En el país de los campeones del mundo, una de las grandes fábricas de futbolistas de Argentina no recibe visitas de fanáticos, colegios ni público en general. Tampoco ofrece experiencias exclusivas para grupos de turistas. A la vera del Camino Presbítero González y Aragón, en medio de una zona de bosques, lagunas y reservas forestales, un modesto portón de rejas azules da la bienvenida al Centro de Entrenamiento Boca Juniors, más conocido como “Boca Predio”, el famoso complejo del partido de Ezeiza donde nacen, crecen y se desarrollan muchos de los talentos del fútbol argentino. En 2014, su construcción demandó una inversión de 9,5 millones de dólares. Solo en 2024, el club embolsó ocho veces esa cifra gracias a las ventas de cinco juveniles de la cantera. LA NACION tuvo acceso VIP al sitio donde Boca realiza su pretemporada de verano y donde cientos de chicos alimentan cada día el sueño de llegar a Primera.
Una bandera argentina, otra de Boca y una tercera con la insignia de AFA flamean en lo alto del ingreso principal, donde decenas de hinchas y periodistas aguardan desde muy temprano por la llegada de los futbolistas. Es que, a partir de 2021, el plantel profesional xeneize dejó de entrenarse en Casa Amarilla para instalarse definitivamente en el predio, con la idea de que los más grandes sean un reflejo para los más chicos y los técnicos de Primera sigan de cerca a las principales promesas de la cantera. Además, se busca instrumentar una misma metodología de trabajo en todas las categorías que se entrenan allí. Al inicio de la gestión, por caso, Juan Román Riquelme ordenó que cada una de las divisiones debían jugar con un enganche.
“No es casualidad que tres de los cinco técnicos que trajo Román hayan tenido un paso por inferiores”, destaca Diego Soñora, cuatro veces campeón con Boca (Recopa 1990, Copa Master y Apertura 1992, y Recopa 1993) y coordinador adjunto de las juveniles del Xeneize. Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra y Diego Martínez fueron los técnicos elegidos por Riquelme que dieron sus primeros pasos como DT de las inferiores, mientras que Fernando Gago, el entrenador actual, llegó a Boca con 9 años e hizo todo el camino en el club hasta su ansiado debut en Primera. Gago también está involucrado en el proyecto: en sus primeros días al frente del plantel visitó a los chicos de la novena división y les prometió una camiseta firmada por los jugadores en caso de que ganaran su partido por tres goles de diferencia.
La recorrida por el predio incluye varias paradas obligadas. Las 13 canchas (12 de césped natural y una artificial), los vestuarios, el jacuzzi, el comedor del primer piso y la moderna sala de prensa donde se graba el contenido para las redes del club y se presentan algunos refuerzos. Lindero al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, el complejo está construido en su totalidad sobre una superficie de 40 hectáreas, de las cuales la mitad corresponden únicamente a los campos de juego. El Boca Predio es un 50% más grande que La Masía y tres veces más grande que el River Camp. Cuenta además con consultorio médico, sala de nutrición, gimnasio de última generación, SUM, sala de reuniones, administración y oficinas para directivos, videoanalistas y miembros del Consejo de Fútbol. A su vez, se está construyendo un 14º campo de juego y un gimnasio más modesto exclusivo para las categorías menores, ya que, entienden en el club, puede resultar contraproducente que un chico de 14 o 15 años tenga las mismas comodidades que un jugador de Reserva o Primera División.
