Cuando Kamala Harris asumió como vicepresidente de los Estados Unidos, en 2021, los periodistas comenzaron a referirse a su marido, Douglas Emhoff, como “el Segundo Caballero” de la nación. Pero detrás de ese título inexistente hay mucho más: Doug -así lo llaman sus amigos- es la mano derecha y el apoyo incondicional de la candidata a presidente por el partido Demócrata.
Su historia de amor comenzó en 2013, con una cita a ciegas orquestada por Chrisette, una amiga en común. En ese momento, Kamala era la fiscal general de estado de California. Un perfil para nada bajo, aunque de menor exposición al que tiene hoy. Douglas trabajaba de abogado en su propio estudio.
Harris rememora el día que su amiga la llamó para decirle que le quería presentar a alguien: “Yo no sabía quién era Doug. Un día mi mejor amiga, Chrisette, no paraba de llamarme por teléfono. Estaba en medio de una reunión y mi teléfono no dejaba de sonar. Ignoré sus llamadas las primeras veces, pero luego empecé a preocuparme: sus hijos son mis ahijados, quizás había ocurrido algo. Salí y la llamé. ‘¿Qué pasa? ¿Todo bien?’. ‘Sí, todo estupendo. Vas a tener una cita’, dijo. ‘¿Yo?’. ‘Sí, vos’, contestó. Acabo de conocer a un tipo. Es lindo, es socio administrador de su empresa de abogados y creo que te va a gustar. Vive en Los Ángeles, pero da igual, porque vos siempre estás acá, en LA, por trabajo´, dijo. Chrisette es como una hermana para mí y sabía que era inútil discutir con ella. ‘¿Cómo se llama?’, pregunté. ‘Se llama Douglas Emhoff, pero prometeme que no lo vas a buscar en Google. No le des más vueltas. Limitate a conocerlo. Ya le di tu número. Te va a llamar’”, relata en su libro The Truths We Hold.
“Doug” estaba divorciado . Su exigente trabajo como socio en DLA Piper, uno de los estudios de abogados más exitosos de los Estados Unidos, le consumía mucho tiempo. Pero no estaba solo en su vida, tenía dos hijos de su frustrado matrimonio: Cole y Ella, cuyos nombres están inspirados en dos leyendas del jazz, John Coltrane y Ella Fitzgerald.
Tal como había anticipado Chrisette, Doug llamó a Kamala dos días después. Lo hizo mientras veía un partido de Los Angeles Lakers “en vivo y en directo”. Le escribió desde la tribuna. La charla aparentemente fue bien y la actual vicepresidenta cerró la llamada con un entusiasta “¡Vamos, Lakers!”… a pesar de que ella es hincha de los Golden State Warriors de San Francisco. Esa misma noche comenzaron a planear su primer encuentro.
Un hombre serio
Desde el principio, Doug dejó en claro sus intenciones: “La mañana después de nuestra primera cita, Doug me mandó un email con su disponibilidad para los dos meses siguientes. ‘Soy demasiado mayor para andarme con tonterías o jugar al escondite. Me gustás mucho, y quiero ver si podemos hacer que esto funcione’”, me dijo. De hecho, pretendía verla esa misma semana, pero Kamala tenía agendado un viaje con amigas. Pero la cita estaba al caer, era inevitable. Ella había quedado sorprendida por la honestidad y la determinación de su candidato.
Finalmente, llegó la primera cena. Luego vinieron otras… y Kamala se dejó llevar. Poco después, se reconocían “enamorados”. Distintos allegados de la candidata demócrata lo notaron tanto que le pusieron nombre a esa nueva etapa de la vida de su amiga: “A.D.”, por “After Doug” (“Después de Doug”).
Jaque a la privacidad
Pero la relación entre Kamala y Doug enfrentó distintos desafíos. Uno de los m{as importantes fue la exposición pública. En su libro, ella recuerda cómo manejó ese proceso de integración: “Sabía que si aparecía en un evento con un hombre, la gente empezaría a especular. En política, las mujeres solteras son juzgadas de manera diferente a los hombres”, explicó. Por eso, decidió no presentarlo oficialmente hasta estar segura de que él fuera “el elegido”.
