El envejecimiento fue, durante décadas, uno de los grandes misterios de la biología. Todos envejecemos, pero el cómo y el por qué de este proceso son temas de investigación activa. Aunque se tiende a pensar que esto es de manera constante a lo largo de nuestra vida, como si cada día agregara una pequeña cuota de desgaste biológico, un nuevo estudio cuestionó esta idea. Los resultados de una investigación sugieren que este fenómeno no ocurre de forma gradual y continua, sino que se acelera en ciertos momentos clave, lo que desafía la creencia general de que el envejecimiento es un proceso lineal.

Hasta ahora, la mayoría de las teorías asumían que este proceso se producía de manera lineal, es decir, que a medida que transcurría el tiempo, nuestro cuerpo experimentaba un desgaste progresivo. Esta concepción estaba basada en la observación de cómo disminuyen las capacidades físicas y cognitivas a lo largo de los años: la piel pierde elasticidad, los huesos se debilitan, los órganos pierden eficiencia, y el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas se incrementa.

En términos científicos, se pensaba que este proceso involucraba cambios graduales y acumulativos a nivel celular, como la acumulación de daños en el ADN, la pérdida de proteínas funcionales, y la disminución de la capacidad del organismo para mantener la homeostasis.

Los dos puntos de inflexión del envejecimiento

El reciente estudio de la Universidad de Stanford proporcionó evidencia que el envejecimiento no sigue ese patrón descripto. Los investigadores llevaron a cabo un estudio longitudinal que incluyó a más de cien participantes, con edades comprendidas entre los 25 y los 75 años, a lo largo de casi dos años. Durante este tiempo, recolectaron datos de los participantes mediante tecnologías multiómicas, que permiten analizar distintos niveles de información biológica.

Un estudio identificó dos momentos clave en el envejecimiento (Foto ilustrativa: PEXELS)

Estas tecnologías abarcaron el estudio de la transcriptómica (los genes que se están expresando activamente), la proteómica (las proteínas presentes y sus funciones), la metabolómica (los metabolitos generados por los procesos celulares), y la medición de citocinas (moléculas clave en la regulación del sistema inmune). Al analizar estos datos, los científicos descubrieron que los cambios relacionados con el envejecimiento se producían en momentos específicos en los que el envejecimiento biológico se aceleraba de manera significativa. En concreto, se identificaron dos “puntos de inflexión” en la vida de las personas: alrededor de los 44 y de los 60 años.

El primer punto de inflexión

El primer punto de inflexión identificado después de los 40 años se asoció con un aumento en la desregulación del metabolismo de carbohidratos y lípidos. Esto podría explicar por qué muchas personas comienzan a tener más dificultades para mantener su peso y un mayor riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2, al llegar a esta etapa. También se observaron cambios en la regulación del sistema inmune, lo que sugiere el inicio de un declive en la capacidad del cuerpo para defenderse de infecciones y enfermedades.

Envejecimiento: los dos puntos de inflexión se dan alrededor de los 44 y de los 60 años

El segundo punto de inflexión

El segundo punto de inflexión, que ocurre alrededor de los 60 años, mostró una desregulación aún mayor en procesos biológicos críticos, en especial en la regulación del sistema inmunitario. Este periodo se caracterizó por un aumento de la inflamación crónica de bajo grado, también conocida como “inflammaging”, un fenómeno vinculado con diversas enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Asimismo, se observaron cambios en la capacidad del organismo para procesar nutrientes y mantener el equilibrio de los niveles de glucosa y lípidos en la sangre, lo cual es fundamental para la salud general.

Las implicaciones para el futuro

La identificación de estos puntos de transición tiene importantes implicaciones para la comprensión del envejecimiento y para el desarrollo de estrategias destinadas a mejorar la calidad de vida en la vejez. Si se logra predecir cuándo se producirán estos puntos de inflexión, se podrían implementar intervenciones preventivas de manera más efectiva. Por ejemplo, sugerir cambios específicos en la dieta, programas de ejercicio o incluso intervenciones farmacológicas para mitigar los efectos del envejecimiento en estos momentos clave.

Además, el estudio muestra que la edad cronológica no siempre es un reflejo fiel del estado biológico de una persona. Dos personas de la misma edad pueden tener un estado de salud biológico muy diferente según de cómo hayan atravesado estos puntos de inflexión y de cómo hayan gestionado su salud a lo largo del tiempo. Esto sugiere que las estrategias de bienestar deben personalizarse para ser realmente efectivas.