El lugar tiene su historia y deja en evidencia la tirantez que existe desde siempre entre el macrismo y Juan Román Riquelme. El 11 de junio de 2014, un mes después del último partido del ídolo con la camiseta azul y oro, Daniel Angelici y Carlos Tevez presentaron el comienzo de las obras sobre el terreno que le fuera concedido al club por 30 años, extendible a diez más. A esas alturas, las diferencias entre el capitán y el presidente de Boca parecían conducir al abismo. Y si algo faltaba para tensar la relación entre ambos eso fue que Angelici eligiera al Apache, otro ídolo del Xeneize, para anunciar la colocación de la piedra basal. Poco después, el 10 rechazó la oferta de renovación del presidente y acordó su retorno a Argentinos, donde jugaría hasta fin de año. En 2017 fue inaugurado, y si bien la idea inicial era que se lo bautizara como Predio Mauricio Macri, fue el propio exdirigente quien pidió evitar ese reconocimiento, “para evitar el personalismo y los mesianismos”. Finalmente, en 2019, el trinomio Ameal-Pergolini-Riquelme arrasó en las elecciones en Boca y Román edificó su propio imperio en el complejo deportivo de Ezeiza.
Caminar por el predio es como sumergirse en el túnel del tiempo: a cada metro que se avanza, la presencia de una gloria permite revincularse con las mejores épocas del club. Juan Román Riquelme, Blas Giunta, Diego Soñora, Walter Pico, Marcelo Delgado, Mauricio Serna, Antonio Barijho, Raúl Cascini, Juan Clemente Rodríguez, Pablo Ledesma y Daniel Díaz son algunos personajes centrales de la historia del club que se entremezclan entre el pasado y el presente, unidos por un destino común.
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El primero en llegar al predio es justamente Soñora, coordinador adjunto de las inferiores del club. “Chiche tiene las llaves”, bromea Blas Giunta, el coordinador general. Con Riquelme como supervisor general, la otra pata de la mesa es Diego Cinello, quien se encuentra a cargo de la coordinación de los preparadores físicos. Cinello también tiene su historia con Boca: fue empleado del club en tiempos de Alfredo Altieri, discípulo de Julio Santella que trabajó exitosamente en la recuperación de Martín Palermo cuando se cortó los ligamentos cruzados en 1999, previo a su regreso triunfal ante River. Cinello integró además el cuerpo técnico de Raúl Cascini y el Chelo Delgado en Los Andes, durante la corta estadía de los exBoca en el banco de suplentes milrayitas.
La grilla de entrenadores de inferiores la completan Silvio Rudman, Matías Giménez, Joel Barbosa, Martín Andrizzi, Matías Arce, Mauro Navas y Enrique Álvarez (el único que no jugó en el club), mientras que otros dos exBoca dirigen en infantiles: Nahuel Fioretto y Claudio Benetti, aquel volante cordobés que se ganó un lugar en el corazón de los hinchas por su gol a San Martín de Tucumán que valió el título del Apertura 92. Entre los exfutbolistas del Boca Predio suman más de mil partidos en el club, más de 100 goles, y casi 40 vueltas olímpicas.
Los jueves de cada semana uno de ellos brindan una charla explicativa en la sala de prensa en las que cuenta el trabajo realizado en los entrenamientos y jugadas específicas de los partidos, apoyando su presentación con imágenes editadas en video. Con LA NACION como invitado, esta vez es el turno del Chipi Barijho, que se divierte en su rol de docente y hace chistes ante los presentes antes de exponer frente a Giunta, Soñora y el resto de los entrenadores y ayudantes del campo. La camaradería es palpable: uno de los que escuchan pide volver a poner la imagen para que todos miren cómo el Chipi, al costado del campo de juego, sigue toda la acción a la par y termina celebrando el gol como un hincha más. Todos lanzan una carcajada.
“Para los chicos es clave convivir con exjugadores como el Chipi, el Cata (Díaz) o Clemente (Rodríguez), que ganaron todo con este club. Si bien la mayoría somos muchachos grandes, ellos te buscan en Internet y al toque te sacan la ficha”, destaca Giunta. “Siempre les digo a los chicos: ‘¿saben lo que hubiese dado yo por haber tenido todo esto? Disfruten de estar acá porque no existe otro club que les dé estas comodidades’. Por algo son tan buscados los jugadores que surgen del club. Cuando yo dirigía en la B y cuando me ofrecían un chico de Boca, enseguida decía que sí, ni siquiera lo dudaba”, agrega.
