Simón Bolívar, Libertador de Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia

El pasado 24 de julio se cumplieron 242 años de haber nacido en Caracas, Simón Bolívar, el Libertador de Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia, con la grata noticia de que Dios le había aceptado un encuentro con los generales venezolanos Antonio José de Sucre, Rafael Urdaneta, José Antonio Paéz, José Félix Ribas, Jose María Córdova, colombiano, y Andrés de Santa Cruz, de Bolivia, sus más cercanos colaboradores, a quienes se les había concedido el permiso correspondiente para trasladarse de los diferentes lugares a ellos asignados. “El convocante” había entrado al “cielo” el mismo 17 de diciembre de 1830 y directamente desde la Quinta San Pedro Alejandrina, en Santa Marta. La coordinación a cargo de los papas Juan Pablo II, quien lo presidiría, Benedicto XVI y Jorge Bergoglio “Francisco”.

Estamos reunidos, expresa Bolívar, con el propósito de analizar las razones por las cuales: 1. Nos independizamos de la “Madre Patria”; 2. La determinación de si actuamos con racionalidad en lo atinente a tan complicada faena; y 3. Cuáles razones han privado para que los fines que nos propusimos no se hayan materializado. Pues los países libertados se auto legitimaron como repúblicas y algunos siglos después se dispusieron a abrazar a la democracia. He propuesto al “Señor” que me permita regresar a aquellas tierras a efectos de analizar nuestras posibles equivocaciones y enmendarlas.

A José Antonio Páez se le escucha “ese abrazo a la democracia”, General Bolívar, ha sido uno de los más embarazosos, tanto de nuestra historia, como la de la misma humanidad”, ante lo cual el Libertador le mira como llamándole la atención, pero lo mismo ha de hacer en lo referente a José Félix Ribas, quien asumiendo la posición de “Firm” ante su superior, expone que en lo atinente a Venezuela “26 constituciones hemos tenido desde 1811”. “Y vendrán otras, razón para expresar, admirado Libertador, que el suramericano ha sido un constituyente de vida eterna”, se le oye al boliviano Andrés de Santa Cruz. Páez, no obstante, la llamada de atención reitera con la ronca voz que le caracteriza, “es absolutamente cierto, así ha ocurrido”. A “Don Simón” se le percibe disgustado.

Juan Pablo II atendiendo a una señal de Benedicto XVI se plantea asumir la conducción del evento, concediendo la palabra a Antonio José de Sucre, quien exterioriza su más sincero agradecimiento al Libertador por haberlo distinguido como “el padre de Ayacucho, redentor de los hijos del Sol, haber derrotado a Francisco Pizarro González, acabando con el orden político y religioso que el ultimo había establecido” en beneficio de la España conquistadora. Pero para sorpresa de Bolívar, Sucre adiciona: “Perdóneme usted General Bolívar, pero a mí también me ha arropado la incertidumbre en lo concerniente a las consecuencias derivadas de la libertad que alcanzamos. Me pregunto a menudo si estábamos preparados para afrontar las serias dificultades a fin de materializar la independencia”. El Libertador, algo menos tirante, responde: “General a usted le consta que siempre soñé con que nuestro legado, sí, el suyo, el mío y el de todos los convocados a este encuentro, fuera sinónimo de unidad, justicia y emancipación en lo tocante a los pueblos de América Latina”. ¿Qué ha sucedido? Yo, también, me lo pregunto. No lo entendemos. ¿Habrá ocurrido, acaso, que tanto nosotros como a los herederos de nuestra gesta, vinimos al mundo no para gobernar, sino, más bien, para ser gobernados”, apreciación que derivaría de las debilidades que no hemos superado en lo correspondiente al manejo de los propios destinos. No lo descarto mis admirados Mariscal Sucre y generales Páez, Ribas y Santa Cruz, ya que las dudas las percibía, tanto en las conversaciones que sostuve con importantes personajes con respecto a nuestra independencia, como durante las batallas para alcanzarla y hasta en los días iniciales de la libertad. He de reconocerles que no se descartaba, que en aras de un mayor nivel de estabilidad política y progreso social, lo más idóneo era una especie de “cogobierno” con España. En lo material el progreso fuese mejor y una realidad más consonante con el título que aún se asigna a la península iberia, esto es, “la madre patria”.

El general Rafael Urdaneta en uso de la palabra que le concede el propio Bolívar, no obstante, estar presidiendo el encuentro Juan Pablo II, para algunos evidencia de la personalidad suigeneris del Libertador, pondera a Urdaneta recordándole que fue Presidente de la Gran Colombia y soldado destacado en las batallas de Niquitao y Taguanes. El interviniente expresa que no sería serio negar las dificultades que nos han abatido, después de haber logrado la soberanía para nuestros cinco países. Para mi uno de los temas más prolijos, primero, después de la independencia y luego a los largo de las centurias en este otro mundo donde hoy nos encontramos reunidos. Nuestros planteamientos ante Dios han recibido “el silencio” como contestación, ante lo cual a veces pensamos en pedirle perdón por el atrevimiento, pues, España con la anexión de las Américas sería hoy un gigante y nosotros, tal vez, con un más determinante reconocimiento en lo relativo a nuestro rol como libertadores.

