Semana cruel y dolorosa para el Atlético de Madrid de los argentinos. A la eliminación en la Champions League cocinada en la sala del VAR, le siguió sufrir en la cancha el tranco demoledor de Barcelona, que en los últimos 26 minutos transformó lo que era una derrota 2-0 en una victoria por 4-2, que le da más crédito como uno de los mejores equipos de Europa.
En una discusión que venía siendo de tres en la lucha por el título de la Liga de España, el Atlético se va quedando sin palabras. Ya antes del encuentro en el estadio Metropolitano lo había anticipado Diego Simeone: “Si gana Barcelona, se encaminará al título”. Todo tiende a un mano a mano entre Barcelona y Real Madrid, ambos con 60 puntos, pero el equipo catalán tiene un partido menos, el que fue postergado por el fallecimiento de uno de los médicos del plantel. Las posibilidades de reengancharse del Atlético pasan por aprovechar el calendario más recargado de Barcelona y Real Madrid, que tienen por delante los cuartos de final de la Champions League, y todavía tienen que enfrentarse por la Liga. Y los tres también están involucrados en las semifinales de la Copa del Rey: el 2 de abril, el Atlético volverá a recibir a Barcelona en el desquite del torrente de emociones que fue el 4-4 de la ida.
El equipo de Hansi Flick es una máquina de jugar y ganar, pocos rivales se le resisten. Le pueden aguantar durante un tiempo, pero 90 minutos son muchos para desactivar un arsenal ofensivo muy completo, con Pedri y Olmo en la creación, Lamine Yamal haciendo estragos a pura gambeta y quiebres de cintura, Robert Lewandowski confirmando -por si hiciera falta- que es un goleador puntual y el recambio que llega desde el banco, con Ferrán Torres marcando dos goles tras reemplazar a Olmo a los 22 minutos de la segunda etapa.
Al Atlético le tocó el peor rival posible para volver a dar la cara tras el cachetazo del miércoles. Ni siquiera pudo sostenerse con el 2-0 que marcó Alexander Sorloth a los 25 minutos del segundo período. Producto del cansancio acumulado, Simeone fue reemplazando a los jugadores que le dan sentido y competitividad al equipo: Julián Álvarez, Rodrigo de Paul, Antoine Griezmann y a su hijo Giuliano, que era uno de los mejores del encuentro.
Tras el partido, Simeone desveló una información desconocida sobre la Araña: “Julián venía de una noche mala, descompuesto, con fiebre… y jugó como vieron. No puedo pedirles más de lo que están dando”.
Lo más destacado de Atlético de Madrid 2 – Barcelona 4
A un toque, palabrita que desde el miércoles retumba en la cabeza de Julián Álvarez por el doble golpeo microscópico que le negó el penal contra Real Madrid, fue el recurso de la Araña para dar una muestra más de su condición de figura en su primera temporada en el Atlético de Madrid. Fue el 1-0, justo antes de finalizar el primer tiempo, un gol revitalizante para el ánimo en un equipo con poco tiempo para digerir el veneno que le dejó la polémica eliminación en la Champions League. El calendario le propuso al Atlético de Madrid otro compromiso de alto riesgo y exigencia: recibir a un Barcelona invicto en 2025, con 15 victorias, tres empates y un poder ofensivo devastador, ya habiendo pasado largamente los 100 goles en la temporada.
Barcelona arrancó a puro toque, dominante, pero después del cuarto de hora empezó a desafinar. La tenencia del 73 por ciento en esos 15 minutos había tenido como mayor y mejor expresión ofensiva un remate cruzado de Yamal que rozó un poste, tras una milimétrica asistencia de Olmo. Mandaba Barcelona con la pelota y Atlético se ocupaba de cubrir espacios, el habitual repliegue con el que procura desmoralizar los adversarios.
Casi no había tocado la pelota Julián en ese cuarto de hora inicial. La Araña era una pieza más en ese retroceso para obstaculizar a un Barcelona que se plantaba con sus dos zagueros centrales en el círculo central. Aun con el desgaste físico por los 120 minutos y el dolor en el alma por la eliminación del miércoles frente a Real Madrid, el Atlético fue llevando el desarrollo al escenario más conveniente, ese en el que le quita fluidez a la circulación rival y lo incomoda con rápidas transiciones ofensivas.
Para intentar disminuir la influencia de Yamal, uno de los delanteros más desequilibrante de la actualidad, Simeone dispuso la inclusión de Lino –por Gallagher- para reforzar el sector, por donde también se proyecta Koundé.
El Atlético se empezó a estirar en ataque con las corridas de Giuliano Simeone por la derecha, por donde Pedri no lo seguía, Casadó –volante central- no llegaba hasta ahí y el lateral Baldé está lejos de ser un marcador firme.
El primer tiempo fue cayendo en un pozo, Barcelona perdía la brújula y el Atlético lo desafiaba a medida que se adelantaba. Parecía que se iban 0-0 al descanso, pero Barcelona generó una ocasión muy clara con un pase de Pedri a Lewandowski, que definió alto. La siguiente jugada fue el 1-0, a partir del saque largo de Olak, la peinada de Lino para Griezmann, el pase cruzado del francés para Giuliano y la asistencia hacia adentro para que corone el cordobés. Un gol made in Atlético: de un arco al arco en no más de cuatro segundos, vertical y profundo.
Barcelona acentuó su dominio en la segunda etapa, mientras el recambio le daba un nuevo impulso, con una asistencia del ingresado Gallagher y la definición de Sorloth, que había reemplazado a Julián, ovacionado una vez más por su entrega y peso futbolístico.
Barcelona descontó rápidamente, con un extraordinario movimiento de Lewandowski: pecho para controlar un centro y remate esquinado, pese a estar tapado por Lenglet. Barcelona se subió a ese gol y fue arrollador, con Lamine Yamal imparable para un rival que lo intentaba con tres zagueros (ingresó Giménez) y una línea de cinco.
Ambos conjuntos compusieron otro partidazo, como los dos anteriores, en los que las historias estuvieron abiertas a más goles hasta los segundos finales. A los contraataques aislados del Atlético, Barcelona le respondió con su batería de variantes: por arriba (cabezazo de Ferrán Torres) y por abajo (Yamal y el propio Torres). Barcelona sigue, va hecho un tiro, mientras Atlético tuvo una semana que lo dejó maltrecho, con heridas que tardan en cicatrizar.