El predio comienza a poblarse a partir de las 8. Chicos de diferentes edades y puntos de Buenos Aires arriban en autos particulares, combis y micros con recorridos fijos que Boca pone a disposición para aquellos que no tienen la posibilidad de trasladarse por sus medios. Allí, además de con sus amigos, compartirán la mañana con estrellas mundiales como Edinson Cavani, Marcos Rojo, Sergio Romero y el propio Gago.
Familiares y representantes de jugadores tienen prohibido el acceso a las prácticas. Sí, en cambio, se les permite ingresar en los días de partido. Para brindarles mayor comodidad a los padres mientras los chicos se entrenan en el predio, el club proyecta unificar las dos tribunas de la cancha principal y construir debajo una confitería. Y también habrá más dormis (hoy hay ocho, utilizados mayormente por los empleados) para quienes viajen desde el interior del país a realizar alguna prueba. Y se barajó la posibilidad de sumar una escuela, pero entendieron que no era sano para los chicos permanecer tanto tiempo en el predio.
Desde la asunción de Riquelme como directivo, a 40 juveniles de entre 17 y 21 años se les hizo realidad el sueño de debutar en Boca. En números, uno más que en los ocho años de Angelici, pese a que 13 de esos juveniles fueron promovidos a causa del aislamiento obligatorio del plantel profesional, tras la pelea cuerpo a cuerpo con jugadores de Atlético Mineiro, luego la eliminación por penales en los octavos de final de la Copa Libertadores 2021. Joaquín Ruiz, volante de 18 años, fue el primero en sumar minutos bajo la conducción técnica de Fernando Gago; en tanto que Camilo Rey Domenech, mediocampista que jugó el Sudamericano Sub 17 de 2024, realiza la pretemporada con Primera.
El reconocimiento es internacional. En noviembre de 2024, el observatorio de fútbol del Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES) destacó a las inferiores de Boca como una de las más prestigiosas del mundo. El organismo con sede en Suiza evaluó la cantidad de futbolistas en actividad formados por clubes que participan de las 49 ligas más relevantes del planeta, y ubicó al Xeneize en el segundo lugar de ese ranking (93 jugadores), muy cerquita del líder Benfica (94). Casualmente, ambos clubes se cruzarán en la etapa de grupos del próximo Mundial de Clubes.
“Cuando vemos jugar a los chicos lo primero que evaluamos es la técnica individual. Aunque sean flaquitos o chiquitos de estatura, sabemos que físicamente se los puede potenciar. Lo más difícil de encontrar, y más en estos tiempos, en que todo es más mecanizado, son jugadores con buena técnica”, sostiene Giunta. “El objetivo de los captadores y los entrenadores es descubrir y formar jugadores talentosos. Tiempo atrás se le prestaba mucha atención a las condiciones físicas de los futbolistas. Si un defensor medía 1,80 y le pegaba de punta y para arriba, superaba cualquier prueba. Hoy el fútbol cambió. Todos atacan y todos defienden. Y entonces todos deben saber jugar y también desenvolverse en la marca. Román hace mucho hincapié en ese sentido: para jugar en Boca el jugador tiene que ser talentoso”, añade Soñora.
A pocos metros del ingreso al predio se encuentra la sala de Nutrición, a cargo de la licenciada Florencia Minghetti. La alimentación es un factor fundamental para el desarrollo del futbolista. Como muchos chicos provienen de hogares humildes, el primer paso es adaptarlos nutricionalmente al peso y la contextura física propia de sus edades. Eso se logra con un plan personalizado, dietas especiales y suplementos para aquellos casos en los cuales los chicos no llegan con una base sólida. Una vez que alcanzan la condición adecuada, el acompañamiento nutricional es acorde a sus edades, ya que aún continúan en etapa de crecimiento.
