En el cementerio de Père Lachaise, uno de los lugares más emblemáticos de París, descansan los restos de dos figuras cuya historia trascendió siglos. La relación de Eloísa y Abelardo estuvo marcada por la tragedia y la pasión y se convirtió en un símbolo de los amores prohibidos y castigados en la Edad Media.
El relato de estos amantes comenzó cuando Pierre Abelard, un joven noble dedicado a la filosofía y la teología, alcanzó gran prestigio como docente en instituciones universitarias. El canónigo Fulbert lo invitó a París para que instruya a su sobrina Eloísa, ofreciéndole alojamiento a cambio de sus servicios.
De acuerdo con La Vanguardia, la relación entre maestro y alumna pronto superó los límites académicos. En su autobiografía, titulada Historia calamitatum, Abelardo confesó: “Intercambiaban más besos que ideas sabias. Mis manos se dirigían más a sus senos que a los libros”. El vínculo se intensificó hasta que Eloísa quedó embarazada.
La noticia del embarazo desató la furia de Fulbert, lo que llevó a Abelardo a huir con Eloísa hacia Bretaña. Allí nació su hijo, quien falleció poco después, según detalló. Este episodio marcó el inicio de una serie de desgracias para la pareja.
Tras ser localizados, Fulbert orquestó una venganza brutal: ordenó que Abelardo fuera castrado por uno de sus hombres. A partir de ese momento, los amantes se vieron obligados a separarse.
Abelardo se dedicó a la enseñanza en distintos centros religiosos, mientras que Eloísa ingresó en el convento de Paraclet, donde llegó a ser abadesa.
La imposibilidad de reunirse llevó a Abelardo y Eloísa a mantener una extensa correspondencia. Las cartas entre ambos sustituyeron los encuentros físicos y mantuvieron viva una pasión que nunca se apagó. Estas misivas no sólo reflejaron el amor entre los protagonistas, sino que también abordaron temas filosóficos y sociales de gran profundidad.
En sus cartas, Eloísa expuso ideas sobre el matrimonio que resultaron innovadoras incluso para la actualidad. En una época donde dicha unión respondía a intereses familiares, ella diferenciaba entre el amor verdadero y el matrimonio, al que consideraba una atadura e incluso lo comparaba con una forma de prostitución contractual.
La correspondencia de Abelardo y Eloísa se convirtió en un referente para escritores posteriores. Autores como madame de Lafayette, Choderlos de Laclos y Jean-Jacques Rousseau recurrieron a su historia para explorar temas de libertad y autenticidad. El poeta Petrarca leyó las cartas antes de escribir su Cancionero para Laura en 1470, y el británico Alexander Pope popularizó el mito en 1717 con su poema trágico Eloísa a Abelardo.
La influencia de Eloísa y Abelardo se extendió más allá de la literatura. Su historia inspiró el nombre de un colibrí y de una variedad de rosas. En los siglos XX y XXI, la pareja fue mencionada en películas como Cómo ser John Malkovich (1999) y en series de televisión como Los Soprano (temporada 5, episodio 6, “La educación sentimental”).
El relato de Abelardo y Eloísa no solo perduró en la memoria colectiva, sino que sirvió como modelo para reflexionar sobre el amor, la libertad y las restricciones sociales. “A través de sus cartas, los antiguos amantes reanimaron la llama de una pasión que nunca llegó a extinguirse a pesar del tiempo y la distancia”, destacó La Vanguardia.
La tumba compartida en Père Lachaise sigue recibiendo visitantes que buscan rendir homenaje a una de las historias de amor más emblemáticas de la Edad Media.