En Cambridge, Massachusetts, murió el domingo, a los 91 años, la historiadora española Marysa Navarro-Aranguren. Había nacido en Pamplona el 12 de octubre de 1934. En 1948, con su familia debió exiliarse en Uruguay, donde estudió Historia. Gracias a una beca, hizo un posgrado en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, donde obtuvo un doctorado en Historia Latinoamericana, en 1964, con la tesis Argentine Nationalism of the Right: The History of an Ideological Development, 1930-1946, que se publicó en español en 1969 con el título de Los Nacionalistas. En 1968, se incorporó al Departamento de Historia de la Universidad de Columbia (que dirigió entre 1982 y 1985), y dictó cursos sobre la Conquista española, la historia de Brasil, la historia de América Latina contemporánea, la esclavitud, la revolución y el autoritarismo burocrático en las universidades de Rutgers, Long Island, Yeshiva y el Kean College de Nueva Jersey. Allí donde enseñó e investigó, bregó por la incorporación de profesoras y alumnas.
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Navarro escribió y editó varios libros sobre el pensamiento de derecha en la Argentina, la historia y los estudios de la mujer, así como artículos en revistas especializadas. En 1981, publicó Evita (Edhasa, $ 33.500), una de las mejores biografías de Eva Perón, en la que trató de asimilar las imágenes antitéticas sobre la lideresa peronista.
Fue galardonada por la Universidad de Nuevo Hampshire, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires y el Dartmouth College, entre otras instituciones. Integró consejos editoriales de varias revistas de temática feminista: Signs: Journal of Women and Culture in Society, de la Universidad de Chicago; Revista de Estudios de la Mujer, Política y Cultura y Debate Feminista (las tres de México), y Revista Estudos Feministas y Cadernos Pagu (ambas de Brasil). En México, fue profesora de la Maestría en los Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Después de su jubilación, había sido designada investigadora residente en el Instituto David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard y participaba en proyectos educativos de Dartmouth College; trabajaba en un relato de su vida y su familia durante la Guerra Civil Española (su padre, Víctor Navarro Ruiz, fue un reconocido militante de la izquierda republicana) y la Segunda Guerra Mundial, y una historia de la Comisión Interamericana de Mujeres y la Unión Panamericana. Visitaba con frecuencia la Argentina y Uruguay, donde vivía su hermana Dora, y mantenía vínculos personales y académicos con Navarra.
“Conocí a Marisa Navarro hacia 1973, 1974, cuando conformamos un grupo para leer historias del movimiento obrero escrita por dirigentes sindicales bajo la coordinación de León Pomer -dice a LA NACION la historiadora y catedrática Mirta Lobato-. Se integró al grupo de la mano de León y desde entonces mantuvimos un vínculo que prevaleció en el tiempo más allá de las distancias y los silencios prolongados, porque ella estaba en el norte y nosotros, en el sur. Juan Suriano fue asistente de su investigación, y yo de él, en un tema que a ella empezaba a interesarle: la participación femenina en el mundo laboral. Marysa Navarro fue una historiadora pionera en este tipo de estudios que hoy ya tienen un extenso desarrollo. Con Catalina Wainerman publicó El trabajo de la mujer en la Argentina que fue un análisis preliminar de las ideas dominantes en las primeras décadas del siglo XX”.
“De esos tempranos años setenta recuerdo sus relatos sobre su infancia en la España franquista, el exilio de sus padres y su formación en Uruguay -agrega Lobato-. También su apasionamiento sobre la historia argentina, primero sobre los nacionalistas de 1930 y luego sobre Eva Perón. La biografía sobre Eva tiene mucha vigencia; fue realmente importante y también lo es en el presente. Durante esa época se fue afianzando su interés sobre los feminismos latinoamericanos. Quiero destacar que cuando en el Instituto de Estudios de Género y el Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires organizamos el primer Congreso Iberoamericano de Estudios de Mujeres y Género, ella dio la conferencia inaugural ‘Los encuentros y desencuentros de los estudios de mujeres y el movimiento feminista’, además ayudarnos a encontrarnos fuentes de financiamiento para el congreso. Fue muy generosa con nosotras. Sus sólidas investigaciones ayudaron y ayudan a pensar a muchas generaciones sobre la importancia de pensar el pasado con mujeres y sin prejuicios, algo muy relevante en un contexto en el que se intenta impugnar, de manera liviana, ese enfoque”.
Para la politóloga, investigadora del Conicet y profesora Carolina Barry, el interés de Navarro por la historia argentina “la llevó a escribir su tesis doctoral sobre el nacionalismo, que publicó en 1969 y se convirtió en una obra de referencia indiscutible, y años más tarde, a investigar sobre Eva Perón con el propósito de despojar su figura de los mitos que la rodeaban”.
“En sus propias palabras, fue ‘la mujer más amada y más odiada de su tiempo’ -dice Barry-. En 1981, publicó junto a Nicholas Fraser una primera versión de su biografía y, en 1982, apareció Evita, obra que firmó en solitario. Se trató del primer abordaje académico y el más trascendental sobre su vida, dejando una huella significativa en los análisis historiográficos posteriores. Referente en los estudios sobre feminismo y género, coeditó con Catharine R. Stimpson los cuatro volúmenes de Un nuevo saber: los estudios de mujeres. Fue la primera profesora de la Universidad de Dartmouth y ocupó los cargos de directora del Departamento de Historia y decana asociada de Ciencias Sociales. También presidió la Latin American Studies Association. A lo largo de su carrera, recibió numerosos reconocimientos por su trayectoria y aportes intelectuales. En las últimas décadas, pasaba largas temporadas en Buenos Aires, donde disfrutaba de la ciudad cuando florecían los lapachos”.