Mientras los chicos de la séptima categoría hacen fila ante la oficina de Minghetti para retirar su suplemento personalizado y su hidratación, pasa Barijho, su DT. Los mira, se ríe y grita: “Estos no son mis chicos, ¡son mis guerreros!”, y sigue su camino.
El 100% de los jugadores desayuna y almuerza en el club, junto a los coordinadores, cuerpos técnicos y ayudantes de cada categoría. De un tiempo a esta parte, y por iniciativa de Riquelme, una vez que los chicos desalojan el salón los empleados del predio reciben la misma vianda y comen en el mismo lugar que los jugadores de inferiores, y de manera gratuita.
Doce DT, seis preparadores físicos, dos nutricionistas, cuatro médicos y un psicólogo conforman la base del fútbol juvenil de Boca. Y a ellos hay que sumarles el staff de videoanalistas y quienes ayudan a los juveniles a realizar sus tareas escolares. “La formación de los chicos va mucho más allá de lo que sucede en el campo de juego, la preparación es integral en todos los aspectos”, detalla Soñora. Chiche es una de las cabezas del proyecto que tuvo su punto cumbre entre julio y septiembre de 2023, con la obtención de la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental Sub 20, con jugadores hoy profesionales como Lautaro Di Lollo, Mauricio Benítez y Jabes Saralegui.
Todo se sostiene desde los números. En 2024 Boca vendió a cinco jugadores de inferiores por más de 72 millones de dólares: 10 por Valentín Barco al Brighton de Inglaterra, 21 por Aaron Anselmino al Chelsea de la Premier, 20 por Ezequiel Fernández al Al-Qadisiyah de Arabia, 6,8 (más 500 mil en bonos) por el 80% de Luca Langoni al New England Revolution de Estados Unidos y 15 por la partida de Cristian Medina a Estudiantes de La Plata, vía el grupo empresario del estadounidense Foster Gillett. Si bien Boca suele invertir fortunas en jugadores grandes y con poco escaso de reventa (Facundo Roncaglia, Juan Ramírez, Chiquito Romero, Darío Benedetto, Cristian Lema, Gary Medel, Lucas Janson, entre otros), lo cierto es tal vez el mayor buque insignia de la gestión deportiva de Riquelme.
Hace pocos días, el lateral derecho Dylan Gorosito (18 años) y el volante central Milton Delgado (19) fueron confirmados por Diego Placente como parte del plantel argentino que debutará a fines de este mes en el Sudamericano Sub 20 de Venezuela. A la Sub 17, en tanto, fueron citados el arquero Valentín Perroud, el zaguero Matías Satas (participó además del Sudamericano Sub 15 de Bolivia) y los delanteros Joaquín Piñeyro y Román Ferreira.
El sol cae en Ezeiza y las luces del predio comienzan a encenderse. Allí arriba, en el primer piso del edificio central, el Consejo de Fútbol trabaja en la búsqueda de refuerzos para el plantel profesional, y también los técnicos y profes de inferiores analizan videos y diagraman en conjunto los ejercicios de pretemporada.
El 12 de junio pasado, el club aprobó una inversión de $11.696.000.000 (alrededor de 11.500.000 de dólares) para la construcción de un hotel de concentración en Ezeiza que pueda ser utilizado por la Primera y también, eventualmente, por algunas categorías de inferiores. Un toque de distinción para un predio que se sustenta año a año con su propia materia prima.
La visita de LA NACION se cierra en el lugar más exclusivo: el vestuario del plantel profesional. Allí queda a la vista el tratamiento que se les da a los jugadores que defienden la camiseta cada fin de semana, para que no les falte nada y estén solamente enfocados en entrenarse.
En una pizarra blanca se destaca una frase escrita con fibrón negro y que resume la filosofía del club, obligado, por historia y por jerarquía, a ser protagonista: “Ganar. Campeones siempre”.