El Racing Religioso que se dio en el ciclo de Costas, cuenta con varios intérpretes aferrados a la fe

Antes de cada compromiso de Racing es tradición observar a Gustavo Costas besar su rosario en el banco de suplentes, mientras los jugadores se preparan para salir al terreno de juego. El técnico de la Academia adoptó esa costumbre desde que asumió el cargo, con la misión de ganar la Copa Sudamericana. El estratega que supo ser la mascota del equipo campeón mundial en 1967, referente del plantel que logró el Ascenso en 1985 y capitán del recordado elenco que se consagró en la Supercopa de 1988 es consciente de que está a 90 minutos de conquistar el codiciado certamen continental. Y si logra el objetivo, su figura pasará a transformarse en leyenda de una institución que planea inmortalizar su trabajo con una estatua, para ubicarla junto a la de Juan José Pizzuti y Mostaza Merlo.

Aquel rótulo que había instalado Diego Cocca cuando se quedó con el título del 2014 se modificó hacia una creencia basada en la fe de sus protagonistas; de modo que el Racing Positivo pasó a ser el Racing Religioso. Se trata de una mirada profunda que se fijó en las principales figuras de la Academia, debido a las distintas circunstancias que debieron superar a lo largo de los años. “Independientemente del resultado, siempre tratamos de ser agradecidos a Dios, porque él nos cambió la vida. Así lo creemos varios integrantes del plantel. Obviamente que uno quiere ganar y salir campeón, pero estamos muy felices de haber llegado hasta acá; y por eso, cada vez que arranca un partido, yo trato de arrodillarme y agradecerle por el momento que estamos viviendo. Es nuestra forma de ser”, explicó en diálogo con Infobae Marco Di Césare, uno de los pilares de la defensa.

Uno de los casos más representativos es el de Adrián Martínez, el goleador que hizo una promesa cuando atravesaba una de las etapas más duras de su vida. Para entender el vínculo que generó con la religión, hay que remontarse al 2014, cuando permaneció detenido durante seis meses, acusado de liderar una venganza familiar, luego de que su hermano recibiera tres balazos en el pecho en un violento episodio que jamás fue esclarecido. “Desde que salí de la cárcel, me focalicé en Dios. Un ejemplo es lo que pasó en enero, porque Racing tenía el dinero para contratar a un 9 de trayectoria y me eligió a mí. Fue Dios quien me puso en este camino, aunque después todo depende de quién hace los goles. Me puede pasar de tocar 2 ó 3 pelotas y que vayan adentro o que peguen en el palo y se vayan afuera. Pero siempre voy a hacer el esfuerzo y estar en todos los detalles para que las cosas salgan bien”, describió en un crudo relato para este medio sin la necesidad de ponerse algún tipo de filtro para evitar la estigmatización.

Su experiencia en el penal de Campana le dejó un aprendizaje intangible. En la prisión apeló a la supervivencia que impone el deficiente modelo penitenciario. “Trato de no quedarme con los recuerdos malos. Las cosas pasan por algo. Algunas personas pueden sufrir una enfermedad y otras pueden pasar por la cárcel. El tema es cómo lo supera cada uno. Yo estoy agradecido, porque si no hubiera llegado a esa situación, nunca hubiese conocido a Dios. Más allá del fútbol, la religión cambió mi vida”, reveló Maravilla.

La frase que eligió Maravilla Martínez para celebrar uno de sus goles:

Una situación similar es la que atravesó Juanfer Quintero. Surgido de la Comuna 13 de Medellín, cuna de sicarios de Pablo Escobar, el Monito creció en un contexto complejo en donde la violencia era una costumbre en las calles del barrio. Y la religión fue una de las herramientas más empleadas para salir adelante. Después de un año complejo, en el que debió viajar a Colombia por diversos asuntos personales, el ex River no pudo resistir su emoción cuando se convirtió en la figura indiscutida en la victoria frente al Corinthians cuando Racing sacó los boletos para la final en Paraguay. “Este triunfo se lo quiero dedicar principalmente a Dios y a mi familia. Sufrimos mucho y saben que mi corazón está con ellos. Soy un privilegiado del fútbol, al vivir estos momentos en un club como éste, que es especial con una hinchada con un gran sentimiento”, había dicho entre lágrimas cuando las cámaras de ESPN fueron a buscarlo.

De pocas palabras, pero muchos gestos, Roger Martínez es otro de los intérpretes que tiene muy presente a la religión. El delantero se acostumbró a celebrar sus goles con una dedicatoria especial para “el de arriba”. Con sus ojos cerrados, arrodillado y sus dedos índices apuntando al cielo, la estrella cafetera reconoce que sus gritos van dirigidos a Dios.

El tradicional festejo de Roger Martínez, después de cada conquista

Con Cristo, todo lo puedo”, es una de las frases que se leyó en una camiseta que llevaba Santiago Solari durante toda la competición internacional. El ex Defensa y Justicia comparte sus sentimientos con el resto de sus compañeros, pero además se animó a prometer un tatuaje de la Copa Sudamericana con el escudo de Racing si se logra la misión de vencer al Cruzeiro. “Tenemos la confianza y la fe de dejar bien parado al club. Somos un plantel que nos apoyamos constantemente desde el lugar que le toque a cada uno. Tenemos grandes jugadores que ya saben lo que es jugar finales, por eso creemos que estamos preparados”, deslizó en una distendida charla con Infobae.

Será por ello que Marco Di Césare definió al grupo como “una gran familia” que supo reponerse a varios golpes durante el año. “Hemos aprendido de nuestros errores. Hemos quedado afuera de la Copa Argentina y del primer torneo (Copa de la Liga); y en este campeonato se nos complicó, pero creo que todos esos partidos, con resultados adversos, nos fueron preparando para este momento”, reflexionó el central con pasado en Argentinos Juniors. Y de inmediato proyectó el mejor desenlace con el trofeo entre sus manos en Asunción: “No soy de hacer promesas, seguramente cuando termine el partido me arrodillaré y le agradeceré a Dios, porque le debo la vida”.

La remera que usó Marco Di Césare ante Corinthians también la llevó Santiago Solari durante toda la Copa Sudamericana

El sueño de la Academia se trasladará a La Nueva Olla. El próximo sábado 23 de noviembre, Avellaneda se mudará al país vecino para acompañar a un equipo que se ilusiona con escribir otro capítulo dorado en la historia de la institución. Con su sana costumbre, Gustavo Costas representará a todos los fanáticos del otro lado de la línea de cal, cuando grite, insulte, reclame, celebre y deslice indicaciones a sus jugadores con el mismo vértigo que podría hacerlo en las tribunas. “Él nos transmite toda esa emoción que tienen los hinchas. Nos brinda valentía para afrontar este tipo de partidos; y nos contagia el amor que tiene por el fútbol. Y nosotros, desde adentro de la cancha, vamos a necesitar esa pasión para lograr el objetivo”, completó Di Césare. El Racing religioso va por el milagro.