Mantener el peso puede ser un desafío, pero adoptar hábitos sostenibles como una dieta equilibrada y ejercicio regular facilita este proceso (Imagen Ilustrativa Infobae)

Conservar los resultados tras perder peso representa uno de los mayores desafíos para quienes inician un proceso de adelgazamiento, algo que queda claro en los datos. Más del 50% de quienes alcanzan su objetivo, recuperan los kilos en menos de dos años, y en cinco años, el 80% vuelve a ganar la mayoría de lo perdido. En ciertos casos, incluso llegan a superar el peso inicial antes de empezar la dieta.

Según explicó a Telegraph la médica Claire Madigan, profesora titular de la Facultad de Deporte, Ejercicio y Ciencias de la Salud de la Universidad de Loughborough, este patrón se repite, además, en quienes recurren a tratamientos farmacológicos para adelgazar, ya que la investigación sugiere que al abandonar los medicamentos suelen recuperar cerca de dos tercios de su peso en el primer año.

La planificación es crucial para evitar recuperar los kilos perdidos, lo que implica fijar objetivos claros y seguir un seguimiento constante (Imagen Ilustrativa Infobae)

Uno de los factores que intervienen en esta tendencia es el metabolismo, es decir, el conjunto de procesos mediante los cuales el organismo convierte los alimentos en energía. Este mecanismo, según NPR, se compone de tres elementos principales: el metabolismo basal, que abarca entre el 50% y el 70% de las calorías que se queman diariamente y mantiene las funciones esenciales de los órganos; el efecto térmico de los alimentos, que utiliza un 10% de las calorías para la digestión; y la actividad física, que consume el restante 30%.

Sin embargo, cuando una persona pierde peso, su metabolismo se ralentiza, en parte debido a la simple física. Al ser más ligera, necesita menos energía para moverse y para sostener las funciones corporales en reposo, lo que comprende un ajuste natural que el cuerpo realiza como una forma de proteger sus reservas. Según la Universidad de Columbia, esta respuesta del cuerpo tiene una base evolutiva: los organismos humanos desarrollaron estrategias de supervivencia para enfrentar los periodos de escasez de alimentos, motivo por el cual el cuerpo se resiste a la pérdida de peso.

Superar los obstáculos comunes en el mantenimiento del peso requiere dedicación y adaptarse a un nuevo estilo de vida con cambios a largo plazo (Imagen Ilustrativa Infobae)

Esta reducción del metabolismo hace que gaste menos calorías y afecta la cantidad de energía que una persona debe consumir para mantener su peso, generando una especie de “brecha energética” que exige ajustes sostenibles a largo plazo en la ingesta calórica y nivel de actividad física.

El investigador Kevin Hall, del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos, compara, en una entrevista para NPR, el metabolismo con un resorte: cuanto más se esfuerza una persona por adelgazar, más se “estira” el resorte; pero, en cuanto se reduce esa tensión, el metabolismo tiende a “rebotar” y recuperar el peso perdido. Este comportamiento adaptativo explica -en parte- por qué muchas personas terminan retomando los kilos que habían eliminado con esfuerzo.

Además del metabolismo, las hormonas juegan un papel fundamental en el proceso de recuperación del peso. NPR reporta que la pérdida de peso provoca cambios en la hormona leptina, que es producida por las células de grasa y tiene la función de regular el apetito.

Cuando una persona reduce su peso corporal, los niveles de leptina disminuyen, enviando al cerebro una señal de “hambre” que intensifica el deseo de comer. Este fenómeno actúa como una suerte de “alarma de hambre” que el cuerpo emplea para recuperar la energía perdida, dificultando que la persona se mantenga en su peso objetivo.

El cerebro juega un papel esencial en la regulación del hambre, influyendo en nuestras elecciones alimentarias y controlando el deseo de comer (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según la teoría del punto de ajuste, esta señal hormonal es solo uno de los mecanismos que el cuerpo activa para restaurar un peso al que considera seguro, en tanto que estudios adicionales señalan que, al adelgazar, también aumenta la hormona grelina, que estimula el apetito, mientras que otras hormonas encargadas de generar saciedad disminuyen. Esta combinación de señales hace que la persona experimente hambre persistente, incluso después de haber ingerido alimentos suficientes, un mecanismo descrito en el estudio de la Universidad de Columbia.

Optar por frutas y opciones saludables ayuda a mantener el apetito bajo control, al tiempo que nutre el cuerpo con vitaminas esenciales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Diversos expertos consideran que el cuerpo humano posee un “punto de ajuste” o set point, un peso determinado genéticamente que el organismo intenta preservar. Este concepto, expuesto en The Conversation, se refiere a la tendencia a regresar a un peso específico que ha mantenido durante largos periodos de la vida adulta.

Según la teoría, el punto de ajuste se establece durante los primeros 2.000 días de vida, desde la concepción hasta los cinco años de edad, cuando la genética y el ambiente influyen en la programación del peso corporal. Esto significa que ciertos factores, como la dieta y el estilo de vida en la niñez, pueden determinar la propensión al sobrepeso o la delgadez en la adultez.

A pesar de las barreras que presenta el organismo, mantener el peso perdido es posible si se adoptan ciertos hábitos, entre ellos, la actividad física regular. De acuerdo con el Registro Nacional de Control de Peso de Estados Unidos, que sigue a más de 10.000 personas que lograron mantener su pérdida de peso, el 90% de ellas realiza ejercicio diariamente, dedicando alrededor de una hora diaria a esta actividad.

La actividad física diaria contribuye al adelgazamiento y es fundamental para mantener el peso, mejorar la salud general y aumentar la energía (Imagen Ilustrativa Infobae)

La profesora Madigan explica a The Telegraph que el ejercicio regular ayuda a contrarrestar el aumento de apetito y la desaceleración metabólica que ocurren tras la pérdida de peso, mientras que el fortalecimiento de los músculos favorece la quema de calorías en reposo. Además, sostiene que lo ideal es encontrar una actividad que sea placentera y sostenible en el tiempo, ya que los hábitos disfrutables tienen más probabilidades de perdurar.

Además de los cambios metabólicos y hormonales, los aspectos psicológicos y sociales también juegan un papel crucial en el mantenimiento del peso. Muchos individuos retroceden debido a la dificultad para gestionar emociones como el estrés, la ansiedad o la tristeza sin recurrir a la comida.