Comercios y fábricas del sector nacional enfrentan cierres y suspensiones ante la caída del consumo y la sobreoferta
(Adrián Escandar)

La industria del juguete en la Argentina enfrenta este fin de año una de sus situaciones más complejas desde hace décadas, según advirtió este lunes el sector. La Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) alertó que el contexto actual se caracteriza por un crecimiento extraordinario de las importaciones, un consumo que cae de manera sostenida y una competencia considerada desleal tanto por vía del ingreso formal como por el contrabando. Todo esto se da en un escenario agravado por los profundos cambios demográficos, el avance de canales digitales y la irrupción de artículos inseguros sin certificación adecuada.

El comunicado sectorial denuncia una “avalancha sin precedentes” de productos extranjeros, en especial provenientes de China, que concentra casi la totalidad del volumen importado. Entre enero y octubre, las importaciones de juguetes alcanzaron USD 91,3 millones FOB y 17,5 millones de kilos, con aumentos interanuales del 59,5% en valores y 94% en volumen. China explica el 85,7% del valor y el 94,4% del volumen de los ingresos.

Además, si se agregan juegos de mesa, artículos para aire libre y productos de fiesta, el total supera los 28 millones de kilos, por lo que el 2025 se perfila como el mayor año de importaciones en dos décadas, incluso por encima del récord previo en 2018. La diferencia central es que mientras el mercado recibe más productos que nunca, el consumo se mantiene en franco descenso.

Importaciones de juguetes provenientes de China marcan un récord histórico y concentran la mayoría del volumen en el mercado local

Matías Furió, presidente de la CAIJ, subrayó la gravedad de la concentración importadora: “A pesar de la alineación con occidente, China pasó a explicar casi el 95% del volumen importado. La concentración es la más alta de los últimos 20 años”. El salto de operadores resulta igualmente contundente: en un año la cantidad de importadores pasó de 199 a 530, con casi 340 firmas nuevas encontrando negocio en la importación de juguetes, mientras la caída en el consumo se profundizaba.

La presión sobre la plaza local no proviene solo de las cifras de importación. El documento advierte sobre la superposición de stock acumulados del año anterior, resultado de una ola de compras tanto nacionales como extranjeras realizadas cuando el dólar oficial se ubicaba en valores considerablemente bajos. Esta situación lleva a una sobreoferta de productos, caída de precios, distorsión de valores de referencia y una competencia que perjudica tanto a quienes producen localmente como a quienes importan bajo condiciones establecidas.

El sector denuncia, además, una desventaja estructural frente al gigante asiático. El ecosistema manufacturero chino presenta costos laborales, ambientales y energéticos muy inferiores, y las empresas acceden a incentivos a la exportación, lo que crea una situación donde la industria local no puede igualar precios sin resignar calidad o sostenibilidad. Así, la competencia calificada como “desleal” profundiza la insostenibilidad del sector argentino.

Cambios demográficos y nuevas dinámicas de consumo

A las dificultades comerciales y la presión extranjera se suman cambios estructurales en el mercado interno. El comunicado señala una baja sostenida de la tasa de fecundidad, que descendió de 2,4 a 1,4 hijos por mujer desde 2015, una caída del 42% que reduce la base demográfica de niños y limita la demanda potencial.

Hay una creciente exposición a dispositivos digitales y pantallas desde edades más tempranas, lo que resta tiempo e interés a la interacción con juguetes tradicionales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según estimaciones basadas en datos del Indec, en 2022 la población de 0 a 14 años se ubicaba en algo más de 10 millones; para 2025 la proyección marca un descenso a 9,5 millones, tendencia que continúa hasta 2040. Este recorte estructural, sumado a la creciente exposición a dispositivos digitales y pantallas desde edades más tempranas, resta tiempo e interés a la interacción con juguetes tradicionales.

Respecto de este tema, el gerente de Relaciones Institucionales de la cámara, Julián Benitez, precisó, en diálogo con Infobae en Vivo, que “el uso intensivo de las pantallas acortó las edades de los usuarios de juguetes y preocupa mucho el impacto en el desarrollo de los chicos”. “Articulamos con la Sociedad Argentina de Pediatría, pediatras, neurocientíficos y oftalmólogos infantiles sobre lo que perjudican las pantallas para el desarrollo visual y cognitivo, efectos nocivos como el sedentarismo, la obesidad, la ansiedad. Es muy importante dedicar el tiempo para el juego, porque los chicos terminan agradeciendo y valorando el tiempo compartido”, agregó.

