Este miércoles, la Plaza de los Dos Congresos concentró los reclamos de jubilados, mujeres, personas trans, personas con discapacidad y trabajadores del Hospital Garrahan, entre otros. (Photo by Emiliano Lasalvia / AFP)

Fue un miércoles de descontentos, tristezas, reclamos, indignaciones y penas apiladas en la Plaza de los Dos Congresos. En capas, como en turnos pero a la vez conviviendo y uniendo fuerzas, distintos colectivos hicieron escuchar su voz. Acumularon sus angustias, sus preocupaciones, sus “basta, hasta acá llegamos”.

Los más “tempraneros” de esta manifestación que fue la suma de muchas fueron las personas con discapacidad, sus familias y los prestadores de salud y de transporte que los atienden. Antes de las 14 estaban allí visibilizando la necesidad de que se decrete la emergencia del sector.

Era fácil reconocerlos: llevaron una silla de ruedas inflable enorme y colorida, y estacionaron sus camionetas escolares adaptadas a las necesidades de las personas con discapacidad que trasladan hacia centros de día o distintas terapias que llevan a cabo cotidianamente.

Más tarde se sumaron los jubilados, que cada miércoles exigen una recomposición de sus haberes –este miércoles la oposición aprobó un aumento del 7,2%, pero el Gobierno anticipó que lo vetará. También exigen cada semana la eliminación de recortes en prestaciones del PAMI, y que vuelvan a abrirse las moratorias para que quienes no completaron sus años de aportes, especialmente mujeres amas de casa, puedan acceder a una jubilación.

Los jubilados volvieron a manifestarse frente al Congreso. Este miércoles, la oposición aprobó en la Cámara de Diputados un aumento de sus haberes pero el Poder Ejecutivo ya adelantó que lo vetará. (AP Photo/Rodrigo Abd)

A esa manifestación que ya es una costumbre de los miércoles frente al Congreso se sumaron miles de mujeres y personas trans que exigieron, por décimo año consecutivo, el fin de la violencia de género. Es que este martes se cumplió el 10º aniversario de la irrupción del movimiento Ni Una Menos en las calles de toda la Argentina.

Pero para aunar fuerzas con los demás reclamos, las mujeres que organizaron la movilización feminista de cada 3 de junio decidieron que, esta vez, fuera el 4 de junio. Llegaron durante toda la tarde, de todas las edades: grupos de amigas de la escuela secundaria y también grupos de amigas de setenta u ochenta años.

Hubo otro reclamo que atravesó la tarde de este miércoles: el de los trabajadores del Hospital Garrahan. Tras una reunión sin ningún avance entre los gremios que agrupan a ese colectivo y las autoridades de la cartera de Salud, se sumaron a la plaza y fueron especialmente aplaudidos por los demás manifestantes.

“La casta es Galeno”, decía el cartel que llevaron Julia, Ariel, Ariana y Joaquín desde Pablo Nogués hasta el Congreso. Joaquín, de 11 años, sufre epilepsia, retraso madurativo y una variación genética que está en plena investigación pero que impacta directamente en sus capacidades. Se alimenta a través de una bomba de perfusión y no controla esfínteres.

Julia, Ariel, Joaquín y Ariana llegaron desde Pablo Nogués para exigir que se declare la emergencia en el sector de discapacidad.

“Vinimos porque siempre hubo problemas con la discapacidad pero ahora estamos en una emergencia como nunca antes pasamos. El lunes la transportista que lleva a mi hijo al centro de día en el que se atiende ya no lo llevó porque dice que desde enero no le pagan. Tampoco cobran las terapistas ocupacionales, kinesiólogas, fonoaudiólogas. Sin dar ninguna explicación, la prepaga nos recortó un 25% la cantidad de pañales que nos da, de un mes al otro. ¿Cómo cuido la salud de mi hijo si recortan todo esto? Ya no puede ir al centro en el que tiene que atenderse todos los días», contó Julia, angustiada y enojada.

Se había puesto una remera con la leyenda “Ni Una Menos”. “También reclamo por esto. Por los derechos de las mujeres, para que frene la violencia. Y para que las que cuidamos en casa seamos reconocidas. Yo me tengo que quedar con mi hijo, que necesita cuidados todo el tiempo. Si contrato a alguien para salir a trabajar, es como cambiar la plata. Y no voy a cobrar ni la mínima”.

