FLORIANÓPOLIS (Enviado especial).– Matías Bocachi, de 23 años, vino a Florianópolis desde Buenos Aires con un grupo de amigos. Están disfrutando de la playa de Jureré y, si bien alquilaron un auto, se encontraron con que el precio de los vehículos disponibles en las apps de transporte es tan barato que les conviene dejar el auto estacionado.

Vinimos desde Ingleses hasta Jureré por 8 mil pesos argentinos. Éramos cuatro personas, lo dividimos y nos conviene mucho más que pagar la nafta del auto que alquilamos”, explicó Bocachi, que también mencionó que han optado por usar los monopatines eléctricos disponibles en Florianópolis: “Nos funcionan muy bien para movernos y los costos son bastante razonables”.

En cuanto a los precios en general, Bocachi comparó la experiencia en Brasil con sus vacaciones recientes en la Argentina: “Estuvimos en la costa atlántica 15 días antes, y los precios acá son realmente mucho más baratos que en la Argentina”. Esto, según él, hace que el viaje sea no solo más accesible, sino también más disfrutable.

Miles de argentinos llegaron este año a Brasil, que se ha convertido en una alternativa, en muchos casos, más económica que un viaje dentro de la Argentina. Hace meses que el real tocó valores mínimos históricos, al alcanzar el precio de seis reales por divisa norteamericana. El motivo central de esta devaluación fue el anuncio de un paquete fiscal que incluye gravar a los súper ricos y eximir del impuesto a las ganancias a quienes perciban hasta 5.000 reales mensuales, lo que provocó temores por el déficit presupuestario en el país. Por el contrario, el peso argentino se apreció, y por eso los argentinos hoy disfrutan de precios, dependiendo del rubro, hasta un 70% más baratos que en la Argentina.

Además del cambio favorable, el clima en Florianópolis ha jugado un papel importante en la fiebre consumista de los argentinos. Días grises y lluviosos han obligado a muchos turistas a buscar alternativas a las playas, convirtiendo al Shopping Floripa y a Decathlon en los refugios perfectos para pasar el día. Los comerciantes locales, aunque acostumbrados a la llegada de turistas, destacan el impacto de los argentinos esta temporada. “Hemos notado un aumento significativo en las compras de turistas argentinos. Buscan precios, pero también valoran la calidad y la variedad que ofrecemos”, asegura un gerente de Decathlon.

Mientras Florianópolis se recupera de la fuerte tormenta, los turistas argentinos aprovechan para hacer compras en los shoppings

Christian Medina, de 42 años, camina entre las tiendas del Shopping Floripa con varias bolsas en las manos. Lleva puesta una musculosa de Boca Juniors y acaba de salir de C&A, donde compró pantalones de vestir por 159 reales (aproximadamente US$28) y ropa para sus hijos. “Vivo en Canning, en la provincia de Buenos Aires, y vine a Florianópolis de vacaciones con mi familia. No esperaba terminar comprando tanto, pero los precios son muy convenientes. Todo está, al menos, un 40% más barato que en la Argentina”, comenta mientras muestra su ticket.

Thiago Díaz, de 25 años, dice que se está gastando todo el aguinaldo en ropa: “Cobré el aguinaldo el mes pasado y me lo guardé para gastarlo acá. Me estoy llevando remeras por 60 reales, zapatillas tremendas por 200 reales, un reloj por 380 reales. La verdad que es mucho más barato. En la Argentina la ropa es demasiado cara”.

Un fenómeno similar al de Chile

La escena recuerda a lo que ocurre en ciudades chilenas donde los shoppings y supermercados están colmados de turistas argentinos en busca de ropa, tecnología y productos básicos. En el shopping de Floripa, Mariana Ruiz, una estudiante de 24 años de Rosario, acaba de comprar un traje de baño por 99 reales (US$18) y asegura que fue una “ganga”. “En la Argentina, esta calidad sería mucho más cara. Estoy llevando varias cosas. Además, en vacaciones uno se relaja y está más dispuesto a gastar. Igual espero que despeje el cielo porque mi idea era estar 24-7 en el mar, no en un shopping”, explica mientras camina hacia un local de zapatillas deportivas, donde las Nike Jordan tienen un precio de 1.200 reales, cifra similar al precio internacional de estos artículos.

A unas cuadras del shopping, Decathlon recibe a una oleada constante de compradores argentinos que aprovechan el surtido de artículos deportivos. En la entrada, Santiago Gómez, un cordobés de 29 años, revisa la etiqueta de unas zapatillas deportivas que cuestan 180 reales. “Es increíble, no me imaginaba que iba a gastar tanto. Vine a comprar una pelota de fútbol para mi sobrino, que cuesta 60 reales, y terminé llevándome cosas para mí también. La ropa deportiva en casa es muy cara y se ensucia y se rompe todo el tiempo, así que esto me viene bárbaro”, cuenta entre risas.

Carolina Fernández, una diseñadora gráfica de 34 años de Capital Federal, sostiene varias prendas mientras explica su estrategia de compras. “Estoy llevando calzas a 129 reales y tops deportivos a 50 reales. Son precios que en la Argentina están completamente fuera de alcance. Yo hago yoga y allá esta ropa es carísima”, dice mientras se suma a la fila de la caja, que avanza lentamente debido a la cantidad de compradores.

Con camisetas de fútbol, tanto de la selección como de clubes, es fácil identificar a los turistas argentinos en los shoppings de Florianópolis

Por su parte, Laura Torres, una abogada de 45 años de Mar del Plata, asegura que Decathlon le ha resultado la solución perfecta para comprar ropa para sus hijos. “Las remeras de niño están a 90 reales. En casa, algo así me costaría mucho más caro. Además, la calidad es muy buena y hay talles para todos”, señala, mirando de reojo una mochila que está considerando sumar al carrito por 200 reales. En un contexto económico donde cada peso cuenta, los argentinos en Florianópolis encuentran en estos comercios un respiro para sus bolsillos.

Mientras el clima sigue inestable, las bolsas llenas y los testimonios satisfechos parecen ser la constante. “La verdad es que pensábamos gastar más en la playa y menos en el shopping, pero entre la lluvia y estos precios era imposible no aprovechar”, concluye Mauro Sosa, un contador de 44 años, resumiendo el sentimiento de miles de turistas argentinos que están haciendo de las compras una parte central de sus vacaciones en Brasil.

En cuanto a la comida, los precios también son muy convenientes. Las compras en los supermercados para un grupo familiar son un 40% más baratas. “Yo tengo 4 hijos y el gasto en comida es un tema en la vida cotidiana y en las vacaciones. En Buenos Aires gasto unos $400.000 cada vez que voy al supermercado y suelo ir dos veces por mes. Acá alquilamos un departamento y llenamos la heladera por la mitad de plata. Estoy para mudarme a Brasil”, dice, entre risas, Anabella Casas, de 54 años.

Lo mismo sucede en los restaurantes o patios de comida. Por ejemplo, una hamburguesa con papas y gaseosa cuesta alrededor de 30 reales, unos US$5, mientras que en la Argentina suele ser, al menos, un 50% más caro.