A casi tres años de gestión en la Argentina, el embajador Marc Stanley se ha convertido en todo un experto para interpretar la actualidad nacional. Abogado y filántropo, fue elegido por Joe Biden para representar a los Estados Unidos en nuestro país. A días de las elecciones presidenciales, el embajador Stanley se sienta a compartir una charla informal con LA NACION. “Quería esperar hacia el final de este mandato para poder sentarnos a conversar. Finalmente lo logramos, ¿no es cierto?”, comienza.

El embajador Marc Stanley en el majestuoso Palacio Bosch, su residencia oficial, frente al Rosedal de Palermo

-En referencia a la Argentina y a la política, usted mencionó una vez que hacen falta dos personas para bailar el tango, ¿aprendió efectivamente bailar el tango?

-El problema es que es muy difícil enseñarle a bailar el tango a una persona que tiene dos pies izquierdos. Sobre todo si uno, como yo, tiene poca coordinación, así que no. No soy muy bueno para bailar el tango. Algún día, cuando tenga tiempo y pueda tomar clases en privado, ahí me voy a animar a bailar tango. Una confesión: cuando me estaba por casar con mi mujer, Wendy, tuve que tomar clases para no pasar vergüenza en nuestro primer baile. Soy un desastre bailando.

En la Residencia oficial, el Palacio Bosch

-Llevan más de 40 años de casados. ¿cuál es el secreto para lograr un matrimonio tan largo?

-Son 41, casi 42 años. Le atribuyo el mérito a mi mujer, me casé con una persona que es muy resistente al cambio (ríe). Es una persona realmente fabulosa y creo que se merece que alguien le de un premio por soportarme.

Su primera vez como embajador, en Argentina.

¿Cómo reaccionó ella cuando usted le anunció que sería embajador en la Argentina y que tenían que mudarse? Porque usted pasó de ser abogado a diplomático…

-Como dije, ella es muy resistente al cambio, así que fue mucho pedir que empacara sus cosas y se mudara conmigo a la Argentina. Ella nunca había vivido en el extranjero, yo tampoco. De hecho, en Dallas, nuestra casa queda a dos casas de distancia del hogar donde yo me crié. Toda mi vida, salvo cuando fui la universidad, viví en Dallas. Entonces para los dos fue muy difícil desarmar nuestra vida y mudarnos a otro país donde yo iba a estar muy ocupado y ella no iba a tener amigos, pero lo cierto es que a Wendy le ha ido maravillosamente bien. Mi esposa ha hecho una excelente labor de representación de nuestro país, ha cosechado muchísimas amistades y ha logrado aprovechar esta experiencia y superó todas nuestras expectativas. Nuestros amigos, nuestros familiares en Dallas, quedaron realmente maravillados al ver lo bien que Wendy supo aprovechar esta oportunidad.

-También han estado en familia.

-Sí, uno de mis hijos vivió con nosotros durante un año, aproximadamente. Después se comprometió aquí, en el Rosedal (señala justo enfrente del Palacio Bosch), y ahora vive en Chicago. También mi hija vivió con nosotros durante dos años y medio, con su marido y su hija. La única regla que les impuse es que no podían trabajar para ninguna empresa argentina. Así que ambos trabajaban de manera remota para empresas estadounidenses. Además, tengo otro hijo que no vivió con nosotros, pero viene de visita esta semana.

-¿Qué destacaría de su vida en Argentina?

-Algo que nos encanta a Wendy y a mí es el afecto que sienten los argentinos por sus amigos, por su familia. Lo que más nos gusta de este país son los vínculos estrechos que tienen los argentinos con sus familiares y amigos. En la calle, por ejemplo, cuando uno se cruza con un amigo se abraza, se saluda con un beso, y los fines de semana las familias comparten un asado y pasan horas juntas.

-¿Ya saluda con beso?

-Sí. Y, definitivamente, también doy más abrazos desde que estoy aquí.

