La economía terminó el segundo trimestre del año con números de actividad tímidos, y la secuencia de suba del tipo de cambio y escalada en las tasas de interés hacen presumir al mercado que el ritmo productivo se verá resentido durante la segunda mitad del año.
Así surge del análisis de distintos centros de estudios y consultoras, tras el último dato dado a conocer por el Indec este miércoles, que registró una caída de la actividad de 0,7% mensual -segundo mes seguido en retroceso tras el -0,2% de mayo-, con un crecimiento anual de 6,4 por ciento.
El dato oficial tiene cierto rezago y aún no contempla el último ciclo de la economía estuvo marcado por las tensiones cambiarias en julio luego del desarme de las Lefi y el apretón monetario que propició el Gobierno para absorber pesos, lo que perjudicó la remonetización y puso un freno al crédito. Algunos indicadores sectoriales y mediciones privadas reflejan que el tercer trimestre tendrá una dinámica más compleja que en la primera mitad del año.
De acuerdo con LCG, la economía mostró un comportamiento irregular en los últimos meses. “Con altas y bajas la economía acumula una caída de 1,3% en los últimos 4 meses. La contracción de ‘apenas’ 0,6% contra diciembre se explica por el crecimiento del primer bimestre del año”. Según la consultora, ese impulso inicial ya se habría agotado. “Podría pensarse que el ‘crecimiento rebote’ terminó y la economía empieza a amesetarse en niveles más bajos que los de mediados de 2022 (último pico)”, destacó.
El arrastre estadístico, en ese marco, deja un piso de crecimiento positivo. LCG estimó que “el arrastre estadístico para lo que queda del año deja un crecimiento del 4% anual”, aunque advirtió que los próximos meses mostrarán una dinámica volátil. Como referencia, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central todavía espera un crecimiento del PBI para este año de 5 por ciento.
Los indicadores adelantados de julio exhiben señales mixtas. Mientras que se registraron caídas en las ventas minoristas y en la recaudación del IVA, se observaron incrementos en la recaudación del impuesto al cheque, en el consumo de bienes durables —como motos y autos— y en los préstamos personales. El panorama sectorial también mantuvo disparidades: “Indicadores de avance de la construcción y la industria (sectores relevantes por su ponderación) siguieron mostrando disparidades para julio”, señalaron.
Indicadores sectoriales y mediciones privadas reflejan que el tercer trimestre tendrá una dinámica más compleja que en la primera mitad del año
Para LCG, la política económica de corto plazo tiene impacto en la actividad. “Acelerar la desinflación en la previa a las elecciones (o evitar una aceleración desmedida) tendrá costos en términos de actividad”. La consultora advirtió que la suba de tasas terminará restringiendo el crédito, principal motor de la recuperación en los últimos meses de 2024, mientras que el congelamiento de salarios limitará el consumo.
En este marco, proyecta que “seguimos estimando un sendero volátil, con altas y bajas, que difícilmente implique un crecimiento sostenido y pujante en los próximos meses”. Para el cierre de 2025, prevé un crecimiento en torno al 4,5%-5%, con buena parte explicado por el arrastre estadístico.
En paralelo, un informe de la Fundación FIEL también marcó señales de desaceleración en la industria. “El Índice de Producción Industrial (IPI) de FIEL registró en julio de acuerdo a información preliminar una caída de 3,3% interanual, recortando la mejora acumulada en los primeros siete meses al 1,7% en la comparación con el mismo periodo de 2024”. También hubo una caída mensual pronunciada, de 1,4 por ciento.
Según el reporte, la contracción mensual se debió a “una combinación del efecto de paradas programadas y unos niveles de actividad más elevados un año atrás con el inicio de la recuperación en el segundo semestre”.
Con estos resultados, la actividad industrial acumula una mejora de 2,4% respecto de abril de 2024, cuando comenzó la recuperación, pero se ubica 4,6% por debajo del nivel de febrero de este año. “Todos los indicadores que permiten evaluar la sostenibilidad de la fase de recuperación iniciada en abril del año pasado señalan un agotamiento de la dinámica de mejora de la actividad”, advirtió la entidad.
Por sectores, el informe destacó que “la producción de minerales no metálicos redujo el crecimiento acumulado a 10,4%, mientras que la rama automotriz lo hizo al 10%, en cada caso en la comparación con el mismo periodo del año anterior”. Otros rubros mantuvieron crecimientos por encima del promedio de la industria: alimentos y bebidas acumularon una suba de 3,6% y las industrias metálicas básicas de 3,3%, ambos en los primeros siete meses del año.
Si bien la fuerte suba de tasas de interés aún es reciente para que se refleje en los números de la macro, un indicador anticipado que desarrolló el Banco Provincia -que pretende construir un dato de actividad semanal en base a datos oficiales y con ayuda de la inteligencia artificial- le puso números a esa presunción.
“Acelerar la desinflación en la previa a las elecciones (o evitar una aceleración desmedida) tendrá costos en términos de actividad” (LCG)
Se trata de Pulso PBA, un indicador presentado este miércoles y diseñado entre el banco público provincial e investigadores del Conicet, en base a datos de la entidad y del Ministerio de Economía provincial. Si bien abarca específicamente como alcance a la provincia, sus desarrolladores aseguran que es un buen “anticipador” de la tendencia de la economía nacional.
“El primer dato publicado de Pulso PBA muestra que la actividad económica de la Provincia de Buenos Aires cayó 0,4% en el promedio de las últimas cuatro semanas —incluye la tercera y cuarta de julio y las dos primeras de agosto—”, indicaron. Según el organismo, “el dato refleja una continuidad en el estancamiento observado desde mayo, en un contexto marcado por la volatilidad de tasas de interés y el endurecimiento de la política monetaria, que afecta especialmente al crédito”.
La trayectoria de la actividad provincial en lo que va de 2025 exhibió un comportamiento errático: tras un inicio de año con señales de crecimiento, marzo marcó una fuerte caída de 2,3%, seguida por un rebote en abril de 3,5% y nuevas contracciones en mayo (-0,8 por ciento). Junio (0,2%) y julio (0,5%) mostraron leves mejoras, aunque sin consolidar una tendencia sostenida.