Podríamos asegurar que no hay industria que no haya sido víctima de una gran estafa. Desde la farmacéutica con Elizabeth Holmes y su emprendimiento alrededor de los análisis de sangre (Theranos) para llegar al engaño de Adam Neumann y WeWork, pasando por casos aún más icónicos como el de Anna Sorokin (quien timó a la clase alta neoyorkina) o el expolicía que robó a McDonald’s por millones de dólares.
Como uno podría imaginar, el mercado automotriz no es la excepción, siendo el crimen protagonizado por Elizabeth Carmichael como una de las estafas más grandes e icónicas que sufrió la industria y que —definititvamente— marcó su propio antes y después.
Llevándonos a Estados Unidos durante la década del 70, Elizabeth quedó en la historia como la mujer que prometió resolver la crisis de combustible con un innovador invento pero que todo culminó en una gran mentira y en la pérdida de millones de dólares.
Elizabeth Carmichael: una mujer camaleónica y compleja
Los primeros capítulos de la vida de Elizabeth Carmichael son solo el escenario germinal de lo que después se convertiría en su gran estafa. Originario de Indiana, Jerry Dean Michael (quien años más tarde transicionaría y elegiría el nombre de Elizabeth Carmichael) nació en 1927 en el seno de una familia de clase humilde y que tenía que rebuscársela en el día a día. Después de servir en el ejército de Estados Unidos y cumplir varias misiones en Alemania, dejó su carrera militar para dedicarse a ejecutar pequeñas estafas en diferentes partes del país. Su modus operandi se centró en utilizar como plataforma la venta de aspiradoras o máquinas de tejer para crear esquemas de falsificación y malversar los pagos iniciales de los clientes. Un dato para nada menor es que fue tan exitoso en esta tarea que, para principios de los 60, el FBI ya tenía toda una carpeta con sus fechorías.
Con varios matrimonios fugaces en diferentes estados norteamericanos, muchos identifican a Candi Michael como una de sus relaciones más importantes y auténticas. Adoptando a sus cinco hijos y mudándose de manera constante frente al temor de que el gobierno los encontrara y enviara a la cárcel, durante varios años la familia llevó un estilo de vida nómade en donde no se quedaba más de 2 meses en el mismo lugar.
Jerry Dean Michael inició su transición a finales de la década 60 (cuando ya tenía 40 años) y, enfrentando los desafíos que toda mujer trans tenía que navegar en esos años, sus hijos recuerdan el momento en que les pidió que la empezaran a llamar Liz, así como también escucharla grabándose a sí misma mientras practicaba que su voz se escuchara “más femenina”.
Costándole muchísimo conseguir trabajo, esa misma parla que la hacía implacable en las estafas que venía ejecutando desde hace añares, le terminaron de asegurar un puesto en una inmobiliaria y, más tarde, en una empresa de marketing. Sin embargo, fue durante la crisis del petróleo en Oriente Medio en 1974 en donde Elizabeth tendría el verdadero escenario para diseñar su estafa más grande e icónica.
The Dale: la gran promesa que nunca se cumplió
Con filas en estaciones de servicio que duraban horas y que muchas veces no tenían éxito, la crisis de combustible de mediados de los 70 en Estados Unidos realmente puso en jaque a la industria automotriz. Fue en esto que la brillante mente de Elizabeth Carmichael vio su gran oportunidad: producir en masa el auto de bajo consumo y tres ruedas que Dale Clifft había construído reutilizando partes de motocicletas.
Fundando Twentieth Century Motor Car Company de Carmichael (nombre inspirado en la novela La rebelión de Atlas de Ayn Rand), este fue solo el puntapié para que Liz iniciara su impresionante red de mentiras: contó que desde niña se encargaba de arreglar los tractores del campo en donde creció, que era viuda de un exempleado de la NASA, que tenía un MBA en ingeniería y que su familia era dueña de una exitosa empresa que construía autos personalizados.
Utilizando todas las herramientas a su alcance es que presentó al Dale, un auto que parecía sacado de una película de ciencia ficción: con lugar para dos pasajeros, tenía dos ruedas delanteras y una trasera. Sin embargo su máximo atractivo estaba en que prometía gastar la mitad de combustible que un auto normal, así como características de altísima seguridad (ventanas resistenes a impactos y una carrocería de resina estructural de cohete que no se abolla ni se rompe). Con un valor de solo 1.969 dólares, las personas debían dejar un depósito de 500 dólares y así reservar su auto para cuando saliera de la cadena de producción.
El modelo de negocios combinó personas reservando su auto, inversores aportando fondos para su producción y concesionarios pagando cuotas para que se les asignaran unidades para la venta. Sin embargo, la realidad era mucho menos atractiva de la que se promocionaba en los folletos de venta: Carmichael construyó solo tres prototivos del Dale y el modelo que se exhibía nunca (¡jamás!) realmente funcionó.
¿Qué fue lo que le sucedió a Elizabeth Carmichael?
Para el otoño de 1974, California Corporation Commission obligó a Twentieth Century Motor Car Company que dejara de vender acciones de su compañía. Migrando hacia California con la intención de seguir con su estafa, esto no funcionó y —de hecho— terminó con el arresto de algunos empleados, aunque Liz logró escapar de la justicia y se fugó. Pero quizá uno de los puntos más sorprendentes de esta huída es que, en el apuro, Elizabeth se vio obligada a dejar pelucas y corpiños en el lugar en el que vivía. Esto fue lo que permitió a las autoridades descubrir que se trataba de una mujer trans y conectar su identidad con el criminal Jerry Dean Michael, a quien buscaban desde inicios de los 60.
Arrestada en abril mientras se encontraba en Miami, Carmichael fue declarada culpable en 26 cargos y se estimó que estafó a la industria automotriz por unos 3 millones de dólares. Con una sentencia que iba de los 2 a los 20 años de cárcel, increíblemente Liz apeló a su condena durante los 80 y aprovechó esto para volver a escapar. Durante nueve años se mantuvo fuera del radar de la justicia pero el estreno del capítulo de Unsolved Mysteries dedicado a su caso hizo que muchos la reconocieran y llamaran al 911, contando que ahora tenía un negocio de venta de flores en Texas. Enviada a una cárcel de hombres, cumplió su condena desde 1989 hasta 1993. Elizabeth Carmichael falleció en 2004.