El Gobierno y la sociedad festejan que la tasa de inflación haya caído al nivel más bajo de los últimos cinco años como si fuera el único objetivo del plan económico, relegando a segundo lugar la meta de acumulación. Sin embargo, Economía avanza con un programa más amplio, orientado a encauzar al país en la senda del crecimiento y desarrollo integral sostenido a través de fases planificadas en más de un año de trabajo.

En la reciente conferencia anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), el vicepresidente del Banco Central (BCRA), Vladimir Werning, caracterizó en sucesivos “ceros” las diferentes etapas o fases del programa económico del gobierno. La primera, dijo, fue de “déficit fiscal cero”, la segunda, de “emisión monetaria cero” y la tercera, iniciada el 11 de abril pasado, cuando se conoció el acuerdo con el FMI y se empezó a dejar atrás el cepo cambiario, apunta a lograr “brecha cambiaria cero”.

Son cambios radicales, afirmó, y dan un marco distinto de política económica, al que se llegó “sin grandes sobresaltos económico-sociales”. Y en la última semana avanzó con un plan integral coordinado entre el Banco Central y la Tesorería de la Nación para completar la etapa de capitalización del BCRA y ofrecer al mercado un más amplio abanico de instrumentos de liquidez del Tesoro a diferentes plazos que permita la migración de las LEFI (Letras Financiera del BCRA) por Lecap (Letras del Tesoro y determinar en forma endógena la tasa de interés de referencia del mercado.

Con ese escenario, Infobae entrevistó al economista Aldo Abram, director de Fundación Libertad y Progreso quien delineó un diagnóstico de la coyuntura, destacó avances institucionales y planteó los riesgos y oportunidades para la economía en lo que resta del año.

— A 19 meses de gestión, la inflación se redujo a una sexta parte de los niveles heredados. ¿Hasta qué punto atribuye la reducción de la inflación a la disciplina fiscal y la política de emisión cero?

— La mayor parte del tiempo que tiene de vida, el Banco Central ha tenido como prioridad financiar los excesos de gasto de los gobiernos de turno. Por lo tanto, emitía todo lo que estos le pedían, que era mucho más de lo que los ciudadanos le demandaban y, como pasaría con cualquier bien o servicio, el valor del peso bajaba. Por eso, todos los precios que se medían contra el peso subían. A esto se le llama impuesto inflacionario porque le quita poder adquisitivo a los que tienen pesos para darle mayor capacidad de gasto al Estado.

“La autoridad monetaria pasó a tener liquidez propia en moneda extranjera, como para mostrar un mínimo de capacidad para defender el valor del peso”

En los países que tienen un dígito de inflación anual, la mayoría de los del mundo e incluso todas las naciones vecinas, los bancos centrales tienen como prioridad darle a la sociedad una moneda estable y confiable, para lo cual producen poco más de lo que ellos demandan y, por ende, su divisa apenas pierde valor y la inflación es baja.

En cuanto asumió este Gobierno tomó la primera decisión para normalizar al Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunciando que no financiaría más al Tesoro y que debía ocuparse sólo de estabilizar el valor del peso. Por eso vimos un derrumbe de la inflación en el primer semestre.

Durante 2024, el Ministerio de Economía y el BCRA fueron tomando las medidas necesarias para recomponer su patrimonio. Pero aún quedaban un par de problemas. También se había recibido una entidad sin reservas propias y usando más de USD 11.000 millones de divisas ajenas. Si bien fue bajando este lastre, recién pudo resolverlo definitivamente con el nuevo acuerdo con el FMI. Con eso, la autoridad monetaria pasó a tener liquidez propia en moneda extranjera, como para mostrar un mínimo de capacidad para defender el valor del peso.

Por último, están las últimas medidas que llevaron a que recuperara completamente la posibilidad de manejar la política monetaria. Por un lado, negociando con los bancos los compromisos de compra de bonos que se dieron para facilitar venderles esos títulos y que tenían el riesgo de que los ejercieran obligando al BCRA a emitir cuando no fuera conveniente para la mantener la estabilidad del peso.

