A una semana de los comicios generales del 30 de noviembre, el conteo oficial de votos presidenciales en Honduras permanece virtualmente congelado y la incertidumbre domina el ambiente político y social.
El último informe publicado el viernes reveló que Nasry Asfura (Partido Nacional) lidera con el 40,19% de los votos, apenas 20.000 por encima del centrista Salvador Nasralla (Partido Liberal), que registra el 39,49%, tras un escrutinio del 88% de las actas.
Rixi Moncada, candidata del oficialista Partido Libre, queda relegada con el 19,30%.
Desde esa actualización, el Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha brindado nuevos datos, intensificando la frustración de una población acostumbrada a la incertidumbre electoral y la lentitud de su sistema.
Funcionarios del CNE han argumentado que el estancamiento se debe a irregularidades en el 14% de las actas, cuyos votos requieren revisión y verificación adicional antes de ser sumados al cómputo global.
Para gran parte de los hondureños, la demora profundiza el desgaste de la confianza pública en el órgano electoral.
Gabriela Osorio, dentista en Siguatepeque, expresó el sentimiento general: “El conteo no cambia desde hace días, y ahora ha pasado una semana desde la votación sin novedades. Es frustrante.”
En las calles de Tegucigalpa y otras ciudades, el clima se mantiene mayormente tranquilo, con cierta resignación social y a la espera del pronunciamiento oficial. Las autoridades insisten en pedir paciencia y calma, subrayando que el proceso de revisión es determinante para garantizar un resultado legítimo y sin margen de error.
Josue Lainez, estudiante universitario de la capital, afirmó: “Honestamente, no confío en el CNE. Quiero creer en el proceso democrático del país…, pero siempre queda la preocupación por el fraude”.
A diferencia de anteriores procesos electorales marcados por enfrentamientos y disturbios, la jornada de votación transcurrió en calma, según observadores independientes.
Sin embargo, la falta de actualizaciones tras el cierre de las urnas y los repetidos cortes en el sistema han restado transparencia y encendieron el debate sobre la eficacia del sistema vigente.
El recuento ha avanzado a trompicones y la incertidumbre crece con cada día, dado lo apretado del resultado y la ausencia de un umbral de segunda vuelta en el país.
Al ser cuestionados, los miembros del Consejo Nacional Electoral han responsabilizado a la empresa encargada de la plataforma de recuento por las pausas técnicas en la divulgación de resultados. No obstante, ciudadanos, académicos y analistas consideran que la debilidad estructural, la dependencia de servicios externos y la falta de autonomía real en los órganos electorales son factores estructurales que arrastran a Honduras a este escenario de incertidumbre cada vez que se celebran elecciones presidenciales.
La situación no ha pasado inadvertida a la comunidad internacional. La Organización de los Estados Americanos (OEA), a través de su misión de observación electoral, llamó el viernes pasado a agilizar el conteo y garantizar la integridad del proceso.
“Instamos a las autoridades a concluir el escrutinio en el menor tiempo posible, respetando las normas y garantizando la fiabilidad de los resultados”, señaló.
En tanto, los equipos de campaña de Asfura y Nasralla evitan proclamaciones prematuras ante lo ajustado del resultado y el riesgo de alimentar tensiones sociales antes del cierre del proceso oficial.
La definición del próximo presidente de Honduras y la restauración de la confianza depende ahora de la rapidez, transparencia y rigor con que el Consejo Nacional Electoral resuelva los votos pendientes y publique los datos finales.
El país, profundamente polarizado tras años de crisis política y social, permanece atento al desenlace, mientras crece el consenso sobre la necesidad de una reforma estructural que fortalezca la institucionalidad electoral y garantice resultados creíbles en futuros comicios.
(Con información de Reuters)