Cómo conservar lechuga en el frigorífico durante más tiempo (Adobe Stock)

Mucho más que un simple ingrediente de ensaladas, la lechuga es un alimento versátil y nutritivo que se ha consolidado como un pilar en las dietas saludables alrededor de todo el mundo. Sus variadas especies, que van desde la crujiente lechuga iceberg hasta la delicada mantecosa, ofrecen un amplio abanico de texturas y sabores para enriquecer cualquier plato. No obstante, y a pesar de todas las ventajas que presenta la lechuga en todos sus formatos, por desgracia es uno de los alimentos frescos que menos tiempo aguantan en la nevera.

No es el único caso. En total, los hogares españoles tiran una media de 76′5 kg de alimentos al año, lo que supone que, por persona, se está desperdiciando algo más de 32 kg de alimentos al año, según los datos de Hispacoop. Las frutas y verduras frescas son el segundo tipo de alimento que más se desperdicia, solo por detrás del pan, cereales y otros alimentos de pastelería, los productos que acaban más a menudo en nuestra basura. Una de las razones más comunes para que nuestras frutas y verduras acaben en el contenedor tiene que ver con su mala conservación o almacenamiento, o por el exceso de tiempo en nuestro frigorífico.

No obstante, existen formas de evitar esta situación, alargando la vida útil de verduras tan frecuentes en nuestra cocina como la lechuga. Para evitar tener que tirar una lechuga recién comprada pasados solo unos días, hay un vídeo viral en redes sociales, elaborado por la creadora de contenido Laura Lopez Mons Recetas, que nos da la clave para mantenerla fresca hasta durante un mes.

El truco para mantener la lechuga fresca más tiempo

“Si siempre que compras lechuga terminas tirando la mitad porque se te pone tristona y blandengue hazlo así”, comienza anunciando Laura López, cocinera y madre que comparte sus trucos en redes, ayudando a sus seguidores a cocinar de manera más sabrosa y efectiva. “A partir de hoy te durará crujiente y lustrosa hasta 30 días”, promete la experta en cocina casera.

Este procedimiento, que no altera el sabor del vegetal, es sencillo a más no poder y solo requiere de algunos elementos comunes en el hogar. Las herramientas que necesitamos para seguir este truco son unas tijeras, un cuchillo, un recipiente de cristal con cierre hermético y papel de cocina. Además, por supuesto, de una lechuga fresca; si hacemos este truco con una lechuga ya estropeada, no conseguiremos un resultado satisfactorio.

El proceso comienza troceando la lechuga, insertando una tijera de cocina en la base de la lechuga y cortándola a rodajas por ambos lados. Luego, es crucial lavar bien las hojas con agua y escurrirlas. Si se dispone de una centrifugadora, su uso es ideal para eliminar el exceso de agua. Finalmente, secaremos las hojas con papel absorbente de cocina, asegurándonos de que se retire toda la humedad, lo que es fundamental para prolongar su frescura.

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El siguiente paso es almacenar la lechuga de manera adecuada. El truco compartido por la creadora de contenido consiste en colocar las hojas en un recipiente de cristal y cubrirlas con un papel absorbente de cocina seco. Este método ayuda a absorber cualquier humedad residual que pueda quedar en las hojas. Una vez hecho esto, el recipiente debe cerrarse de forma hermética y guardarse en el frigorífico boca abajo. Al colocar el bote en esta posición, el papel absorberá la humedad de la lechuga y así conseguirás que se conserve más tiempo en perfectas condiciones.

Para aquellos que prefieren las lechugas de bolsa, que ya vienen troceadas y lavadas, el proceso es aún más sencillo. Basta con sacar la lechuga de la bolsa y colocarla directamente en el tarro con el papel de cocina, siguiendo el mismo método de almacenamiento.