También, las LEFI tenían este compromiso de compra y, por eso, se decidió pagarlas a su vencimiento, colocando a cambio letras del Tesoro de corto plazo que le sirvan a los bancos para mantener cierta liquidez con ese tipo de inversiones.

Así que, ya tenemos un BCRA similar al de los países vecinos que puede darle a los argentinos un dígito de inflación anual, seguramente, lo veremos ya en 2026.

— ¿Existen otros factores, como la caída del consumo o el deterioro de ingresos en algunos sectores, que considere igualmente influyentes?

— Me llama la atención los que hablan de que la recesión hace bajar la inflación, cuando tuvimos un montón de oportunidades en la historia argentina en que el aumento de los precios se aceleraba en medio de una caída del consumo y la inversión. De hecho, la recesión de la que nos estamos recuperando empezó en el segundo trimestre de 2023 y la inflación se aceleró durante todo ese año; porque se estaba emitiendo a más no poder para financiar a la gestión de Alberto Fernández-Sergio Massa (AF-SM), al mismo tiempo que la gente no quería tener esos pesos que perdían valor.

“Ya tenemos un BCRA similar al de los países vecinos que puede darle a los argentinos un dígito de inflación anual, seguramente, lo veremos ya en 2026″

La depreciación de cualquier moneda tarda en impactar en los precios del total de los bienes y servicios de una economía entre 9 y 24 meses, según la confianza que se tiene en esa divisa. En Argentina, esa confianza es mínima; por eso es de las economías donde más rápido reacciona la inflación.

La diferencia de que esto suceda con crecimiento o con recesión es que, en la primera, el pasaje a precios tarda pocos meses y, con recesión, tarda alrededor de 9 meses. O sea, la inflación siempre la determina el BCRA; porque es el que define el valor del peso con la política monetaria.

— En su opinión, ¿qué riesgos y beneficios implicaría la liberación de los precios regulados que persisten, particularmente en sectores críticos del sector privado? ¿Cuál es el impacto en la inflación?

— El impacto inflacionario de esta corrección es nulo en el tiempo. Para moderar el impacto de la aceleración de precios debido a la nefasta política monetaria del gobierno anterior se les restringió, a algunos sectores, poder ajustar sus precios de acuerdo con la pérdida de valor del peso que esa propia gestión generaba.

Ahora, en la medida que las tarifas se reacomoden, tendrá que ser cada uno quien haga los reacomodamientos necesarios de los gastos y, así, se podrá bajar impuestos o utilizar esos recursos en aquello que la sociedad necesita. Sí tiene que mantenerse algo como la tarifa social para ayudar a quienes son pobres y lo necesitan.

Es cierto que una suba de precios regulados impacta en el índice de precios del mes en que ocurre; pero también lo es que quienes dejan de recibir ese subsidio injusto deban reducir el gasto en otras cosas que podrán subir menos sus precios; lo cual se verá reflejado en los datos de los siguientes meses.

En la medida que esto se va normalizando la calidad de la prestación también lo hace, junto a las posibilidades de invertir para mejorarla y que quienes trabajan esos sectores puedan cobrar lo que corresponde.

— Tras la liberación del mercado de cambios, las cotizaciones del dólar no mostraron saltos abruptos, pese a las previsiones de algunos consultores. ¿A qué factores lo atribuye?

— Creo que los economistas y políticos argentinos hemos demostrado una gran incapacidad de aprender de los errores pasado. Antes del cepo del que estamos saliendo, tuvimos otros 22. De estos, 21 llevaron a crisis monetarias y cambiarias por intentar sostenerlos en el tiempo. Tres de ellos terminaron en hiperinflaciones. Lo peor es que parece que tampoco aprendemos de lo que hacemos bien.

“Los que subieron sus precios para cubrirse, tuvieron que bajarlos y los que compraron dólares por encima de $1.200 perdieron plata”

Acá estamos con un dólar minorista que con la unificación cambiaria subió, pero se ubicó por debajo de los paralelos, y que luego bajó, rondando hoy $1.200. Los que subieron sus precios para cubrirse, tuvieron que bajarlos y los que compraron dólares por encima de ese valor perdieron plata.

