiada rabia, demasiado miedo, demasiado…».

Antes de que pudiera terminar, el hijo de 5 años de su novio Alexander Edwards entró en la habitación en patinete, con una gran galleta de calabaza en la mano.

«Disfrútalo con salud», dijo Cher.

Edwards tiene 38 años. A las 9:00 p. m. de un martes, la pareja acababa de llegar del desfile de Victoria’s Secret, donde Cher actuó. Aún llevaba un top de encaje, pantalones brillantes y botas de charol con tacones imponentes.

«Cuando era más joven, no les gustaba a los chicos de mi edad», dijo Cher. «Y luego, cuando me hice mayor, no me gustaban los hombres de mi edad».

Tenía 16 años cuando conoció a Bono en una cafetería. Él tenía 27. Ella mintió sobre su edad, y los dos se hicieron amigos. Poco después, Cher se quedó sin casa y no quiso volver a vivir con su madre. Bono le ofreció un lugar donde vivir a cambio de cocinar y limpiar.

«En mi mente, pensaba: Sí, OK, esa vieja frase», escribió Cher. «Pero debía de tener una expresión en la cara porque él sacudió la cabeza y se rio. No te preocupes, tengo camas gemelas», dijo. Con una sonrisa añadió: ‘Y sinceramente, no te encuentro especialmente atractiva'».

Los anillos de boda de recuerdo a juego llegaron unos años después, al igual que la paternidad y la fama, «I Got You Babe» y The Sonny & Cher Show.

«No fue un momento #MeToo porque le mentí», dijo Cher, desplegándose desde una posición de loto modificada el tiempo suficiente para quitarse las botas y dos pares de calcetines. Pero, dijo, «no lo perdono porque hubo cosas que hizo que fueron ridículas».

Bono se convirtió en el adalid de Cher, convenciendo a su jefe, Phillip Spector, para que la dejara cantar con las Ronettes un día que el auto de Darlene Love se averió. Empezaron a grabar juntos, primero como Caesar & Cleo y luego como Sonny & Cher. Hubo momentos tiernos (como su improvisada ceremonia de boda en un cuarto de baño) y otros embriagadores (un viaje a Londres, donde se enteraron de que «I Got You Babe» había superado a «Help» de los Beatles en las listas británicas vendiendo un millón de copias en dos semanas).

Pero la fama cambió a Bono. Los dos eran padres primerizos y estaban ocupados con su espectáculo, cuando él se convirtió en «a mi manera o a la calle», dijo Cher.

Ser un artista popular no era suficiente; Bono quería ser un magnate. Empezó a fumar puros. Creó el Ejército Benévolo de El Primo, en el que todos los que estaban en su órbita tenían un rango, incluida Cher, con Bono como jefe. A Cher no se le permitía relacionarse con los miembros de la banda, ni siquiera ir a una fiesta de Tupperware organizada por la esposa de Brian Wilson. La pareja dejó de ir a cenas, conciertos y películas.

Bono se volvió paranoico ante la posibilidad de que Cher lo abandonara, y su comportamiento se volvió aún más errático. Quemó su ropa de tenis en el patio trasero. Le fue infiel y luego culpó a Cher.

Bono también arregló sus finanzas para que Cher trabajara para él, como empleada mal pagada de una empresa llamada Cher Enterprises. Ella no se dio cuenta de inmediato; Bono era «como un padre» para ella, y su hogar representaba estabilidad, permanencia, todo lo que había echado de menos en su tumultuosa juventud. Confiaba en él.

«Se llevó todo mi dinero», dijo Cher. Pensé: «Somos marido y mujer. La mitad de las cosas son suyas, la otra mitad son mías. No se me ocurrió que hubiera otra manera».

A pesar de lo difícil que es enmarcar esta confesión con la Cher legendaria que dominaba los escenarios y sobrepasaba los límites, su sinceridad tenía su gracia.

«Hasta el día de hoy», dijo Cher, «desearía poder preguntarle: ‘Hijo, ¿en qué momento, durante qué día, dijiste: ‘Sí, ¿sabes qué? Voy a tomar su dinero'».