“Simplemente Marc”

Con un look informal, el cabello recién recortado, Marc Stanley invita a recorrer “la residencia”, el Palacio Bosch. Ofrece café y pregunta si se ve “gordito” cuando posa para el fotógrafo. Su perro Lasalle camina libre por los salones. En un acto espontáneo, invita a los enviados de LA NACION a conocer, ascensor mediante, parte de sus “apartamentos privados”, ante el asombro y la preocupación de su equipo de seguridad.

-Se los suele ver en galas, en el Teatro Colón, siendo parte de la vida social porteña. ¿Logra relajarse?

-Perfectamente. Yo le pido a todo el mundo que me llame Marc… Salvo a los que trabajan para el Departamento de Estado, que me tienen que decir “embajador”, porque así es la cultura. Pero a mí no me gusta que me llamen embajador, yo soy Marc. Y me gustan mucho los chistes, sobre todo los chistes que hago yo, esos son mis preferidos (ríe).

-Después de tres años en el país, ¿adónde suele ir a comer? ¿Cuáles son sus restaurantes preferidos?

-Adoro las parrillas. Voy a Don Julio, a Corte Comedor, a El Preferido. También a Roux o al nuevo Bao Kitchen en la calle Bonpland. ¿Sabías que Pablo Rivero, el dueño de Don Julio, solía vivir con su madre justo arriba de donde abrió su parrilla? Fue uno de los primeros en Palermo, es impresionante.

Marc Stanley durante la charla con LA NACION, junto a su perro Lasalle, que se pasea libremente por todo el Palacio Bosch.

-¿Cuál es su bebida preferida?

-Me gusta mucho el Malbec de Catena, también me gustan mucho los blends y el gin tonic. Me gustan muchos los gins argentinos, alguien me recomendó el gin Malaria y me encantó.

-¿Lo reconocen en la calle?

-Sí, ¡y muchos me piden una “visa”! Yo les digo que no los puedo ayudar con eso, pero sí les puedo conseguir una American Express (ríe). Mira, si me hacen alguna pregunta relacionada con las visas, yo les digo que entren en el sitio web porque hemos reducido muchísimos los tiempos de espera. Ahora que lo mencionas, eso realmente es algo de lo que estoy orgulloso. Los tiempos se habían extendido a causa de la pandemia, pero ahora lleva menos de 65 días conseguir turno para sacar una visa de turista. Renovar la visa solo demora una semana.

-Durante su gestión inauguraron un nuevo centro de atención a los visitantes.

-Sí, fue fundamental para reducir los tiempos de espera. Ahora prácticamente no hay quejas por las visas, lo cual me pone muy contento.

Wendy y Marc Stanley en el Glaciar Perito Moreno. Es el embajador de los Estados Unidos que más provincias ha visitado en la Argentina

-En la residencia hay fotos suyas junto a personalidades destacadas, pero también se lo ve junto a su mujer por toda la Argentina. Acá, por ejemplo, están frente al Glaciar Perito Moreno…

-Sí, nos encantó. Disfrutamos mucho el país. También estuvimos aquí cuando la Selección Argentina ganó el mundial, una experiencia fantástica… aunque por supuesto que no me puedo atribuir el mérito.

-El próximo Mundial va a ser en los Estados Unidos.

-Sí, el mundial de fútbol y también los Juegos Olímpicos. Aquí digo “fútbol” y no “soccer”. Lo mismo con “asados” y “barbacoas”.

-En la residencia hay cancha de tenis, piscina, cama elástica y gym. ¿Practica algún deporte?

-Uso el gym, salgo en bicicleta, aunque quien juega tenis es mi esposa. He jugado al fútbol, pero no muy bien. Tengo muy mala coordinación. Todo debido exactamente a lo mismo que con el baile: tengo dos piernas izquierdas (ríe).

Junto a Lionel Messi en el campo deportivo de la AFA que hoy lleva su nombre

El embajador “antigrieta”

-Esta semana, el martes 5 de noviembre, se llevan a cabo las elecciones en los Estados Unidos, ¿cuál es su visión sobre lo que pasará?