Harris también habló sobre los desafíos de convertirse en madrastra de Cole y Ella, los hijos que Doug había tenido con Kerstin, su expareja, quienes en ese momento estaban en la secundaria. Aunque al principio tuvo dudas, pronto desarrolló una profunda admiración por la exesposa de Doug, con quien formó una inesperada pero sólida amistad. “Nuestra familia moderna es casi demasiado funcional”, bromeó Harris.
“¿Te querés casar conmigo?”
El momento más romántico de esta historia llegó cuando Doug le propuso matrimonio a la actual candidata a la presidencia de los Estados Unidos por el partido Demócrata. Su plan original era perfecto. Quería hacer la pregunta sagrada en el icónico Ponte Vecchio de Florencia, Italia… Pero la emoción lo superó y terminó haciéndola en su propia casa.
Kamala recuerda ese instante con ternura y humor: “¿Te importa si pedimos algo para cenar en lugar de salir?’, le pregunté. ‘Claro’, dijo. ‘¿Qué te parece comida tailandesa?’. ‘Genial’, respondí, y le propuse: ‘¿Qué tal un pad thai?’. Doug se volvió hacia mí y me dijo: ‘Quiero pasar mi vida contigo’. Fue muy bonito, pero él siempre era igual de tierno. A decir verdad, no capté en absoluto el significado de lo que había dicho. Ni siquiera alcé la vista. ‘Qué bonito, cariño’, dije, rozándole el brazo mientras miraba el menú. ‘¿Querés pollo o gambas con el pad thai?’ ‘No, quiero pasar mi vida contigo’, repitió. Luego, Doug se arrodilló y me pidió que me casara con él. Empecé a llorar, pero no eran lágrimas elegantes… eran sollozos y rímel corriéndose por mi cara. Pero le dije que sí”. Se casaron el 22 de agosto de 2014, en una ceremonia íntima que combinó las tradiciones judías de Doug y las raíces indias de Kamala. Desde entonces, comparten una vida marcada por la complicidad, el respeto y el amor mutuo.
“Gracias por tu eterna paciencia, amor, apoyo y serenidad”
En su libro, la vicepresidente de los Estados Unidos y candidata para presidente, comparte una entrañable anécdota sobre su vida con Doug Emhoff. “Casi todas las mañanas, mi marido, Doug, se despierta antes que yo y lee las noticias en la cama. Según el tipo de ruido que haga —un suspiro, un quejido, un grito ahogado—, sé cómo va a ser el día”. En su libro, le dedica unas sinceras palabras a Emhoff: “Gracias por tu eterna paciencia, amor, apoyo y serenidad. Y, sobre todo, por tu sentido de ‘lo gracioso’”.
Tanto sus declaraciones públicas, como las de su marido, son las de una pareja enamorada. “Kamala trabaja durísimo, es incansable… Es increíble la cantidad de cosas que puede hacer en un día. Nuestra relación está basada en la paridad y el respeto mutuo. Yo siempre apoyo absolutamente a las personas que quiero y ellas me apoyan a mí”, dijo él. “Amo a mi marido. Es divertido. Es bueno. Es paciente. Le gusta cómo cocino. Es un gran hombre”, declaró Harris.
Momala, una mezcla de “mom” y Kamala
Esta historia de amor no fue el único regalo que el destino le hizo a Kamala Harris. Kamala, quien nunca había sido madre, asumió con cariño su rol de madrastra. Cole y Ella, ya en sus veinte, crearon para ella un apodo especial: Momala, una mezcla de “mom” y Kamala. “Tuve muchos títulos en mi carrera, pero Momala será siempre el que más significado tenga para mí”, dijo Harris, durante un acto de campaña en Delaware.
Para Doug, asumir su rol como Segundo Caballero no fue una transición sencilla. Tuvo que dejar su carrera en derecho, lo que fue un sacrificio, pero lo hizo con convicción. Desde entonces, usa su título de Segundo Caballero para promover la educación, entre otras cosas, mientras continúa siendo un pilar fundamental en la vida personal y política de Kamala.
Su compromiso con la sociedad no solo se refleja en su trabajo profesional, sino también en su apoyo continuo a su esposa. En particular durante esta dura campaña por la llegada al poder.