— Pero volvieron los reclamos por el supuesto atraso cambiario, ¿está de acuerdo con eso?

— La verdad que no. Es cierto que lo había con el cepo; porque justamente se ponen para no reflejar en el tipo de cambio oficial todo lo que el BCRA deprecia el valor del peso. Sin embargo, con la unificación cambiaria, se demostró que no era ni de lejos el porcentaje del que hablaban muchos empresarios y economistas. El atraso tenía que ser menor a la brecha cambiaria; porque en los dólares libres estaba reflejado lo que valía de verdad un peso.

Hoy, los que determinan el tipo de cambio son todos los que operan en el mercado único y libre. Si alguien piensa que debería subir mucho, tendría que comprar ahora y, los que creen que aumentará muy poco, deberían vender. El BCRA no está usando sus reservas para evitar que el tipo de cambio suba.

Lo que pasa es que muchos toman valores de dólar pasados, traídos con la inflación al presente, y asumen que ese es su precio de equilibrio actual. Un absurdo; porque las condiciones presentes no son las de entonces.

Es más, en la medida que se consolide la expectativa de normalización de Argentina, menor será el ahorro local que irá al dólar y mayor será el incentivo a volcar en el mercado doméstico las divisas ya compradas, ya sea como inversiones o gastos.

También, los extranjeros se verán tentados de invertir en una economía con un enorme potencial, que no se hizo realidad por los enormes desmanejos de la política económica pasada.

“En la medida que se consolide la expectativa de normalización de Argentina, menor será el ahorro local que irá al dólar y mayor será el incentivo a volcar en el mercado doméstico las divisas ya compradas, ya sea como inversiones o gastos”

Así que el poder adquisitivo local del dólar va a seguir bajando. Incluso, lo seguirá haciendo en el largo plazo; ya que el aumento de la inversión implicará llegada de divisas y hará a la producción local más eficiente, por lo que también aumentará su oferta por mayores exportaciones. Nada novedoso, pasó en todos los países que tuvieron una larga etapa de mala gestión y, luego, encaminaron su economía en el sentido correcto.

— ¿El cepo cambiario sigue vigente para las empresas qué efectos genera?

— Las restricciones relevantes que quedan de la anterior gestión son las que hacen al giro de dividendos al exterior y a la exigencia de financiar las importaciones; lo que acumuló una deuda de más de USD 30.000 millones sobre el financiamiento habitual. Un compromiso imposible de resolver de un día para el otro sin quebrar al BCRA y nadie puede pensar seriamente que esa es la solución.

Cualquier empresa o banco que enfrentara un problema similar; reestructuraría ese pasivo para que se pague en el tiempo. Eso es lo que se está haciendo ahora, más allá de que podamos discutir si se están usando los mejores instrumentos o no. Acá lo más importante es que se normalice el mercado para las operaciones de aquí en adelante y quedan muy pocas regulaciones por desarmar para ello; lo cual sucederá en los próximos meses.

— El Banco Central informa diariamente que no interviene en el mercado de cambios, pero algunos analistas observan operaciones en el mercado de futuros de dólar. ¿Qué implicaciones podría tener para la estabilidad macroeconómica?

— La verdad es que no me parece bien que el BCRA intervenga en el mercado de cambios de ninguna forma. Sin embargo, los montos de operaciones en “futuros” de los que se hablan, no son tan relevantes. Igual me parece mal; porque da argumentos a quienes se empeñan en ver “atrasos cambiarios”. Analizan lo que está pasando con ojos del pasado y lo que se está haciendo ahora es absolutamente distinto a lo que se hizo antes.

Si me parece útil que se discutan qué errores distintos se están cometiendo, cuáles serán los nuevos costos que se pagará por ello y cómo se podrían corregir para que eso no suceda.

— Según cifras oficiales, la pobreza bajó más de 10 puntos porcentuales respecto del inicio del gobierno, y 20 puntos desde el ajuste cambiario. ¿Considera que la tendencia podría sostenerse en los próximos meses o existen riesgos de aumento?

