La muestra, abierta hasta el 28 de junio en Eden on Madison Avenue, explora la infancia y la visión crítica de Brody sobre Nueva York.

Un corazón de goma pegado por Jackie Chan en una de las instalaciones fue robado durante la inauguración de la exposición Made in America, un hecho que, lejos de opacar el evento, subraya el carácter participativo y lúdico de la muestra. La exhibición, que permanecerá abierta hasta el 28 de junio en la galería Eden on Madison Avenue, representa una mirada nostálgica y a la vez crítica sobre la ciudad de Nueva York y la infancia de su autor, el actor ganador del Oscar Adrien Brody.

La propuesta incluye una pared de chicles, la serie de pinturas Vermin y composiciones musicales de tono oscuro creadas por el propio Brody, todo ello enmarcado en una estética que combina collage, cartón recortado y superficies que desafían la pulcritud tradicional.

La exposición se presenta como un homenaje sentimental y, en ocasiones, desconcertante a la ciudad que vio crecer a Brody. El director Wes Anderson, amigo cercano del actor, describió las obras como “vistazos de máquina del tiempo y espacio a los muros de la antigua galería de arte—empapelados, pintados, marcados y cortados—que alguna vez fueron las calles de SoHo cuando SoHo aún era SoHo”. La muestra explora temas como la comida rápida, la violencia infantil con armas y la decadencia industrial, todo ello a través de capas de pintura y materiales que evocan el caos y la vitalidad de la urbe.

El proceso creativo de Brody destaca la experimentación con texturas y la belleza del deterioro urbano

En diálogo con Cultured Magazine, Adrien Brody explicó que la violencia es un tema recurrente en sus obras, junto con la nostalgia y una perspectiva tanto emocional como analítica. “Estoy revisando mis impulsos y reacciones, algo que es consecuencia de haber crecido en Nueva York. Hay temas de comida rápida y de cosas que consumimos en masa sin pensar”, afirmó el protagonista de El Brutalista. Brody señaló que la variedad de colores, movimientos y estilos en su obra responde a la multiplicidad de referencias que lo han marcado desde la infancia, cuando la energía frenética de la ciudad moldeó su personalidad y su capacidad para interpretar distintos personajes.

La serie Vermin surge, según Brody, de la observación de la vida urbana y de la empatía hacia los animales considerados plagas. “Crecí en Nueva York, donde las ratas y los ratones estaban por todas partes, y eso es simbólico para mí por muchas razones. Siempre sentí compasión por ellos cuando los veía en el metro camino a la escuela, mientras todos los demás sentían asco. Me parecía una forma sistemática de erradicación, así que decidí poner a ese personaje en primer plano, en desafío a esa actitud”, relató el artista.

La exposición también aborda la problemática de la violencia infantil con armas de fuego, inspirada en la costumbre de regalar juguetes bélicos a los niños. Brody reflexionó: “La idea de darles a los niños juguetes como M16 y animarlos a impresionar a sus padres, y luego preguntarnos por qué quieren jugar con armas, es algo que me inquieta”. Además, el artista incluyó en sus obras referencias a los inmigrantes, las personas sin hogar y los ancianos, grupos que, según él, suelen ser marginados o ignorados en la sociedad.

La exposición aborda temas como la violencia infantil con armas, la comida rápida y la marginación social en la ciudad.

En cuanto a sus influencias artísticas, Brody mencionó a Jean-Michel Basquiat, cuyo estudio se encontraba cerca del suyo en el pasado, así como a Hieronymus Bosch y Vincent van Gogh. “No pinto tan bien, pero Bosch me fascina. Me crié en el nacimiento de la cultura del grafiti y del hip hop, y en la transformación de Nueva York hacia lo que es hoy, con la elusividad del sueño americano”, comentó el actor y artista.

Sobre el concepto del “sueño americano”, Brody expresó a que, aunque se considera un ejemplo de su realización por haber crecido como hijo de inmigrante artista y maestra de escuela pública en Queens y haber alcanzado el éxito, es consciente de las dificultades y de la distancia entre la realidad y el mito de lo que se puede lograr. “Alguien escribió que mi trabajo tiene un ‘pop’ y ligereza, pero eso es parte del juego. Hay referencias ligeras, pero también una parte profunda y pesada de la que soy muy consciente”, explicó.

Brody también abordó la percepción pública de su obra, señalando que no siente la necesidad de corregir las interpretaciones superficiales. “Si alguien no lo capta, también se pierde la obra. Sé que es difícil no verme de cierta manera, porque soy actor, pero la pintura y el dibujo precedieron a mi carrera actoral, y llevo décadas haciendo música”, aclaró.

El proceso creativo de Brody se caracteriza por la experimentación con texturas y capas, inspirado en la belleza encontrada en el deterioro del barrio Lower Manhattan. “Desarrollo técnicas para estropear la obra, y cuando siento que ya es una pieza interesante, incorporo elementos que me hablan en ese momento. A veces parto de una idea conceptual, como bicicletas o autos, y crecí haciendo carreras clandestinas en Queens”, compartió.

En cuanto a sus espacios de trabajo, Brody reveló que cuenta con varios estudios, incluido un edificio ClearSpan diseñado para obras y esculturas de gran formato. Ha mantenido un espacio en la costa oeste de Estados Unidos y ha compartido estudios en el sur de Francia. Durante el confinamiento por la pandemia en Londres, experimentó con collages y trabajos en papel que representaron un avance significativo en su producción artística.

La influencia de sus papeles cinematográficos también se refleja en su arte visual. Brody mencionó que su participación en la película El Brutalist impulsó la serie Vermin hacia una mayor cohesión, y que películas de acción de los años setenta y ochenta, como las de Martin Scorsese y El Padrino, han dejado huella en su trabajo.

La instalación de la pared de chicles, que ha llamado la atención de los visitantes, surgió de su sentido del humor y de la intención de que la obra viaje y evolucione con el tiempo. Brody expresó su deseo de que la instalación recorra distintas exposiciones durante uno o dos años antes de instalarla en su propio estudio.

Durante la inauguración, Brody presentó una composición musical de una hora y media, concebida como una versión sonora de sus obras pictóricas. La pieza incluye sonidos de la calle, niños jugando, eslóganes publicitarios antiguos y una sección más sombría, en la que predominan los beats de hip hop oscuro. El artista explicó que su objetivo era crear una atmósfera envolvente, evitando la estructura tradicional de las canciones y apostando por una experiencia auditiva que complementa el carácter visual de la exposición.

[Fotos: Eden Gallery; REUTERS/Manon Cruz]