La bonaerense Gabriela Celeste Alaníz, campeona mundial mosca (CMB, OMB y AMB), transita con prudencia y firmeza a la vez un camino tentador que puede situarla en una posición diferente, reservada para las las figuras de elite que quieren desprenderse del amplio lote de boxeadoras que, también, ambicionan lo máximo.
Alaníz, de 28 años, 1,60m de altura, un récord de 15 victorias (6 KO) y un revés, fiel defensora de su apodo de pelea, Chucky, y de sus historias en la tribuna de Boca Juniors junto a la hinchada, tendrá hoy la gran chance de elevar su imagen pugilística hacia las principales comparaciones con las campeonas más cotizadas del momento tratando de obtener las cuatro diademas posibles en los 50.802 kilos. Y esto sería valiosísimo.
Su pelea ante la invicta estadounidense Gabriela Fundora, poseedora del cetro mosca de la FIB, por llevarse a cabo esta noche en el casino Virgin de Las Vegas –con televisación de la aplicación paga DAZN a partir de las 21– constituirá la exigencia máxima de su campaña profesional. Más allá de aquella injusta derrota ante la estadounidense Marlen Esparza, una pugilista mediocre e indisciplinada con una protección inusitada en esta industria, en 2023, Texas, Alaníz pudo desquitarse y vencerla por puntos el 27 de abril último en Fresno, California, y sumar así tres cinturones diferentes.
¿Cuáles son las diferencias entre Esparza, su rival anterior, y Fundora? Varias y decisivas. Esparza es una marca deportiva a punto de expirar. Por el contrario, Fundora, hermana menor de Sebastian, campeón mundial mediano junior, es una pugilista en ascenso, entera, de 22 años y ganadora de sus 14 peleas, 6 antes del límite; disciplinada y de una altura descomunal para el peso: 1,75 metros.
Promovida por Oscar de la Hoya y Sampson Lewkowicz, Fundora diferenciará su tiempo ascendente en el pugilismo del ocaso marcadísimo que exhibió Esparza ante Chucky en sus duelos anteriores. Y esto sintetiza el comentario previo del match.
Vidas distintas
Chucky fue mamá a los 15 años y hoy disfruta a pleno la adolescencia madura de su hija Jazmín; creció en los avatares de la zona oeste del conurbano bonaerense a orillas de las vías del Ferrocarril Sarmiento. Fundora emerge de una familia boxística por naturaleza. Su papá y entrenador, Freddy, cubano, escogió para sus hijos una educación tradicional. Para ello, se mudó de la Costa Este a la exigente California. Establecidos en Coachella, armó uno de las gimnasios más duros de la zona, donde se forjaron los hermanos campeones.
Fundora, que conmovió a este ambiente tras noquear a la mexicana Arely Muciño en su consagración en 2023, peleará por primera vez ante una argentina.
Alaníz está segura, confiada y feliz. El reconocimiento le interesa más que la fama y el dinero. Y su forma de atacar, probablemente, constituya la clave de victoria en una pelea cerrada y sin una favorita definida.
Hay nuevas atracciones en el pugilismo femenino argentino. Las icónicas Marcela Acuña, Alejandra Oliveras y Yésica Bopp parecían insustituibles, pero encontraron recambio. Chucky es una de ellas. No solo combatirá ante Fundora por todos los cinturones; forcejeará con sus compatriotas Evelyn Bermúdez y Nazarena Romero para comprobar, además, quién es la mejor en nuestro país.