MONTEVIDEO.- Álvaro Delgado, la apuesta de la derecha uruguaya por otros cinco años de gobierno, se asoma al mayor desafío de su carrera tras una vida dedicada a la política, donde ocupó cargos de jerarquía a nivel legislativo y ejecutivo y va por la presidencia.

Delgado, de 55 años, se proyecta según los boca de urna al balotaje del 24 de noviembre como abanderado de la coalición oficialista, que cuenta con su Partido Nacional y el Partido Colorado, los partidos fundadores de Uruguay, como socios principales.

Durante la campaña se presentó como “la continuidad” de la gestión del presidente Luis Lacalle Pou, líder del Partido Nacional y de la coalición, que deja el poder con un alto nivel de popularidad. Delgado de hecho es la mano derecha del mandatario, cuya confianza a toda prueba lo llevó a designarlo como secretario de la Presidencia.

Álvaro Delgado durante un mitin de campaña

Delgado no ha logrado cosechar tanta simpatía como Lacalle Pou, pero tendrá el respaldo de la derecha y saldrá en busca del centro y los indecisos para descontar la ventaja de su rival, Yamandú Orsi, del Frente Amplio. Orsi se proyecta vencedor en la primera vuelta y será también favorito en el segundo tramo electoral.

Del campo a la política

Nacido en Montevideo pero desde siempre vinculado al campo, Delgado se graduó de veterinario luego de decantarse por esa carrera en vez de su otra pasión, el derecho. Durante la universidad le sobrevino una tercera pasión, que superaría a las otras y sería la brújula que orientaría sus días y sus intereses: la política.

Fue en la universidad donde se fogueó como militante y dirigente. Luego de graduarse y dedicarse un tiempo a la producción rural, dejó todo y siguió su vocación política en las filas del Partido Nacional. En su vida personal, se casó en 1997 y tiene tres hijos de 25, 23 y 21 años.

A partir de 2000, pasó a ocupar diversos cargos y en 2005 dio el salto al Congreso, donde ocupó un asiento primero como diputado y después como senador.

El presidente Luis Lacalle Pou y el candidato presidencial Álvaro Delgado, ambos del Partido Nacional, en un restorán de Montevideo

Quizás el momento clave de su carrera, que sin saberlo lo conduciría años más tarde a disputar la presidencia, fue cuando trabó relación con Lacalle Pou, a quien conoció por amigos y con quien en 2009 fundó un nuevo y dinámico sector del Partido Nacional llamado Aire Fresco.

“Agarrábamos mi camioneta o la de Luis y salíamos a recorrer. Yo con Luis debo tener más de 100 kilos de mate compartidos. Dos años después tendríamos ocho diputados y algún intendente”, contó Delgado en una entrevista, evocando esa vieja militancia desde el llano.

Confianza

Fue uno de los primeros a quien Lacalle Pou le confió su intención de competir en las internas de 2014, su primera aventura presidencial. “En ese momento no tenía ni el 5% de intención de voto. Yo le dije que me parecía bien. Ahí pasé a estar al frente de Aire Fresco y Luis a ser el candidato”, dijo Delgado. Su socio tuvo un buen desempeño, cosechando suficientes votos para entrar al balotaje, pero en esa segunda vuelta chocó con el popular expresidente Tabaré Vázquez, que así volvía al gobierno.

Cinco años más tarde, Lacalle Pou volvió a intentarlo y ganó la presidencia. Rápidamente convocó a su compañero de ruta, que en esos días había sido reelegido senador, pero renunció sin pensarlo dos veces para incorporarse al gobierno como secretario de la Presidencia.

Un militante del Partido Nacional reparte boletas en las calles de Montevideo

Era marzo de 2020 y estaba todo por hacerse. Solo que un virus surgido de las profundidades de China creció hasta envolver al globo en la pandemia de Covid-19, que trastornó los planes del flamante mandatario, obligado a reorientar sus planes y encarar la emergencia, cuando ni siquiera terminaba de hacer pie en la Torre Ejecutiva.

Delgado fue la cara visible del gobierno, a la hora de convocar a la población al distanciamiento social, a la paciencia, y era quien tenía que transmitir tanto calma como también malas noticias.

Ganó brillo en la oscura incertidumbre de la pandemia, poniendo paños fríos frente al televisor y siendo decisivo en que funcionara el sistema de “libertad responsable” que propuso el gobierno, con pocas restricciones y apelando más bien a la conciencia ciudadana, a cuidarse entre todos.

A fines de 2023 dejó su cargo para lanzarse en campaña por la presidencia, y dio el primer paso al imponerse con comodidad en las internas de junio pasado. Su llamado a la continuidad del gobierno se completa con su promesa de encarar “un segundo piso de transformaciones”, uno de sus lemas de campaña, que volvió a pronunciar durante el acto de cierre en la ciudad de Las Piedras.