-Hay una ley en los Estados Unidos que me impide hablar sobre las elecciones.

El embajador en el salón de billar de la Residencia. Allí guarda sus tesoros, entre ellas la foto con el presidente Joe Biden

-Sin embargo, recuerdo que en una ocasión destacó en su mensaje a “mi amigo, el presidente Biden”.

-Es cierto, yo fui nombrado embajador por el presidente Biden y es muy amigo mío. Y espero que me recuerden como “el embajador antigrieta”. Me conmovió mucho que me llamaran “embajador antigrieta”, fue el mayor elogio que recibí aquí, en la Argentina. He tenido mi foto con Roberto Baradel, con Cristina, con Juan Grabois, con Macri, con Javier Milei, con Massa… yo estoy dispuesto a reunirme con todo el mundo, en las condiciones que ellos decidan. Me reúno con todos los gobernadores, con todo el mundo. Porque nosotros no elegimos un lado, elegimos a los 47 millones de argentinos y argentinas, y nosotros no elegimos a sus líderes, elegimos trabajar con sus líderes. Creo que eso ha funcionado muy bien.

La entrevista, en el mes de la concientización contra el cáncer y en comienzo de lo que será la recta final de su misión en Argentina Los Stanley junto a Hillary Clinton en la foto donde se lee: El embajador Stanley junto a su familia y el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden

Argentina, en 23 provincias

“Estuve en Argentina antes, en 2017 como turista, y me maravilló su país. Yo tenía amigos, familiares de la Argentina, pero nunca antes había venido. Y me maravilló la calidez y la hermosura de este país. En aquel primer viaje visité Buenos Aires, Iguazú y Bariloche”, recuerda Stanley.

Años más tarde, el destino lo encontraría como representando a su país como embajador: “Al venir aquí, miré el certificado que me había entregado el presidente Biden y no decía que yo era el ‘embajador de los Estados Unidos en Buenos Aires’, sino que yo era el ‘embajador de los Estados Unidos en Argentina’ y así lo llevé adelante”, asegura.

Es por ese motivo, insiste Stanley, que se puso como uno de los objetivos de su gestión recorrer todo el país. “Hasta donde se, hoy soy el primer embajador de los Estados Unidos en haber visitado las 23 provincias de la Argentina. De hecho, no conozco a muchos argentinos que hayan visitado las 23 provincias… Ustedes tienen un país muy rico y la riqueza se ve en la gente, en las oportunidades, en los recursos, en la cultura, en diversidad y en belleza”, destaca.

-¿Recorre el país y conversa con la gente?

-Converso. En esta vuelta por ejemplo, Córdoba fue la primera provincia que visité y lo que me llevé de la provincia no fue el mate sino el fernet con coca. Lo puede buscar en mi Twitter (ríe). El primer sorbo fue todo un shock, el segundo estuvo mejor… Y es que, al principio fue un sabor muy particular. Toda una experiencia. Aunque en Córdoba también me llevé una excelente impresión de la universidad, que es muy prestigiosa, y la historia de la educación allí que lleva varios siglos. Fueron los jesuitas quienes crearon su sistema universitario tan robusto. También tuve la posibilidad de visitar la habitación donde solía vivir el Papa Francisco antes de convertirse en papa, en el convento. De ver la autosuficiencia de la provincia, el pujante sector agropecuario y también es de destacar la gastronomía. Hay un restaurante muy bueno, de Javier Rodríguez, llamado El Papagayo.

En aquel momento tuve reuniones muy productivas con el entonces gobernador Schiaretti y el intendente Llaryora. Córdoba es una provincia bellísima y aprendí muchísimo en esa primera visita. De hecho puedo relatarle lo que me llevé de cada una de mis visitas a las diferentes provincias.

-¿Qué recuerdos le quedan de cada una?

