
Bielorrusia anunció este martes que el sistema ruso de misiles hipersónicos de alcance intermedio Oreshnik entrará en operaciones en su territorio a partir del mes de diciembre.
El plan, difundido por la portavoz presidencial Natalia Eismont y confirmado por reportes de la agencia estatal TASS, se ejecuta en respuesta a lo que Minsk denomina una “escalada occidental” y al contexto de guerra en Ucrania.
“Las condiciones para el emplazamiento de Oreshnik en Bielorrusia están casi creadas. En diciembre del año en curso será puesto en guardia operativa, lo que zanja cualquier duda al respecto”, aseguró Eismont, según un comunicado del departamento de prensa del presidente autoritario Alexander Lukashenko.
Agregó que el proceso logístico ya está en su fase final y que la decisión es irrebatible frente a la coyuntura actual de seguridad.
“Se trata de un recurso legítimo para garantizar la seguridad de Bielorrusia ante una escalada”, enfatizó Lukashenko durante declaraciones oficiales.
Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, Minsk se ha erigido en el principal aliado de Moscú en la región, cediendo su territorio para operaciones rusas y formalizando acuerdos de defensa bilateral en 2024.
Tras la última cumbre entre Putin y Lukashenko, el Kremlin ya había adelantado la intención de desplegar armamento avanzado en la frontera bielorrusa.
El Oreshnik, presentado públicamente por primera vez en 2024, es un misil hipersónico de alcance intermedio que, de acuerdo con el propio presidente Vladimir Putin, sería “imposible de interceptar” y tendría un poder de destrucción próximo al de un arma nuclear táctica.
Funcionarios militares rusos aseguran que su velocidad y maniobrabilidad superan ampliamente las capacidades defensivas convencionales de los países vecinos y la OTAN.

Las afirmaciones rusas, sin embargo, han sido puestas en duda por analistas militares occidentales, que piden prudencia y transparencia máxima respecto a las capacidades reales de este nuevo sistema.
La primera utilización oficial del Oreshnik en combate se registró en noviembre de 2024 contra una planta de defensa en la ciudad ucraniana de Dnipro.
Según fuentes rusas, ese ataque habría sido autorizado personalmente por Putin en represalia por el uso de misiles de largo alcance estadounidenses y británicos contra territorio ruso. Tras ese incidente, el Kremlin emitió nuevas amenazas.
“Si continúan los ataques, habrá represalias contra centros de decisión en Kiev”, advirtió Putin en una comparecencia pública.
El plan de despliegue ha sido respaldado por Moscú, que refuerza así su postura de “protección integral” a Bielorrusia.

Putin ha asegurado que está dispuesto a defender a su aliado “con todas las fuerzas a su disposición”, incluyendo el arsenal nuclear táctico transferido a territorio bielorruso desde el inicio de la guerra en Ucrania.
En paralelo, la cooperación se ha reforzado con ejercicios militares conjuntos: el Oreshnik fue una de las principales novedades de las maniobras ruso-bielorrusas desarrolladas el mes pasado.
Esta alianza militar afianza el eje Moscú-Minsk como contrapeso a los esfuerzos defensivos occidentales en la zona, y añade nuevas preocupaciones en la OTAN por el aumento de armamento sofisticado en las inmediaciones de países miembros en Europa del Este.
Organismos internacionales y gobiernos occidentales advierten que el despliegue del Oreshnik marca un salto cualitativo en la carrera armamentista, acentúa la amenaza sobre Ucrania y amplifica el riesgo de nuevas escaladas regionales.
De cara a diciembre, tanto Rusia como Bielorrusia buscan enviar un mensaje claro de fuerza y determinación antes de una posible negociación futura.
El avance del nuevo sistema de misiles, junto con los ejercicios y la retórica de protección mutua, refuerzan el bloque estratégico y elevan el potencial de confrontación en una frontera que se ha convertido en uno de los principales focos de tensión militar global.
(Con información de Reuters y EFE)