“El peronismo nunca puede dejar de ser una opción de poder”. Con esa frase, que más de un dirigente de los que la visitan en el Instituto Patria le escucharon decir en los últimos días, Cristina Kirchner deja en claro a sus interlocutores que no desembarcará en la jefatura del PJ con la mera intención de ordenar y enderezar el partido. La expresidenta tiene un objetivo más ambicioso, que es convertir al peronismo en el “eje de la nueva oposición” al gobierno de Javier Milei. Una suerte de columna vertebral de las fuerzas anti-libertarias.

Cristina Kirchner ya empezó a desarrollar el plan que pensó cuando decidió postularse a la presidencia del Partido Justicialista, lo que concretará de manera formal el 17 de noviembre, el día de las elecciones internas, pero que en los hechos puso en marcha desde hace semanas con reuniones que hace públicas y otras que son estrictamente reservadas, deslizaron fuentes de su entorno a LA NACION. El fallo de la jueza María Servini, que bajó la lista del gobernador Ricardo Quintela, ofició de señal de largada para la expresidenta.

La más inmediata acción de Cristina Kirchner será convencer al riojano que no se pase a las filas del oficialismo, como ya lo hicieron otros gobernadores peronistas, Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Raúl Jalil (Catamarca). No se trata de un temor infundado de la expresidenta, a juzgar por la reciente visita de Jorge Yoma al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en la Casa Rosada, y la decepción que Quintela se llevó con compañeros de su propio partido que le comprometieron su apoyo y luego se lo quitaron sin decirle “agua va”.

El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, se quedó sin chances de competir con Cristina Kirchner en el PJ

La eventual deserción de Quintela sería un golpe político para Cristina Kirchner en el comienzo de su mandato como presidenta del PJ. Por ese motivo lo mandó a llamar el viernes, una vez conocido el fallo de Servini, para invitarlo a una reunión en Buenos Aires en esta semana que comienza. La expresidenta no lo tentó aún con ningún cargo partidario, pero se especula con que pueda abrir su lista en los próximos días. El armado del kirchnerismo tendrá como socios a dirigentes provinciales que se avengan a su liderazgo nacional.

De hecho, Cristina Kirchner recibió días pasados en el Instituto Patria a los entrerrianos Gustavo Bordet y Guillermo Michel, ambos cercanos a Sergio Massa, el segundo más aún, con lo que dio una señal de que está dispuesta a abrir las tranqueras del kirchnerismo y de La Cámpora, la agrupación que políticamente lidera su hijo Máximo Kirchner y que se hizo la fama de copar la parada al momento de armas las listas de candidatos. Cristina Kirchner se imagina, en los hechos, a la cabeza de una confederación de partidos provinciales.

Cristina Kirchner, en la semana con los entrerrianos Gustavo Bordet y Guillermo Michel, ambos cercanos a Sergio Massa

De ahí que a la expresidenta le sea tan dificultoso en este momento recomponer los lazos con Axel Kicillof. Ya no se trata de solamente de una relación personal deteriorada por la supuesta ingratitud del discípulo que busca recorrer su propio camino, sino de un hecho político evidente: la cabeza de la “nueva oposición” que intentará liderar Cristina Kirchner tendrá sede en la provincia de Buenos Aires. Y sobre eso no deben quedar dudas: la nueva jefa del PJ no puede permitirse que le disputen el liderazgo en territorio bonaerense.

En La Plata siguen con cierta desorientación las señales que les envía el kirchnerismo. Por un lado, el propio Kicillof charló varias veces en los últimos días con el senador José Mayans, uno de los vicepresidentes de la lista de Cristina Kirchner en el PJ, siempre en tono amable. Pero por otro lado reciben una andanada de cuestionamientos de dirigentes camporistas como los intendentes Julián Alvarez (Lanús) y Mayra Mendoza (Quilmes). Es ahí cuando se desalientan: “Ellos no tienen la más mínima intención de saldar nada”, se lamentan.

El senador José Mayans estaba sentado a la mesa de Cristina Kirchner cuando ella habló de los Judas y los Ponzio Pilatos en el peronismo

El propio Mayans, a quien muchos atribuyen la idea original de que Cristina Kirchner desembarcara en el PJ -luego del ostensible fracaso de su jefe político Gildo Insfrán en el último congreso partidario-, blanqueó durante la semana sus conversaciones con Kicillof. “Sí. Yo hablo con Axel, estuve hablando inclusive el día anterior (al acto del 17 de octubre). Me dijo ‘yo hago mi aporte trabajando para la provincia’”, sostuvo Mayans a Radio 10. Todos estos mensajes le llegan a una Cristina Kirchner que no le atiende el teléfono a Kicillof.

Mayans hizo otra revelación: en una charla con el riojano Quintela, el gobernador le comentó que la Nación le debe 3.000 millones de pesos. Una cifra similar atribuyó al formoseño Insfrán y una mucho mayor, del orden de los 6,3 billones de pesos, al propio Kicillof. Justamente esa situación es la que siempre dijo que quería evitar Cristina Kirchner: que un gobernador se convierta en jefe del PJ nacional implicaba el riesgo, para ella, de que el partido se vea comprometido de alguna manera con los pedidos de recursos para las provincias.

Axel Kicillof junto a Estela de Carlotto y Cristina Kirchner, la noche que el gobernador y la expresidenta no cruzaron ni una palabra

“Ella tiene ahora la libertad para hacer y decir lo que quiere, sin ataduras”, contraponen en el Instituto Patria, donde la inminente presidenta del PJ tiene su base de operaciones. Entre paréntesis, habría que preguntarse si la jefa del kirchnerismo mudará su despacho a la sede nacional de partido, ubicada en Matheu 130 del barrio de Once, una vez que sea proclamada como la titular de la fuerza, tras la formalidad de la elección interna del 17 de noviembre. No son tantas cuadras las que separan ese edificio de la casona que alberga al Patria en las inmediaciones del Congreso.

Como fuera, Cristina Kirchner está por concretar el primer paso de su plan maestro: tomar las riendas del PJ para dotarlo de un marcado perfil opositor, que lo convierta en la antítesis de los libertarios para forjar, desde esa plataforma, un frente anti-Milei -con alianzas suprapartidarias- de cara a las elecciones legislativas de 2025. Ya hay fuerzas, como el Frente Renovador massista, que están aguardando la resolución de la interna del PJ para que Cristina convoque a los distintos espacios a acordar un programa y su diseño electoral.

Con las huestes de Massa el kirchnerismo comparte la teoría del “sacrificio inútil” que la población está haciendo al soportar el ajuste y la recesión, en un diagnóstico político-económico que será el punto de partida para la confluencia opositora. Claro que no quedará en una declaración de principios: el segundo paso del plan de Cristina Kirchner será ganar las elecciones de 2025 en la provincia de Buenos Aires. Ese será el trampolín para lo que, en el peronismo, esperan que sea el tercer gran paso: la recuperación del poder nacional en 2027.