De Neuquén, destaco su impresionante capacidad energética, una provincia en constante expansión. De Río Negro, sus lagos, montañas y, por supuesto, ¡su delicioso chocolate! De Salta, sus vibrantes colores y sabores únicos. De San Luis, su enfoque en la energía limpia y ser la última provincia que visité… De Santa Cruz, su vastedad y sus imponentes glaciares. Santa Fe me impresionó como un centro clave para alimentar al mundo y, además, es cuna del legendario Messi; en Santiago del Estero tuve la fortuna de visitar su capital durante el 471 aniversario, presenciando la felicidad de sus habitantes en calles y parques. De Tierra del Fuego siempre recordaré la paz de estar en el fin del mundo y los sabores de sus mariscos y pescados frescos. Y de Tucumán, que es famosa por sus limones y sus deliciosas empanadas.

Acompañó al presidente Milei en distintos viajes: fue con él a Ushuaia y también a los Estados Unidos.

-Javier Milei aseveró explícitamente que tenía la intención de alinearse con los Estados Unidos. Nosotros escuchamos su mensaje y quisimos desplegar todos los recursos que tuviéramos a disposición para convertir esa aspiración en realidad. Al igual que durante el gobierno de Alberto Fernández, nosotros elegimos a los 47 millones de argentinos y argentinas. Y siempre que haya oportunidades de traer recursos para estrechar lazos con la Argentina vamos a aprovechar esas oportunidades.

Junto a presidente Javier Milei al recibir el buque Cutter James de la Guardia Costera de Estados Unidos que realiza tareas de patrullaje contra la pesca ilegal en aguas del Atlántico Sur

¿Cómo está la relación entre nuestros países hoy?

-La relación está en un muy buen momento y eso me pone muy contento.

-¿Por usted, gracias su intervención?

-No creo. Ahora tengo una nueva perspectiva diferente. La relación entre la Argentina y los Estados Unidos atraviesa tres siglos, este es el año 202 de esta relación y yo me convertiré en no más que una nota al pie en esa historia. Mi contribución va a terminar siendo pasajera, un pestañeo en la historia de la relación bilateral. Con el paso del tiempo el vínculo va a continuar profundizándose y estrechándose cada vez más. Si pensamos en la relación bilateral como un árbol muy grande nosotros ciertamente contribuimos a que ese árbol creciera. Y me enorgullece todo lo que logramos, así como también me enorgullece ver todo lo que se logró en años anteriores y me enorgullecerá del mismo modo ver lo que se logre en años venideros, aunque no creo que una única persona pueda atribuirse todo el mérito. Nuestra intención en la Argentina es ser amigos y colaboradores, ambos países tienen la bendición de contar con recursos y el talento que el mundo necesita y podemos aunar esfuerzos para brindar alimentos y combustibles al mundo.

-¿Cuáles son los recursos argentinos que destaca?

-Ustedes conocen muy bien los recursos que tienen. Tienen los hidrocarburos, el litio, el cobre, el oro, la plata… por otro lado tienen soja, maíz, trigo, girasol, ganado bovino, porcino, avícola. Tienen los recursos pesqueros, tienen tecnología, tienen capital humano. La Argentina es el octavo país del mundo en extensión territorial. Tienen un enorme potencial para las energías renovables, solar, energía eólica, hidroeléctrica, tienen todo lo necesario para brindar alimentos y combustibles al mundo. Y, repito, el capital humano. Sarmiento fue un magnífico presidente argentino que hizo grandes esfuerzos por la educación y transformó a la Argentina en el pueblo mejor formado de toda América Latina. Así que a mí no me engañan: tienen todo lo necesario para estar entre las principales economías del mundo.

La visita del secretario de Estado, Antony Blinken, en febrero de este año

Usted menciona el capital humano, recursos…

A muchísimos países del mundo les encantaría ser la Argentina. Tienen ganadores del Premio Nobel, yo he estado en el INVAP, en el Conicet, en la CONAE, he visto la tecnología que tienen, hay muchísimas empresas estadounidenses y de otras partes del mundo que están abriendo oficinas administrativas en la Argentina, justamente por el talento humano que hay en este país. En Estados Unidos, por ejemplo, tres de las cuatro principales autoridades de JP Morgan son argentinos. Uno de los últimos decanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York era argentino. Hay también argentinos que trabajan en la NASA…

Suena como el mejor “relaciones públicas” para la Argentina.