Juan Pablo II concede la palabra a Jorge Mario Bergoglio, “Papa Francisco”, quien tiene bastante tiempo solicitándola. Pero antes de comenzar el General colombiano José María Córdova, exhibiendo el libro “Historia de la locura en la época clásica”, de Michael Foucault, pide excusas y pasa a identificar con respecto a la categorización de las personas víctimas del “desorden del espíritu”, entre ellas, “el alegador empedernido, el hombre más pleitista, el muy taimado y tramposo, el que pasa noches y días aturdiendo a otras personas con sus canciones y blasfemias horribles, el calumniador, el gran mentiroso y el del espíritu inquieto, depresivo y turbio”. El mencionado general, como acudiendo al sentido práctico, plantea a quiénes deberíamos ubicar en las categorizaciones señaladas, esto es, si a los conquistadores o aquellos insuflados por el sentido de la libertad, asumimos la perentoria tarea de alcanzarla y de gobernarnos autónomamente. Dios quiera que el Papa Francisco con sus dotes de teólogo y filosofo pueda referirse al tema. Jorge Mario Bergoglio manifiesta, con cierta ironía, “hombres de poca fe”, sí la de aquellos no convencidos de que “Dios es el Todopoderoso, el creador, el justo y misericordioso y el que nos ama”. Se lee que los discípulos se preguntaban ¿Qué clase de hombre es este que hasta los vientos y el mar le obedecen? Creer es un acto auténticamente humano, que no es contrario a la inteligencia ni a la libertad del hombre. La fe es una gracia, adiciona Francisco. En mi criterio durante la guerra de la independencia, estamos seguros de que en las batallas que se adelantaban en procura de la independencia, no todos se acercaban al enemigo con la convicción de que Dios inclinaría la balanza por la causa justa, unos cuantos más bien no sabían por qué luchaban. Con la anuencia de ustedes he extraído algunas consideraciones en el reciente libro de Javier Cercas “El loco de Dios en el fin del mundo” (2025), referidas, entra otros temas teologales, a mis apreciaciones con respecto a Dios, a la iglesia, a la fe y a la humildad. En lo atinente a la última, la manera de como terminaba mis discursos: “No olvidéis de rezar por mí”. Se me atribuye poseer una conciencia muy clara de que nadie es autosuficiente, todos somos débiles, todos somos pecadores, todos necesitamos la ayuda de los demás y sobre todo de Dios. En las páginas pareciera intuirse, asimismo, que al Papa argentino no le satisface la apreciación de que el sacerdote está por encima de los fieles (el clericalismo). Al pedir que oren por él, equivale a admitir que es, igual, a los demás, “un pecador”. Se me equipara, inclusive, aduce Jorge Mario, sin tener los méritos, con Juan XXIII, “un cristiano sentado en la silla de san Pedro”. En el evento, por demás interesante, al cual me han invitado, la cuestión de la fe pareciera ubicarse en dos etapas, una plena durante la guerra y casi ninguna en las consecuencias. En particular, en los pocos logros tanto políticos, como económicos y sociales, resultado de nuestros gobiernos, afectados por una mediocre gestión con respecto a “el arte y ciencia de gobernar”. Esto es, a “la política”.

En el evento no se percibe cansancio alguno, a pesar de lo árido de los temas tratados y de las tres largas horas transcurridas. Se escucha que Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, expresa que ha de concederse el derecho de palabra a Simon Bolívar, quien de inmediato afirma que “todo hizo durante la lucha por la independencia y mucho más para que las naciones liberadas de España se convirtieran en verdaderas naciones, esto es, libres, democráticas y prosperas. Una lucha en dos etapas, una subsiguiente de la otra. ¿Cuál fue más compleja? Aunque les sorprenda, en mi humilde criterio, la segunda. Y por una sencilla razón, la primera, felizmente terminó. Nos independizamos. La subsiguiente todavía prosigue y lo más preocupante “le queda bastante”. ¿Las constituciones han sido útiles? Nuestra respuesta es negativa. El constituyente filosófico, teológico, literario, teórico, aventurero, embustero y hasta emergente. Los suramericanos hemos tenido 86 constituciones (9 Colombia, 12, Perú, 20 Ecuador, 19 Bolivia y 26 Venezuela). Y las que faltan.

Se escucha que la filosofía es “una ciencia en la cual coinciden el hacer y el saber servirse de lo que se hace”, por lo cual: 1. De nada serviría poseer la erudición para convertir las piedras en oro si no supiéramos aprovechar el precioso metal; y 2. Y en igual sentido una ciencia que nos hiciera inmortales, no nos sería útil si no aprendiéramos de la inmortalidad. En atención a las dos conjeturas nos referiríamos al “constituyente filosófico”. Los restantes de la tipología, ¿peores?

Una apreciación final pudiera plantearse así en estos términos “La ecuación hacer y saberse servir de lo que ha se hace” pareciera haber brillado por su ausencia.

¿Estará Simón Bolívar tranquilo en el sepulcro?

¡Pareciera que no!

El lector que, por cortesía, coadyuve con nosotros es descifrar tan complicados temas.

@LuisBGuerra