Julián Benitez, gerente de Relaciones Institucionales de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ)

En términos comerciales, el consumo en jugueterías de cercanía, cadenas y supermercados no mostró signos de recuperación y el canal de e-commerce, aunque avanza, solo representa el 25% de la facturación. El comercio electrónico también implica desafíos logísticos, financieros y de promoción que muchas PyMEs no logran sortear de manera eficiente, mientras crecen las compras puerta a puerta y el contrabando. precisó el comunicado.

Impacto del contrabando y los productos inseguros

El escenario se agrava por el incremento del contrabando, que representa alrededor del 30% del mercado y afecta, según el comunicado, a distintas regiones del país. Los informes mencionan casos de polirrubros y bazares que organizan viajes frecuentes a zonas limítrofes para abastecerse de mercadería sin control aduanero. Esta práctica, advierte la CAIJ, no solo evade impuestos y distorsiona la competencia, sino que implica mayores riesgos para las familias: los artículos ingresados ilegalmente no cumplen ninguna norma de seguridad.

La cámara sectorial expuso su preocupación por la presencia de juguetes inseguros. Alertó sobre la oferta de productos “internacionales” en plataformas de e-commerce, algunos con antecedentes de retiro del mercado en Estados Unidos, como así también la venta de productos presentados como “certificados” que, tras ensayos en laboratorios, no cumplen la normativa vigente. En el plano regional, organismos de países cercanos detectaron la presencia de metales pesados y sustancias prohibidas en algunos juguetes, lo que muestra la necesidad de revisar e intensificar controles fronterizos y asegurar la trazabilidad en toda la cadena comercial.

Comercios en crisis y fábricas en estado límite

El cuadro de situación arroja indicadores de deterioro acelerado. Las ventas permanecen estancadas, los comercios acusan el impacto de la sobreoferta y la llegada masiva de nuevos agentes importadores. Las jugueterías sufren márgenes negativos por adicionales en tarifas energéticas y la presión del canal digital, mientras las fábricas recurren a créditos no para expandir su producción, sino para afrontar sueldos y compromisos mínimos.

“La industria tiene 6 de cada 10 máquinas paradas sin producir”, sostuvo Matías Furió, presidente de la CAIJ

La capacidad ociosa se volvió un problema central: “La industria tiene 6 de cada 10 máquinas paradas sin producir”, sostuvo Furió. La reducción arancelaria, implementada con el objetivo de traer precios más bajos, no generó impacto en los valores de venta al consumidor final: “El arancel se redujo un 15%, pero los juguetes importados no bajaron de precio”, puntualizó el dirigente.

El deterioro del mercado también se reflejó en el cierre de locales históricos. El comunicado enumera el caso de Rossier en Escobar, que cerró en octubre tras casi 40 años de actividad; Halago’s en Quilmes; y Lilián en Trelew, con medio siglo de trayectoria. Según la cámara, el mayor temor para los próximos meses es la continuidad misma del ecosistema nacional de jugueterías y, en el extremo, de la producción local.

Baja del consumo y cambios de hábitos de compra

La estacionalidad marca una caída generalizada en los tickets y una intensa búsqueda de precios bajos. El ticket promedio en los comercios de barrio ronda los $22.000, mientras que en grandes cadenas trepa a $49.000, donde más del 90% del stock es importado, lo que sitúa un promedio general cercano a $35.000. Las posibilidades son variadas: desde juguetes económicos, como masas de modelar o autos plásticos desde $3.000, hasta productos premium que pueden superar los $350.000. El 85% de las ventas se concretan mediante tarjeta de crédito.

El fenómeno no es exclusivo del segmento juguetes. La industria local del árbol navideño, que supo exportar a mercados internacionales, ahora compite con una oferta cada vez mayor de importaciones. Los precios varían según lugar y formato. Un árbol completo puede conseguirse desde $30.000 a $35.000 en versiones básicas, hasta más de $100.000 en presentaciones grandes y premium. La demanda prioriza precios y practicidad, empujando a la industria nacional a buscar alternativas para mantener la actividad.

A pesar del escenario adverso, la CAIJ promueve un paquete de iniciativas para sostener al comercio y promover la demanda, como campañas de descuentos, acciones de visibilización y contenidos educativos dirigidos a destacar el juego físico sobre el uso de pantallas. Entre el 8 y el 24 de diciembre, la cámara impulsa propuestas que apuntan a movilizar la mayor cantidad posible de compras en el período navideño.

“Estamos desde la Cámara convocando a una nueva noche de las jugueterías el 11 de diciembre en todo el país. Va a ser el punto inicial a la ruta de las jugueterías, un mapa donde la gente podrá encontrar la juguetería de cercanía, descuentos, promociones, actividades lúdicas”, aseguró Benitez.