-No se trata de relaciones públicas, es la realidad. Hay argentinos en todas partes. En Broadway, en la industria cinematográfica, uno de los principales ejecutivos de Disney es argentino… La Argentina es una maravilla y esa es la realidad.

De Dallas al mundo

Oriundo de Dallas, previo a su llegada a la Argentina, el CV del embajador Stanley acredita que fue abogado litigante especializado en demandas colectivas a nivel nacional y litigios complejos durante 40 años. Elegido “Mejor abogado en Dallas” y “Súper Abogado” de todo el estado de Texas. Filántropo y activista político, fue designado miembro del Consejo del U.S. Holocaust Memorial Museum por el presidente Barack Obama.

En enero 2025, Marc Stanley terminará su designación como embajador

-Apenas llegó al país se comentó que andaba en bicicleta por el Rosedal. ¿Sigue saliendo?

-Sí, de hecho hace dos días estuve en el Parque Sarmiento, donde tienen el circuito. Cada vuelta es un kilómetro aproximadamente y yo hice quince kilómetros… Sí, salgo todo el tiempo. En el circuito tengo un poco más de privacidad pero los custodios me tienen que seguir a todas partes.

-Su esposa, Wendy, ¿puede llevar una vida normal?

-Sí, ella sale mucho en el auto. De hecho, acaba de ir a Jumbo. Yo también voy muchísimo al supermercado, voy a Carrefour también.

-¿Alguna vez se tomó el subte?

-Todavía no, pero antes de que termine mi mandato lo voy a hacer. Tampoco “probé” el colectivo, pero el 2 de noviembre tendremos nuestro propio bus para la Marcha del Orgullo.

-Su mandato termina en enero, ¿cuál es su sentimiento al respecto?

Tengo sentimientos encontrados: me siento triste pero no es un adiós definitivo. Es un adiós por ahora, voy a seguir conservando las amistades que logré cosechar.

¿Hizo muchos amigos en el país?

Sí, tengo amigos que me van a durar para toda la vida. Me quedan todos mis amigos del gobierno anterior y también de este gobierno.

-¿Podría mencionar tres hitos de su mandato como embajador?

-Creo que dejamos muy en claro que Estados Unidos quiere colaborar con la Argentina y aunar esfuerzos. Que amamos a la Argentina y somos un socio natural para la Argentina. Y que estamos aquí desde hace mucho tiempo y seguiremos estando.

-¿Cuál es su mayor logro, en lo personal?

-Haber recorrido toda la Argentina y haber visto que a mi familia le encantó vivir aquí. Y, sobre todo, que hayamos hecho grandes amistades.

-Después de esta experiencia, ¿se va a dedicar a la política o va a volver a trabajar como abogado?

-A decir verdad, no tengo la menor idea de cuál va a ser el próximo capítulo en mi vida. No creo que sea muy profesional centrar la atención en el futuro. Estoy poniendo todas mis energías en completar este capítulo. No he terminado aún.

El secretario de Estado, Antony Blinken, junto al embajador Stanley y el equipo de la embajada de los Estados Unidos en ArgentinaEl Palacio Bosch, actual residencia del embajador de los Estados Unidos Cuando los Stanley llegaron al Palacio Bosch, en las paredes de la cancha de tenis estaban pintados tenistas importantes. Wendy quiso sumar mujeres, por eso encomendó al artista Martín Ron pintar a Gabriela Sabatini y a Serena Williams. Como es su costumbre, Martín Ron escribió 'Hola Mamá' en la pared antes de comenzar a trabajar en el mural. Luego lo taparía con pintura, como hace siempre. Sin embargo, Wendy Stanley le pidió que la leyenda quedaraLos salones del Palacio Bosch, entre recuerdos y retratos de celebridades La cama elástica, parte de la vista en los jardines de la residencia. Juguetes y distintos objetos delatan la presencia de la familia del embajador