— La merma de la pobreza se sostendrá en el tiempo; porque la reducción que ya se produjo fue porque se están resolviendo los dos principales factores empobrecedores de una sociedad. Uno es la inflación que le quita poder adquisitivo a la gente para financiar gastos de los gobiernos de turno o del propio BCRA. Sobre todo, afecta más a los sectores de menores ingresos que tienen la mayor parte de su patrimonio en moneda local y menos instrumentos para defenderse.

“La merma de la pobreza se sostendrá en el tiempo; porque la reducción que ya se produjo fue porque se están resolviendo los dos principales factores empobrecedores de una sociedad. Uno es la inflación el otro la recesión”

Por eso, el derrumbe de la inflación fue fundamental y, por eso, la prioridad tiene que ser seguir reduciendo la suba de precios lo más rápido posible, hasta llegar a porcentajes de país normal.

El otro factor es la recesión, que mirada como tendencia lleva muchos años; pero con coyunturales recuperaciones. En el segundo trimestre de 2023, por los desmanejos económicos de la gestión AF-SM, los argentinos empezamos a ahorrar en forma creciente en dólares, para contar con un “colchón” ante la crisis que se venía. Eso significó dejar de consumir e invertir, cosa que también paso con las empresas. Por lo tanto, la demanda local se cayó, dejando a los productores y a los trabajadores sin compradores; por eso se desplomó el nivel de actividad.

Desde el segundo trimestre de 2024, la disminución del temor a una crisis ha llevado a que la gente y las empresas empiecen a consumir e invertir más, atesorando menos en dólares. También, con el mismo objetivo, algunos empezaron a vender los que ya habían comprado antes. Por eso, es que comenzó un rápido proceso de recuperación económica que también está permitiendo una gradual mejora del poder adquisitivo de los argentinos, que se va generalizando en la medida que baja la inflación y mejora el nivel de actividad.

En el largo plazo, la pobreza tenderá a seguir reduciéndose con una inflación de un dígito anual y con reformas estructurales que mejoren la eficiencia económica e incentiven la inversión, impulsando el nivel de actividad. Sin embargo, décadas de gestar pobres que sobrevivían con subsidios y sin trabajar difícilmente permitan terminar con esta tragedia. Habrá que ayudar a mucha gente a recuperar la cultura del trabajo y, a los que no se pueda, asistirlos.

Eso sí, las nuevas generaciones tienen que tener la posibilidad de formarse para poder tener oportunidades de progresar y, para ello hay, que hacer un cambio profundo del régimen educativo que está hipotecando el futuro de los jóvenes.

“Debemos ir a un sistema educativo que le permita a los jóvenes usar y adaptarse a los rápidos cambios de la tecnología y pulir sus habilidades individuales que es lo que será útil para los empleos que se van a crear”

Debemos ir a un sistema educativo que le permita usar y adaptarse a los rápidos cambios de la tecnología y pulir sus habilidades individuales que es lo que será útil para los empleos que se van a crear. Para ello, hay que darle a los docentes y la dirección de las escuelas y colegios la posibilidad de brindar una mayor diversidad de planes de estudios y dándole a los padres una mayor oferta para que elijan la mejor propuesta para sus hijos.

— ¿Cuáles identifica como las principales fortalezas y debilidades del plan económico actual?

— La principal fortaleza es que hay una enorme convicción del Gobierno en que hay que avanzar lo más rápido posible en las reformas estructurales que nos lleven a ser un país normal.

La principal debilidad es que todavía quedan políticos y economistas que creen que es mejor seguir el camino que llevó a esa anormalidad en la que los argentinos nos resignamos a vivir durante décadas. En la resistencia al cambio los acompañarán las corporaciones empresariales, gremiales, intelectuales y profesionales que durante todo ese tiempo hicieron plata a costa del bienestar del resto de los argentinos, aprovechando los privilegios y subsidios que lograron conseguir de los anteriores gobiernos.

De todas formas, que sean más o menos exitosos sólo retrasará el proceso de reformas; pero no lo detendrá. Por eso, será importante que los políticos que quieren ir a un país normal tengan cada vez más participación en el Congreso; porque la mayoría de lo que queda por hacer implica cambiar las leyes.