El escenario de Julia se parecía al de muchos otros manifestantes: una misma persona concentraba varias de las preocupaciones por las que hoy se colmó la Plaza de los Dos Congresos.

 “Vengo todos los miércoles, pero hoy vengo con reclamo doble: por jubilada y por feminista”, contó Manuela, de 72 años. “Vine a todos los Ni Una Menos. En los primeros mi nieta era chiquita así que venía conmigo, pero ahora anda con sus amigas del secundario. Vine y vengo porque quiero un país que no sea más difícil para mi nieta que para mi nieto”, explicó.

A diez años de la creación del movimiento Ni Una Menos, miles de mujeres se manifestaron para exigir el fin de la violencia de género. Foto: Jaime Olivos

Caminó por la plaza con una vecina con la que marcha cada miércoles. “Ella cobra la mínima, yo un poco más, pero a las dos nos tienen que ayudar nuestros hijos. ¿A vos te parece? Yo trabajé afuera de casa toda la vida, Lidia crió hijos y aportó varios años. No llegamos y es doloroso andar dependiendo, porque además a los hijos tampoco les sobra nada», se lamentó Manuela, y sumó: “Vengo en mi doble condición: jubilada y mujer que exige políticas concretas contra la violencia de género”.

Ella y Lidia, su vecina, tenían en la mano la máscara con la que marchan cada miércoles. “Las armamos con bidones de agua de los grandes. ¿Viste como hace uno de los personajes en El Eternauta? Bueno, así. No son máscaras profesionales, pero cubren bastante. Nos tocó respirar gases más de una vez, pero seguimos viniendo», contó Manuela.

Este miércoles, a diferencia de otros en los que las fuerzas de seguridad reprimieron a los manifestantes, no hubo incidentes en las inmediaciones del Congreso. El Palacio Legislativo, una vez más, permaneció vallado y rodeado de oficiales de Gendarmería.

“Señor, señora, no sea indiferente, que matan a mujeres en la cara de la gente”, fue una de todas las canciones que se escucharon entre las manifestantes llegaron convocadas bajo consignas feministas. Hubo también versos para los trabajadores del Garrahan, y una especie de “pasillo de honor” que les armaron para que atravesaran la avenida Rivadavia.

Manifestantes en defensa del Hospital Garrahan y de los derechos de las mujeres y personas trans. Foto: Jaime Olivos

“No se puede creer lo que está pasando con los trabajadores del Garrahan. Hacen cirugías y tratamientos que no se hace en ningún otro lado del país y les pagan una miseria. En ningún lado, público o privado, atienden a los chicos como en el Garrahan. Ahí salvaron al nieto de mi hermana, sé cómo funciona el hospital, cómo cuidan a los pacientes. ¿Cómo no vamos a aplaudirlos?“, reflexionó Marcela, una manifestante de 68 años que caminó por avenida Rivadavia con un pañuelo violeta atado en el cuello: es el color que identifica la lucha contra la violencia de género.

Con pañuelo verde, el que simboliza la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito, caminaron en las inmediaciones del Congreso cientas de mujeres. Entre ellas, referentes históricas de esa lucha como Nelly Minyersky, Dora Barrancos y Nina Brugo.

“¿Sabés por qué somos tantos acá? Porque somos muchos los que estamos angustiados por distintos temas, o por varios temas que nos atraviesan al mismo tiempo. A mí me faltan veinte años para jubilarme, pero veo cómo viven mis viejos con su jubilación, cómo viven los viejos de mis amigas, y ya me preocupo. Como me preocupa que un lugar que es un orgullo internacional para la Argentina, el Garrahan, esté en medio de una crisis tan grande. Como me preocupa que de repente se piense que un femicidio es igual a cualquier otro asesinato y no requiere un abordaje especial. Todo eso me preocupa y todo eso nos preocupa a miles de personas», remató Victoria.

Estaba en la plaza junto a tres amigas, como cada 3 de junio desde hace varios años. “Esta vez cambiamos de fecha porque la unión hace la fuerza. Lo que no cambiamos es la exigencia: queremos que se haga todo lo que haya que hacer para erradicar la violencia de género. Y queremos que todos los que estamos acá angustiados podamos estar más tranquilos”, sumó. A su alrededor, se apilaban las tristezas y los enojos de miles de argentinos.