Bono murió en un accidente de esquí en 1998. Pero, para entonces, su matrimonio hacía tiempo que había terminado.

«Me desperté una mañana –temprano, como a las 5– y simplemente pensé, no voy a hacer esto más. Voy a dejarlo», dijo Cher. «Empecé a poner en marcha un plan tan peligroso que no sé cómo tuve el valor de hacerlo».

Le dijo a Bono que quería acostarse con su guitarrista. Y entonces, lo hizo.

Reconstruyó su carrera y se exilió al «cementerio de elefantes» de Las Vegas, donde actuó dos veces por noche, siete días a la semana, durante varios meses.

Salió con David Geffen, quien la ayudó a arreglar sus finanzas: «No sabía cómo hacer un cheque. No tenía cuenta bancaria», y tuvo un breve matrimonio con Gregg Allman. Pero en sus memorias queda claro que su tiempo con Bono fue fundamental.

En la actualidad, Cher disfruta de su tiempo con Edwards, a quien conoció hace dos años después de que ella le hiciera un cumplido por sus dientes decorados con diamantes.

«Hice todo lo que dije que no iba a hacer», dijo Cher. Por ejemplo: «No enamorarme de un hombre que es más joven».

Está orgullosa de su familia, de sus obras de caridad y de su Oscar. Admitió que no sabe su dirección ni su número de teléfono – «Mira», dijo, alisando su cortina de pelo negro, «la gente me encuentra»–, pero sigue centrada en los temas que le importan: «¿Eres una buena persona? ¿Eres una mala persona?».

Cher se muestra comedida y respetuosa en el tema de sus hijos, Elijah Skye Blue Allman y Chaz Bono, quien es transgénero. En una nota al principio del libro, escribe: «En estas memorias, me refiero a mi hijo Chaz como Chas, el nombre que usó durante los años que abarca este libro. Chaz ha dado su bendición para este uso. En el próximo volumen, en el momento oportuno, me referiré a mi hijo como Chaz».

Y por supuesto, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, Cher sigue comprometida con su carrera. Sigue trabajando con su profesora de canto, quien tiene 96 años.

«No se supone que puedas cantar a esta edad», dijo. «He cantado toda mi vida. Me entristecerá el día que no pueda».

Cher sonrió con benevolencia al hijo de Edwards, quien levantaba la pantalla de una lámpara. Luego añadió: «Llevo toda la vida de gira. O es un día libre o es un día de trabajo. ¿Qué haría si no estuviera haciendo esto?».

Carrie Thornton, editora de Cher en Dey Street, dijo que el enfoque de dos volúmenes no siempre fue el plan. Pero, durante el proceso de escritura, se hizo evidente que el paso de Cher de cantante a actriz implicaba una pausa natural. Además, señaló Thornton, unas memorias en dos partes «se sienten como un alarde». Está previsto que el segundo volumen se publique dentro de un año.

La grabación del audiolibro planteó sus propios retos. Cher es disléxica, así que narrarlo ella misma fue, dijo, «como arrancarse una muela». Al final colaboró con Stephanie Block, quien ganó un Tony por su interpretación en The Cher Show.

Cher no tiene previsto leer las críticas de su libro –«no me gusta que hieran mis sentimientos»–, pero se alegra de contar con el testimonio escrito. Aunque extraer sus recuerdos fuera doloroso «sabía que la verdad completa era buena», afirmó.

Su compromiso con la verdad va más allá de sus memorias. Bartylak, hermana de Cher, dijo: «Todo el mundo sabe que Cher es honesta: patentemente y brutalmente honesta».

Recordó el día en que Cher se fue a vivir con Bono.

«Yo solo tenía 11 años y lloraba a moco tendido porque era mi única hermana y lo habíamos pasado todo juntas», dijo Bartylak. «Tenía una gran calabaza de peluche y en ella Cher escribió: ‘Un día estarás orgullosa de mí'».

Bartylak añadió: «Yo ya estaba orgullosa».

Elisabeth Egan es escritora/reportera y editora del Times Book Review. Lleva 30 años trabajando en el mundo editorial. Más de Elisabeth Egan