Ese 7 de junio de 1937 cuando falleció, Jean Harlow tenía apenas 26 años de edad. Lo que determinaron los médicos que la asistieron en el Hospital del Buen Sanmaritano de Los Ángeles fue que su muerte había ocurrido a raíz de una falla renal. ¿Pero qué fue lo que le había causado esta falla a tan corta edad? Los rumores señalaron tanto que había sido víctima de un envenenamiento por parte de la mafia como que había terminado afectada por la práctica de abortos clandestinos. Y, como si todo esto fuera poco, hasta se llegó a hablar una negligencia relacionada a un fanatismo religioso.
Para entonces, con sus ojos verdes y su metro cincuenta y siete de estatura, la actriz era la rubia platinada favorita de Hollywood. Faltaba mucho, todavía, para que desembarcara en los sets Marilyn Monroe quien, dicho sea de paso, le copió el estilo a Harlow. Pero Jean, con su sensualidad sin igual, se había ganado un lugar destacado en la industria cinematográfica, donde participó de más de treinta películas en apenas nueve años de trayectoria. Y parecía no tener techo cuando, de repente, todo se terminó.
Había nacido como Harlean Harlow Carpenter el 3 de marzo de 1911, en el seno de una pareja acomodada de Kansas, conformada por el dentista Mont Clair Carpenter y Jean Poe Harlow, heredera de un corredor de bienes raíces de quien tomó su nombre artístico. Pasó gran parte de su infancia y adolescencia en el internado de Illinois, donde conoció a Charles McGraw, con quien se fugó con solo 16 años para casarse. Pero el matrimonio no funcionó. Así que, al poco tiempo, la joven regresó a su hogar familiar. Sin embargo, para entonces sus padres ya se habían divorciado y su madre había contraído enlace con un estafador, llamado Marino Bello.
Fue, justamente, su nuevo padrastro quien la puso en contacto con el mundo de la mafia y, ya instalados en California, le presentó al gánster Benjamín Bugsy Siegel. Sin embargo, tras un tiempo como amante de un personaje tan temido, Harlow conoció a Howard Hughes, de quien se enamoró. Y este hecho fue el que hizo especular con la posibilidad de que, en realidad, su muerte podría no haber sido natural sino provocada por alguna sustancia brindada por su ex despechado.
Hughes fue quien dirigió a Jean en Los Ángeles al infierno, su film más conocido y el que la terminó catapultando al estrellato. Antes había trabajado en algunos films de El gordo y el flaco. Y, después, realizó sus seis películas más recordadas con Clark Gable, incluyendo Tierra de pasión, del mítico director John Ford. Definitivamente, tenía todo lo necesario como para ser una diva.
Sin embargo, en su mejor momento, la actriz vio sacudida su vida por el suicido de Paul Bern, su segundo esposo. El hombre, 22 años mayor que ella, se disparó en la cabeza a solo dos meses de haberse casado. Y en aquel momento se habló de su supuesta imposibilidad de mantener relaciones sexuales, por la que lo habían apodado como el “Eunuco de palacio”, como el motivo por el que habría tomado tan terrible decisión. Para colmo, al poco tiempo se supo que el hombre era bígamo, ya que apareció otra esposa llamada Dorothy Millette, quien murió ahogada en el río Sacramento una semana más tarde. Y, obviamente, esta sucesión de hechos lamentables también dio lugar a todo tipo de elucubraciones…
Harlow era, sin lugar a dudas, una joven especial. Su obsesión por el cabello claro en una época en la que no existía el decolorante, la llevó a utilizar un sinfín de productos químicos, entre los que figuraban el peróxido, el cloro y el amoníaco puro, que se aplicaba rigurosamente una vez por semana y por los que estuvo a punto de quedarse calva. De hecho, esta combinación tóxica llegó a producirle quemaduras y ampollas en el cuero cabelludo, al punto que en los últimos años se había visto obligada a utilizar una peluca.
Por otra parte, su vida había sido tildada siempre de “escandalosa”. Por aquellos años, muchos se horrorizaban cuando ella confesaba que no solía usar ropa interior, tal como algunas de las prendas que utilizaba dejaban apreciar. Y, encima, no tenía tapujos a la hora de hablar de sus amantes, algo que no estaba bien visto por las señoras de bien. “Me gusta levantarme cada mañana con un hombre distinto”, decía sin ruborizarse. Y, tras un romance con el boxeador Max Baer, que estaba casado, terminó pasando por el registro civil por tercera vez con el operador de cámara Harold Rosson, con quien duró solo siete meses.
Las noticias sobre su azarosa vida sentimental horrorizaban a la prensa del corazón. Pero, para colmo, Harlow fue una de las invitadas de honor al festejo por el levantamiento de la Ley Seca, derogada el 6 de noviembre de 1933, y rompió una botella para celebrar la salida del primer camión legal de cerveza desde que se volvió a permitir la venta de alcohol. Como si estuviera empecinada en desafiar a la pacatería reinante de la época.
Estas manifestaciones de libertad no admitidas en las mujeres de entonces, fue lo que dio lugar a las versiones que indicaban que, en realidad, la patología que le había costado la vida tenía que ver con la práctica de abortos en tiempos en los todavía faltaban tres varias décadas para la creación de las pastillas anticonceptivas. También se dijo que, como su madre era una fanática religiosa de la Ciencia de la Iglesia Cristiana, se había negado a que ella recibiera el tratamiento médico que necesitaba a tiempo como para poder salvarse.
Lo concreto es que, siendo una niña, Jean había contraído escarlatina, poliomenitis y meningitis. Y, aunque tuvo la fortaleza para superar estas tres duras enfermedades, la realidad es que su salud y, especialmente, sus riñones quedaron resentidos. Por aquellos años, la medicina no conocía de diálisis y de trasplantes, de manera que nada se pudo hacer frente al fallo que sufrió actriz. Y, tras un multitudinario funeral, los restos de Harlow fueron sepultados en un mausoleo del cementerio Forest Lawn Memorial Park que William Powell, su novio desde 1935, se encargó de costear.
Pero la sorpresa por su muerte mientras rodaba Saratoga fue tal, que se empezó a crear todo un mito que hasta el día de hoy sigue dando que hablar. La película que estaba protagonizando Jean, hay que decirlo, se terminó de filmar con dobles de cuerpo de la actriz y se estrenó con éxito dos meses después de su partida, convirtiéndose en el mayor éxito de su corta carrera.