Sequías más prolongadas y altas temperaturas redefinen el mapa hídrico del Mediterráneo e imponen nuevos desafíos para la gestión del agua (Copernicus)

Las imágenes satelitales más recientes revelaron una situación crítica para Grecia: el lago Mornos, principal fuente de agua para Atenas, experimentó un retroceso inédito en menos de cuatro años. Según un análisis de National Geographic basado en datos de Copernicus Sentinel-2, la superficie de este embalse se redujo cerca del 55 %, reflejando la gravedad de la sequía en el país y en el sur de Europa.

Ubicado a unos 260 kilómetros de la capital, el lago Mornos es un embalse artificial de contorno en forma de X. Las imágenes captadas por Copernicus Sentinel-2, con comparativas entre el 3 de enero de 2022 y el 9 de octubre de 2025, muestran una disminución drástica del nivel del agua.

De acuerdo con National Geographic, esta reducción no solo revela una crisis local, sino que también evidencia un desafío regional compartido por varios países mediterráneos: la sequía y el impacto sobre la gestión de los recursos hídricos.

La disminución acelerada del nivel del embalse deja al descubierto tierras sumergidas durante décadas y pone presión sobre las reservas para la capital griega (Freepik)

Un descenso que transforma el entorno y la vida de millones

Los datos oficiales, recogidos por Copernicus y citados por National Geographic, permiten dimensionar la pérdida. A principios de 2022, la superficie del lago alcanzaba los 19,1 km². La última medición, realizada en septiembre de 2025, registró solo 8,7 km², lo que supone una merma cercana al 55 % en menos de cuatro años. Las imágenes permiten observar con claridad cómo la línea de agua retrocedió, transformando el paisaje y exponiendo zonas que habían permanecido sumergidas durante décadas.

Más allá de la geografía, el impacto amenaza el suministro a millones de habitantes de Atenas, quienes dependen del lago Mornos para el acceso al agua potable, de acuerdo con National Geographic. Lo cierto es que este embalse refleja una tendencia preocupante en toda Grecia, donde los niveles de los principales reservorios hídricos cayeron a mínimos históricos. Esta escasez afecta tanto al consumo humano como a la agricultura, sectores cuya estabilidad depende de la disponibilidad de agua.

Un símbolo de la magnitud de la crisis es la aparición del antiguo pueblo de Kallio. Abandonado en 1980 para construir el embalse, el asentamiento permaneció sumergido por 45 años. La sequía de 2024 dejó al descubierto sus ruinas, transformándolo en un recordatorio físico del retroceso de las aguas, siendo que la imagen de este pueblo emergiendo se convirtió en un emblema dramático de la escasez hídrica que afecta a la región.

Las ruinas emergidas de Kallio, visibles tras casi medio siglo bajo el agua, simbolizan el avance implacable de la sequía sobre la historia y el paisaje local (REUTERS/Stelios Misinas)

Sequía global y el desafío futuro de la gestión del agua

El problema de Mornos se encuadra en una tendencia que abarca otros países del sur de Europa, como España y Portugal, donde los embalses también llegaron a niveles inferiores a la media histórica. Aunque las precipitaciones de marzo de 2025 terminaron con la sequía prolongada en la península ibérica, los expertos advierten de que la falta de agua podría reaparecer con mayor severidad.

A escala mundial, la crisis hídrica se manifestó en regiones como África y América: en septiembre de 2024, Namibia enfrentó su peor sequía en la historia reciente, y en Brasil más de 1.700 escuelas y 760 centros de salud debieron cerrar temporalmente por la carencia de agua, según datos de la ONU.

La vulnerabilidad de grandes ciudades como Atenas, pese a contar con obras como el embalse de Mornos, revela la urgencia de diversificar las fuentes de agua y mejorar la interconexión de las redes hídricas. National Geographic enfatiza que la gestión de los recursos debe adaptarse a escenarios cada vez más inciertos, producto del cambio climático y la variabilidad de los patrones meteorológicos.

El futuro del abastecimiento dependerá de la capacidad para anticipar y gestionar los escenarios más adversos, con el objetivo de proteger el acceso al agua de las generaciones actuales y futuras.